Pontón se sitúa al frente de un «gobierno alternativo» ante un «presidente sin proyecto»
▶ Propone reunirse a Rueda, a quien tacha de «prepotente» y recrimina que «empieza mal»
A lo largo de la XII legislatura gallega, que está todavía dando sus primeros pasos, el BNG va a «funcionar como un gobierno alternativo» que expondrá lo que haría un ejecutivo con los nacionalistas al frente. Lo que pudo ser y no fue el 18F. En paralelo a una «rigurosa labor de control». Palabra de Ana Pontón, segundos antes de prometer «humildad», en su primera intervención del debate de investidura del presidente de la Xunta, en el Parlamento de Galicia. Los frentistas, como ya anticiparon hace una semana, votaron en contra.
Pontón se exhibió como reverso a un PP y un Alfonso Rueda a los que acusó de «demagogia», plasmada el martes en el discurso del entonces todavía candidato en la Cámara; y de formar parte de la «cofradía de la perpetua crispación» –una enmienda a la «cofradía de la perpetua negativa» que acuñó el mandatario 48 horas antes–, por orden del presidente nacional del partido, Alberto Núñez Feijóo, desde Madrid, a juicio de Pontón. «Empieza mal», recriminó la portavoz del Bloque al presidente, al que minutos más tarde propuso una reunión para «unir fuerzas»; y a la que llevaría su cuádruple propuesta de pacto: sanidad, vivienda, energía y «regeneración democrática». Por lo de pronto, se declaró una vez más preocupada, porque ve a Rueda sin hoja de ruta. «No tengo por qué estar de acuerdo, no pasa nada por que el BNG no comparta su proyecto, pero Galicia no puede tener un presidente sin proyecto», acusó en su segunda intervención.
Pontón, la única a la que Miguel Santalices, presidente de la Cámara, tuvo que dar un ‘toque’ por excederse, por la mañana, del tiempo pautado, comenzó citando a Nelson Mandela y pasó a anunciar que su grupo impulsará una iniciativa para rompe relaciones con Israel, que el Estado español deje de venderles armas y que se juzgue a Benjamin Netanyahu por crímenes contra la humanidad.
De ahí a la OTAN o Argentina; y en una pirueta inesperada, la acusación a Rueda de haber despachado el martes un discurso «vacío» y sacado de un «manual de demagogia», caer en el «absolutismo», no escuchar a quienes piensan de forma «diferente» a la suya y sentirse más «cómodo» en el pasado que en el futuro. Por encima, afirmó, evidenció que no tiene proyecto y quedó «desnudo» en el hemiciclo. Políticamente. Mientras, Olalla Rodil, la más entusiasta en sus aplausos, bien extendidos los brazos, asentía, como Noa Presas, puntuando los distintos mensajes de su jefa. En la ‘grada’, correligionarios como Miguel Anxo Fernández Lores, alcalde de Pontevedra, o Mini Rivas, exdiputado autonómico.
«Salga de su realidad de telexornal, señor Rueda», exhortó Pontón mientras enumeraba los múltiples males de los que culpa a los 15 años de gobiernos del PP, en todos los ámbitos, pero con especial énfasis en su «abrazo» a un «puñado de multinacionales», fomentando el «expolio eólico». Ahí estaba abonado el terreno para entrar de lleno a defenestrar el proyecto de Altri en Palas de Rei, al que dedicó un buen tramo de su discurso: «bomba ambiental», «agresión medioambiental descomunal», «macrocelulosa contaminante» en el «corazón» de Galicia, «golpe mortal». «¡Mintieron, engañaron y ocultaron información!», acusó. En el BNG «no» van a «permitir» que se instale, retó. «Industrializar Galicia, sí; contaminar Galicia e hipotecar el futuro de las siguientes generaciones, no, señor Rueda», remachó.
Impuestos propios
Según Pontón, es tan sencillo como que la Xunta, a partir del lunes, cuando el gobierno deje de estar en funciones, «aproveche» la «oportunidad» que le ofrece el Bloque, «haciendo el trabajo que no hacen» los conservadores, remarcó la dirigente frentista; sirviéndose del camino allanado por el pacto de investidura, exhibido de nuevo como trofeo. Y casi piedra angular para que, si Rueda antepone el «interés» de Galicia al del PP, abra la puerta a nuevas competencias o se reclame un sistema de financiación «justo». Algo de lo que hablar en esa reunión a la que animó al presidente a ponerle fecha. En materia de financiación, el Bloque aboga por reclamar el 90% del IRPF e IVA; que el Impuesto de Sociedades «forme parte de la cesta tributaria» gallega para recaudar más de 1.700 millones al año; y que tributen «aquí» las empresas, como las eléctricas, que desarrollan su actividad en la región.
Escasa novedad en los cuatro pactos «de país» desplegados por Pontón. En sanidad, 25% de gasto para Primaria, con nuevo modelo, garantizar pediatra para todos los gallegos. En vivienda, plan de compra masiva de inmuebles desocupados, para habilitar 9.000 viviendas en alquiler con precio tasado. En lugar de apostar por la construcción, como hace la Xunta. En energía, lo de siempre: tarifa gallega y empresas 100% pública de energía. El apartado de regeneración democrática sirvió para poco más que para acusar de ocultar información del Sergas y señalar de nuevo a las contrataciones durante la pandemia.
Propuestas que pidió al líder del PPdeG que «no desprecie»; aunque, en todo caso, dejó claro que ellos, «tanto si contamos con su colaboración como si no», van a seguir trabajando por los gallegos, con un grupo parlamentario reforzado, no dejó de presumir. El remate, conciliador, diplomático cuanto menos: deseando «aciertos» a Rueda, pese a sus «evidentes discrepancias», porque el BNG, proclamó, «siempre quiere lo mejor para el país y los gallegos y gallegas».
El final de su segunda intervención sonó a ‘minuto de oro’ de debate electoral. Reiteró que tienen «la mano tendida» –pese a desdeñar la de Rueda–, «a favor de Galicia». «Es nuestra única razón de ser», proclamó.
«Para formar parte de la cofradía de la perpetua crispación que le impone Feijóo desde Madrid, no cuente con nosotros»
«Industrializar Galicia, sí; contaminar (...) e hipotecar el futuro de las siguientes generaciones, no»
«No caiga en el absolutismo y escuche a quien no piensa igual que usted»