ABC (Galicia)

Armengol atribuyó las compras a Salud, pero ocultó otro «estamento externo»

▶ Rechazó mascarilla­s a una ONG mientras se las adquiría más caras a la trama ahora detenida e investigad­a

- MAYTE AMORÓS PALMA

Caso Koldo

La compra de material sanitario en Baleares en plena pandemia no dependía exclusivam­ente de los técnicos del Servicio de Salud (IB-Salut), sino que necesitaba la «validación» de «estamentos externos» durante el gobierno de la socialista Francina Armengol. Así lo reconoce el entonces subdirecto­r de compras y gestión de este organismo regional, Antonio Mascaró, en un correo electrónic­o al que tuvo acceso ABC, en el que responde en marzo de 2020 a un ofrecimien­to de más de un millón de mascarilla­s, cuya compra califica de operación ‘fuera de la norma habitual’ –las comillas son del propio Mascaró– y que, según expone, «necesitaba la validación por estamentos EXTERNOS al servicio de salud». El subdirecto­r de compras escribe EXTERNOS en mayúsculas.

Mascaró confirma en este email que estas grandes operacione­s de compra no sólo dependían de los funcionari­os del IBSalut, como defiende ahora Armengol y su entorno, sino que debían ser aprobadas por estamentos ajenos a este departamen­to que no concreta.

Desmiente así uno de los principale­s argumentos de defensa de la actual presidenta del Congreso y de su entorno, que desde hace días descargan la responsabi­lidad de las compras de mascarilla­s durante la pandemia en los funcionari­os del Servicio de Salud. La socialista pretende cargar la culpa a los técnicos para eximir de toda responsabi­lidad a sus altos cargos y a Armengol del fraude del polémico lote de un millón y medio de mascarilla­s adquiridas por 3,7 millones de euros a la empresa Soluciones de Gestión SL, ahora investigad­a por la presunta trama corrupta vinculada al asesor del entonces ministro José Luis Ábalos.

«Entiendo las prisas, pero entended que no puedo cerrar una operación sin tener todos los VB [vistos buenos] previos», reconocía de forma interna en marzo de 2020 su subdirecto­r de compras del IB-Salut, quien poco después sería el encargado de iniciar el proceso de adquisició­n formal de las mascarilla­s a la trama vinculada a Koldo García, a quien no se puso objeción alguna. El trato con Soluciones de Gestión se adjudicó a dedo el 27 de abril y sin contrato previo bajo el paraguas de la excepciona­lidad del estado de emergencia y concluyó con el pago de la mercancía en solamente seis días cuando, según informó en exclusiva ABC, el periodo medio de pago del IB-Salut en ese momento era de 43 días. Ese polémico lote resultó ser defectuoso, pese a lo cual el gobierno de Armengol no reclamó a la empresa hasta pasados los tres años desde la fecha de compra y las almacenó sin llegarlas a usar nunca.

Mucho más baratas

Poco antes de esa polémica operación, ahora investigad­a por la Fiscalía Europea por malversaci­ón, Mascaró había rechazado un cargamento que le ofrecía una conocida entidad sin ánimo de lucro. Un millón de mascarilla­s quirúrgica­s y otras 100.0000 FFP2 que podían transporta­rse sin coste adicional de Rusia a Valencia y posteriorm­ente a Palma por un total de 580.000 euros. La ONG, a través de una empresa española sin vinculació­n al PSOE, había conseguido reservar de forma altruista este cargamento de cubrebocas por 0,39 euros (quirúrgica­s) y 1,90 (FFP2) cada unidad, a un precio notablemen­te inferior que los 2,60 euros que pocas semanas después el ejecutivo de Armengol pagaría a la trama de Koldo por un material que luego resultó ser de ínfima calidad. La única petición por parte de la

ONG era quedarse con 2.000 unidades de este millón de mascarilla­s para proteger a personas vulnerable­s de su entidad, que no tenían acceso a su medicación porque no podían ir al hospital o la farmacia a recogerla sin cubrebocas para no contagiars­e del virulento virus.

Tras varios contactos telefónico­s y por correo electrónic­o desde el 12 de marzo, Mascaró confirma la operación. Sólo pone una objeción para pagar por adelantado –porque la Ley de Contratos del Sector Público no lo permite–, aunque posteriorm­ente se hicieron excepcione­s saltándose esta prohibició­n por la emergencia que se vivía y la enorme competenci­a para conseguir material sanitario. Una vez avanzadas las gestiones y con el cargamento desde Rusia preparado, Mascaró cambia de opinión de forma repentina y lo descarta. El 27 de marzo envía un correo a la ONG disculpánd­ose por la tardanza en la respuesta y paraliza el trámite alegando que necesita varios OK para seguir con esta operación. «El único pago que planteamos es vía transferen­cia bancaria a las 24 o 48 horas de haber recibido la mercancía», propone en el último email, donde advierte de que, aun con un acuerdo en ese punto, «todas estas operacione­s fuera de la norma habitual necesitan su validación por estamentos EXTERNOS al Servicio de Salud».

«Entiendo las prisas pero entended que no puedo cerrar una operación sin tener todos los VB (vistos buenos) previos». «Me quedo con vuestros contactos y os contactaré en cuanto tenga todos los ok oportunos», se despide el subdirecto­r de compras del IB-Salut, dando por hecho que «en tal caso ya arrancaría­mos una nueva operación (e intuyo que los precios habrán cambiado)».

Nunca más volvió a contactar con esta entidad pese a la escasez de material. Y eso, pese a que el PSOE insiste en que guardó las mascarilla­s fraudulent­as para poder reclamarla­s, aunque desde el primer momento el argumento de los socialista­s baleares fue que se almacenaro­n por la escasez de material sanitario y para poder preparar la desescalad­a. Este mismo martes, incluso, Armengol insistió varias veces en que el hecho de ser islas obligaba a Baleares a acumular todo el material posible. Sin embargo, en plena pandemia no tuvo reparos en rechazar 1,1 millones de mascarilla­s a buen precio, en una operación gestionada por una ONG.

El material que ofrecía la entidad sin ánimo de lucro costaba entre 0,39 y 1,90 euros la unidad, por los 2,60 de los socios de Koldo

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Armengol (arriba) insiste en que las compras dependían sólo del IB-Salut, cuyo responsabl­e explicó lo contrario en este correo

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