Un hombre mata a su mujer y sus dos hijos y se suicida en Barcelona
▶ Cinco de los siete menores asesinados por sus padres en 2024 vivían en Cataluña
Pasaban pocos minutos de las cuatro de la tarde de este martes, 9 de abril, cuando un conductor de Rodalies vio el cadáver de un hombre en la estación de El Prat de Llobregat (Barcelona). El individuo, de 42 años, se había tirado a las vías. Lo que no esperaban los Mossos d’Esquadra era localizar una nota en su vehículo en la que pedía perdón. Los agentes se desplazaron hasta su domicilio, en el 12 de la calle Agramunt, y localizaron los cuerpos sin vida de su mujer, Vanesa, de 43 años, y de sus hijos gemelos, un niño y una niña, de 8. A la espera de conocer los resultados de la autopsia, los investigadores sospechan que podría haberlos asfixiado.
No había antecedentes de violencia entre la pareja, según informó ayer el
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TJSC). El matrimonio, con sus hijos, hacía poco más de un año que se había mudado a la vivienda unifamiliar, tras comprársela a los anteriores propietarios, una pareja de ancianos, según detallaron varios vecinos.
Wendy, empleada en la casa colindante, relató a ABC que el martes por la tarde vio al progenitor salir del garaje en coche. Los agentes localizaron el vehículo cerca de la estación del tren, tras la alerta por el cadáver en las vías.
La trabajadora, al igual que otros residentes en el barrio, señala que la familia no tenían relación con los vecinos. «A ella la veía entrar a veces con la cabeza gacha», explicó. Una pareja introvertida, con un niño y una niña a los que veía jugar en el patio de la casa, y también cuando los progenitores los llevaban al colegio, un centro religioso de la misma ciudad.
A escasos metros de la vivienda familiar, donde los investigadores localizaron los cuerpos de la madre y los pequeños, se encuentra el gimnasio Gea. Su dueño, Miguel, explicó a ABC que el progenitor hacía unos seis meses que se había apuntado a hacer ejercicio en el centro. «Durante una temporada dejó de venir. Cuando le pregunté, me dijo que había superado un cáncer». Poco más sabía del presunto asesino. «No me meto en la vida de mis clientes», zanjó.
Menores asesinados
Hasta la casa se acercaron ayer varios vecinos de El Prat para depositar ramos de flores, velas y peluches. Por su parte, el ayuntamiento condenó el crimen machista y convocó una concentración de repulsa en la plaza de la Vila. El alcalde, Lluís Mijoler, apuntó: «Es violencia machista en su máxima magnitud». El consistorio ha decretado tres días de luto. Con este crimen, son ya siete los menores asesinados por sus padres en España en lo que va de 2024. Cinco de ellos, en Cataluña. Además del pequeño de Bellcaire (Gerona), asesinado por su padre la semana pasada, en enero otro hombre mató a sus dos hijos, de 7 y 10 años, en un piso del barrio de Horta (Barcelona).
Lo malo de ver ‘Juncal’ es que después uno ya no quiere salir a la calle, ni ver coches modernos ni pantallas de móviles. Ni cafés de franquicia ni restaurantes con QR ni Nefflix. Lo que uno quiere es quedarse a vivir en Juncal, tomar un cafelito en ‘Los Gabrieles’, pasear por el Arenal sevillano y decirle a la Maestranza eso de: «Buenos días, mi reina. ¿Has descansado bien? Dicen que todas las plazas son redondas, pero tú naciste redonda». Y ponerse el mejor traje, un sombrero y fingir una cojera para vivir en torero entre patios de vecinas, recuerdos de glorias y un Búfalo al que pedir que me contara otra vez lo de aquella tarde en la plaza de El Puerto. Quiero escuchar a Vainica Doble y ver a Paco Rabal; más aún después de escuchar a Raúl del Pozo.
Quiero entrar en pescaderías sin controles sanitarios, ver Guardias Civiles con el uniforme antiguo, paquetes de tabaco baratos y vino a granel. Quiero bares con fotos de toreros, restaurantes con cabezas de toros, quiero hacerme amigo del limpiabotas y del cerillero y quiero olor a Jerez. Quiero ir a los toros en coche de caballos y abrazar a todos los toreros desgraciados. Quiero ver a niños con las caras sucias tirándose piedras y, ya que estamos, quiero una RTVE tan libre como entonces y que en lugar de Broncanos ponga toros por la tarde para ayudarnos a recordar quiénes fuimos y quiénes podemos volver a ser, si progresamos lo suficiente como para aprender a amar nuestro pasado.