La menopausia es el secreto de las ballenas hembra para vivir el doble que los machos
▶ Son las únicas que alargan su vida junto a los humanos gracias al fin de la fertilidad
Aunque la menopausia nos pueda parecer algo común, lo cierto es que es una ‘anomalía’ en el mundo animal: tan solo los humanos y cinco especies de ballenas se han adaptado para alargar la vida de sus hembras incluso décadas después de que estas hayan perdido su capacidad reproductiva. Sin embargo, a medida que las sociedades ganan complejidad, esta afirmación podría ser demasiado simplista. Ahora, un equipo liderado por investigadores de la Universidad de Exeter (Reino Unido) ha analizado por primera vez datos de estas cinco especies de ballenas con menopausia. El resultado: gracias a esta adaptación, las hembras viven más que otras especies de ballenas de su mismo tamaño sin menopausia e incluso doblan la esperanza de vida de los machos de sus grupos. Los resultados se publicaron ayer en la revista ‘Nature’.
«El proceso de evolución favorece rasgos y comportamientos mediante los cuales un animal transmite sus genes a generaciones futuras», explica Sam Ellis, autor principal del estudio junto a Darren Croft, ambos de la de la Universidad de Exeter. «La forma más obvia para que una hembra perpetúe su especie es reproducirse durante toda su vida, y esto es lo que sucede en casi todas las especies animales. Hay más de 5.000 especies de mamíferos. Pero solo seis pasan por la menopausia».
En concreto, las especies ‘menopáusicas’ son ‘Orcinus orca’ (la orca), ‘Pseudorca crassidens’ (conocida como orca negra o falsa orca), ‘Delphinapterus leucas’ (beluga), ‘Globicephala macrorhynchus’ (calderón tropical o ballena piloto de aleta corta) y ‘Monodon monoceros’ (narvales). Todas ellas pertenecen al grupo de las ballenas dentadas, en el que se incluyen los delfines y las marsopas. Pero, que se conozca, solo estas alargan su vida tras perder su capacidad reproductiva. Entonces, ¿qué tienen en especial?
Para llevar a cabo este trabajo, los autores crearon parámetros demográficos sobre mortalidad, esperanza de vida y patrones de fertilidad utilizando eventos de mortalidad no naturales, como varamientos masivos o ballenas capturadas accidentalmente por barcos de pesca. Al analizar estos datos, encontraron que la vida reproductiva fue más o menos la misma para todas las especies de ballenas. Sin embargo, observaron que no solo estas especies ‘menopáusicas’ viven más que las que no lo son, sino que las hembras sobreviven a los machos de su propio grupo durante años. Por ejemplo, las hembras de orcas pueden vivir hasta los 80 años, mientras que los machos suelen morir a los 40.
Pero, si no pueden tener hijos, ¿para qué alargar su vida? Los autores creen que la clave está en la conocida como ‘hipótesis de la abuela’: estas orcas ‘ancianas’ ayudan a sus hijos y nietos durante toda su vida, como nuestras abuelas, pero sin competir con sus hijas en la reproducción y la crianza al tenerlos al mismo tiempo. De hecho, se conocen ejemplos entre estas especies de poblaciones matriarcales en las que la descendencia se queda junto a su madre, al contrario de otras especies que presentan mucha más movilidad entre grupos diferentes. «Incluso estudios anteriores han observado que en el caso de la prole que permanece junto a la madre, los hermanos tienen una capacidad reproductiva mayor que sus hermanas, seguramente porque, debido al cuidado de sus madres pueden centrarse más en la reproducción», señala Croft.
Semejanzas con los humanos
Los autores indican que, a pesar de que nos separen 90 millones de años de evolución, que este mecanismo haya surgido de forma independiente tanto en humanos como en ballenas indica una historia convergente. «Nuestro estudio proporciona pruebas de que la menopausia evolucionó al expandir la esperanza de vida femenina más allá de sus años reproductivos, en lugar de reducirla. Es fascinante que compartamos esta historia de vida con un grupo taxonómico del que somos tan diferentes», señala Croft.
¿Y qué tenemos en común con las ballenas? «Un sistema social muy raro en el que las relaciones entre los individuos familiares son muy estrechas», indica Ellis. «Estos comportamientos en los que se comparte la comida y se da soporte al grupo no se han observado en el otro tipo de ballenas, las barbadas. Además, estas ballenas ‘abuelas’, por su experiencia, sirven de fuente de conocimiento, sabiendo cuándo y dónde hay comida, por ejemplo, algo parecido a lo que ocurre en las sociedades humanas».