Sin clemencia con los ecologistas que dañaron el ‘Laocoonte’
▶ Apelaban al ecologismo del Papa Francisco para pedir el perdón de la indemnización por daños de 28.148 euros
El tribunal vaticano rechazó ayer el recurso presentado por los dos activistas que en agosto de 2022 se pegaron a la base de la escultura del ‘Laocoonte’. El español Alejandro Arellano Cedillo, juez decano del tribunal de la Rota, confirmó la condena emitida el pasado mes de junio. «En nombre de Su Santidad el Papa Francisco, se rechaza el recurso presentado por los imputados relativo a la sentencia del 12 de junio, que confirma en todas y cada una de sus partes», leía Arellano.
La sentencia prevé una pena de nueve meses de cárcel y multa de 1.500 euros para los dos activistas acusados, pena suspendida, y una indemnización de 28.148 euros por los daños y los gastos del proceso. El equipo de restauradores de los Museos Vaticanos había cifrado la restauración en unos 3.000 euros.
Ester Goffi, una de las dos activistas condenadas, explicaba a ABC que desde el mismo momento de conocer el resultado de la apelación estaban trabajando en el nuevo recurso que presentarán al tribunal de última instancia, la corte de casación del Estado Ciudad del Vaticano. «Me da pena que se haya confirmado la sentencia, teníamos una mínima esperanza de apertura por parte del Vaticano», ha añadido tras conocer la sentencia de la corte de apelación. Cerca del Vaticano le esperaba un grupo de activistas climáticos pertenecientes al grupo ‘Ultima Generazione’ que habían convocado una concentración de apoyo. Han acudido pocas personas, un puñado de jóvenes vigilados por una docena de agentes. Ninguno de ellos escondía la desilusión por la sentencia.
«Siento haber causado un daño que no era voluntario», explicaba Ester a ABC. «Por supuesto, si hubiera sabido que el pegamento que utilicé dañaba el mármol, no lo habría utilizado. Pedí consejo a personas de confianza en el ámbito de la restauración y por eso dije que el daño sería inexistente», añadía.
Los hechos se remontan a la mañana del 18 de agosto de 2022. Los dos activistas, entonces de 62 y 26 años entraron como un turista más en los museos y utilizaron una cola ultrarrápida para pegarse las manos a la base de mármol del año 1815, en la que se apoya la escultura del Laocoonte, datada en el 40 a. C. Inmediatamente intervino la gendarmería vaticana.
«Evidentemente lamento los daños, que han sido muy limitados, una corrosión menor en la base que sostiene la escultura, pero la escultura está intacta, no ha perdido su incalculable valor intrínseco», subrayaba Ester. En su opinión, «nos estamos centrando en algo extremadamente pequeño como este daño involuntario, sin ver la enorme emergencia que se cierne sobre nosotros». Los técnicos de los Museos Vaticanos cifraron la reparación, invisible a los turistas, en unos 3.000 euros.
«Pensemos al daño que la crisis climática provoca al patrimonio cultural: la lluvia ácida, las inundaciones, los incendios, la sequía, las granizadas, tienen un impacto sobre vidrieras, mosaicos, frescos, iglesias, monumentos y ciudades, y tampoco las personas están a salvo», detalla Ester. «Solicito una mayor clarividencia, una visión más amplia, que se entiendan nuestras motivaciones, que estamos actuando por el bien de todos, incluidos quienes nos han condenado», aseguraba.
«Métodos necesarios»
«No es que busquemos el consenso de la sociedad con estos métodos, pero son métodos necesarios ya que los tradicionales no han funcionado: no han funcionado las manifestaciones, las concentraciones, recogida de firmas…, Hay una falta total de escucha», ha explicado este martes a ABC. «Somos personas corrientes, no somos activistas. Somos personas preocupadas por nuestro destino, por nuestro destino colectivo ante gobiernos que no actúan por el bien común, sino por sus propios intereses o intereses de grandes empresas contaminantes», destacó.
Adelantó también que van a seguir «apelando al Pontífice, pues defiende la importancia de la lucha medioambiental, que no es una cuestión sólo ecologista, es de la gente que quiere un futuro habitable». «El medio ambiente está en peligro y las cosas van a empeorar en los próximos años si no hacemos un cambio de ruta inmediato y radical», se despide. Francisco no ha respondido a ninguna de sus cartas. Al menos por el momento, el Papa prefiere que los tribunales hagan su trabajo y que se cumpla la ley.
«Siento haber causado un daño que no era voluntario, no lo hubiera utilizado si hubiese sabido que dañaba el mármol» afirma Goffi