El mal reparto de las lluvias del invierno agrava la sequía de Andalucía y Cataluña
▶ Solo la cuenca del Tajo logra salir de la situación de déficit de larga duración
En el reparto de las lluvias del invierno, el área mediterránea ha sido castigada. Entre diciembre y febrero ha llovido, en conjunto, lo que llueve habitualmente en España, pero ha estado tan mal distribuido que no solo no ha logrado acabar con los problemas que arrastra el territorio, sino que en los lugares más necesitados –Cataluña y Andalucía–, los ha agravado.
El balance climático del invierno presentado ayer por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) muestra que, de media en España, han caído 170,5 litros por metro cuadrado, un 10% menos que el promedio de referencia. Las precipitaciones se fueron animando según avanzaba el invierno: si diciembre fue muy seco; enero tuvo un carácter normal y febrero fue más lluvioso de lo normal.
La entrada de las lluvias se produjo gracias a borrascas atlánticas que, sin embargo, han dejado un panorama «muy desequilibrado», afirmó ayer el portavoz de la Aemet, Rubén del Campo. Las precipitaciones han sido abundantes en Galicia, el centro y el oeste peninsular, y han permitido aquí cierta recuperación meteorológica. Incluso la cuenca de acumulación del Tajo –parecida a la delimitación de la cuenca hidrográfica– ha logrado salir de la sequía de larga duración, aquellas que duran más de tres años, aunque de manera muy justa.
No ha logrado esa suerte la mayor parte de la vertiente mediterránea, puntos del Cantábrico y ambos archipiélagos. En la zona mediterránea y sur de Andalucía, la sequía se ha visto agravada, con unas lluvias que se han quedado por debajo de la mitad del promedio para la estación e incluso en algunas áreas, por debajo de un cuarto del valor que le hubiera correspondido. Según los datos de la
Aemet, las cuencas del Guadalquivir y Guadiana sufren la sequía más larga desde que hay registros (1961), al acercarse ya a los ocho años de déficit hídrico; mientras que en la cuenca del Pirineo oriental, es decir, Cataluña, se trata de la más intensa.
En Canarias también ha sido un invierno muy seco, con 36,6 litros por metro cuadrado de media, un 28% de que sería normal; y seco en Baleares, con 118,8 litros por metro cuadrado, un 66% respecto a lo normal.
La misma situación de desequilibrio se refleja en los datos del agua embalsada del Ministerio para la Transición Ecológica. El informe de esta semana muestra que hay más agua en los pantanos respecto a hace un año –la reserva está al 56,82% de su capacidad, frente al 51,24% de 2023–, pero las zonas que se encuentran al límite han visto su situación agravada. Las cuencas internas de Cataluña, por ejemplo, tienen 99 hm3 frente a los 184 de hace un año. La cuenca mediterránea andaluza –donde se encuentra Málaga, Almería o Marbella– tiene en sus reservas 250 hm3 frente a los 451 hm3 de 2023.
Sin una salida clara
Desde que comenzó el año hidrológico el pasado 1 de octubre, España ha registrado un 3% más de lluvia que el promedio. Pero estas cifras no son suficientes para salir de la sequía meteorológica en la que se encuentra el país desde diciembre de 2022.
«Para salir de una sequía tiene que llover mucho, eso es una obviedad. De las sequías en España se sale con periodos muy lluviosos», afirmó Del Campo. Es lo que ocurrió con la de 2017, que se dio por finalizada gracias a que la primavera de 2018 fue la más lluviosa de la serie histórica. Pero en esta ocasión, los pronósticos estacionales para la primavera no indican si va a llover más de lo normal o no. No hay una señal clara que indique el final de la emergencia para muchos territorios.
Lo que sí indican los modelos es que la primavera será, probablemente, más cálida de lo normal. Este pronóstico se produce después de que el invierno también haya tenido un carácter «muy cálido», con una temperatura media sobre la España peninsular de 8,5 °C, valor que queda 1,9° por encima de la media de esta estación (periodo de referencia 1991-2020). Ha sido, junto con 2019-20, el invierno más cálido desde el comienzo de la serie en 1961.
Con una temperatura media de 8,5 ºC en la península, ha sido el invierno más cálido junto con el de 2019-2020