Beyoncé vaquera: doma y fusta en el Salvaje Oeste del pop
▶ La artista es la primera afroamericana en encabezar la lista country de ‘Billboard’
Una reliquia antroponímica, segregación racial y 2024 para ajustar las cuentas también bancarias. Beyoncé se ha convertido en la primera artista afroamericana en liderar la lista country de ‘Billboard’ desde su creación en 1964; y la general, de paso, también, con su octavo número 1 con ‘Cowboy Carter’, su nuevo y chocante disco de country, un género vinculado tópicamente a los ‘white trash’ (’basura blanca’) de Estados Unidos. Quitando Taylor Swift, ‘habemus’ récord de álbumes vendidos en una semana, con 407.000 sólo en Estados Unidos. Había un plan, claro. Y esta es la segunda parte.
Tina Knowles, su madre, cuenta esta historia en el pódcast ‘In My Head con Heather Thomson’: «Mucha gente no sabe que Beyoncé es mi apellido de soltera. Cuando mis padres inscribieron a mi hermano en el registro civil, quedó registrado como Beyincé. Le preguntamos por qué y su respuesta fue: ‘Eso es lo que pusieron en el certificado de nacimiento’. ‘¿Y por qué no reclamaste que lo corrigieran?’, le dijimos. Y mi mamá contestó: ‘Lo hice una vez. Y me dijeron: ‘Quédese feliz con que reciba un certificado de nacimiento, porque antes las personas negras no recibían certificados’».
En una edición limitada en vinilo, Beyoncé sale en portada con una banda de ‘miss’ donde se lee Beyincé. Desnuda, con peinado indio, fumando un purito. En la portada convencional, la vemos a lomos de un caballo blanco, con sombrero, bandera de Estados Unidos, cabellera y botas blancas. A lomos de un corcel, igual que en su anterior ‘Renaissance’, el acto 1, de 2022, en donde el equino era de rayos X. Y a por todas en un género que no le apreciaba y en donde una vaquera negra, Beyoncé, como el Django de Tarantino, desencadena un pensamiento: ¿no había negros vaqueros?
La película del director de ‘Pulp Fiction’, o la saga ‘steampunk’ ‘Wild Wild West’, con Will Smith, son de las pocas cintas en las que un afroamericano lleva espuelas. En realidad, hubo muchos más, pero sus historias se adaptaron a personajes blancos. Es decir, la representación que Hollywood muestra del Viejo Oeste es una versión maquillada de la realidad y se estima que un cuarto de los cowboys eran negros, informaba la BBC en un reportaje con el creador del Museo Nacional Cultural del Viejo Oeste en Fort Worth, Texas, justo de donde es la exDestiny’s Child.
Cowboys negros
En aquel artículo, un profesor universitario apodado ‘Cowboy Mike’ apunta: «Los vaqueros negros eran también cocineros en los Chuckwagon, una carreta adaptada para el transporte y cocido de las provisiones. También eran buenos cantantes, y de esa forma ayudaban a mantener calmado al ganado».
¿Seremos el ganado al que Beyoncé calma? Una hora y 18 minutos de música en la acelerada era del TikTok. Y Willie Nelson, uno de los grandes del country, fumeta, de locutor, también Linda Martella (pionera afro en este estilo) y Dolly Parton, de quien hace una discutida versión de su ‘Jolene’ y otro tema se llama ‘Dolly P’. Y el single ‘Texas hold ‘em’ con la banjista y premio Pulitzer Rhiannon Giddens y hasta un jugueteo con el ‘Good Vibrations’ de los siempre bienvenidos Beach Boys en ‘Ya Ya’... Clasicismo y mucho pop comercial, no se crean, se dan la mano: renovarse con la antigüedad y nunca morir.
El audaz ‘moonwalk’ al pasado, la osadía de atreverse con el country (el origen de todo esto es un trauma; no se sintió bienvenida en una actuación junto a Dixie Chicks en los premios de la Asociación de la Música Country en 2016) y un nuevo homenaje tras ‘Renaissance’, conceptual sobre la música disco, donde la población negra fue pionera. E historia, importa la labor de los músicos negros en el origen del country y el banjo proviene de África, en un ‘Cowboy Carter’, otro juego más, la familia Carter, estirpe icónica del género, Maybelle Carter, June Carter, de quien Johnny Cash era marido... durante siempre considerada la primera familia de la música country.
«Una de nosotras»
Carlene, la hija de la mítica June Carter Cash, abraza: «Ella es una de nosotras». Sobre la controversia: «Me he enterado de cierta negatividad. Como ‘Chica Carter’ y proveniente de una larga saga de ‘Chicas Carter’, me pregunto por qué alguien trataría a una Carter de esta manera». Porque Beyoncé también se apellida Carter, además, por su marido el rapero Jay-Z, cuyo nombre real es Shawn Carter. «Es una mujer increíblemente talentosa y creativa, y obviamente quería hacer esto porque le gusta el country». Y zanja: «Tenemos suerte de tenerla con nosotros».
Un álbum, que es un tercio de un todo, que no llega a la excelencia artística de su primera parte, pero que eleva la dimensión creativa de la cantante de ‘Crazy in Love’. Aunque no sea tampoco la primera estrella negra en transitar por el mundo country (Lionel Ritchie, Ray Charles…).
Todo se diseñó en su «momento más creativo»: la pandemia. Ahí definió el proyecto: «Gracias a todos los pioneros que originan la cultura, a todos los ángeles caídos cuyas contribuciones han pasado desapercibidas durante demasiado tiempo. Esta es una celebración para ti». ¿Adelantados y fundadores negros del rock? Alguno, sí… Se especula que el tercer acto puede ir por ahí.
Ha llegado la hora de la verdad para el galeón San José. Quienes están próximos al proyecto dicen de manera coordinada que esta vez sí, que las cosas están haciéndose bien. Aseguran incluso que los arqueólogos que rodean a Gustavo Petro y representan parte del mundo académico colombiano han dado un golpe en la mesa y han convencido al presidente de que lo que hay que hacer pasa por dejar de escuchar a los cazatesoros y desarrollar un proyecto científico intachable. Que el San José será un ejemplo para el mundo, desde Colombia, sobre la gestión del patrimonio cultural subacuático. En definitiva, todo lo que rodea al galeón en Cartagena de Indias suena bonito, a violines, si olvidásemos el pasado, los chanchullos que llegaron a salpicar a algunos científicos serios.
Cuanto más cerca del centro de decisión está tu interlocutor más se esfuerza para que otorgues al proyecto de Petro el beneficio de la duda, para que creas en que todo está bien, y veas a través de sus ojos; para que entiendas que es casi imposible exigir a Colombia un giro copernicano por lo lejos que se llegó tanto en acuerdos opacos con las empresas de cazatesoros (MAC, Sea Search Armada) como en la retórica antiespañola, por no hablar de la venalidad presidencial. Como muestra, insisten, la presentación del proyecto en Cartagena, el pasado 22 de febrero, que tenía como misión el titular: ‘Expertos internacionales avalan el proyecto para recuperar el galeón San José’ (alguno de ellos llegaba a la cita con la carrera averiada). Y advierten: si no se apoya el proyecto actual hay un riesgo evidente de que se vuelva a poner en las manos equivocadas (en clara alusión a los cazatesoros).
¿Será así, nomás? Llevo demasiados años siguiendo este asunto como para dejarme encandilar por violines y cantos de sirena. Tocan comprobaciones, incluso desde la aceptación de que todo ha mejorado. La Academia colombiana es