Viernes de rezo y protestas controladas en Jordania
oras después del ataque nocturno de Israel contra Irán, los musulmanes estaban llamados a la oración del viernes al mediodía, la más importante de la semana para el islam y en la que los imanes lanzan no solo sus prédicas religiosas, sino también políticas. Como suele ser habitual en Jordania, un país que está justo en medio del conflicto, el rezo más multitudinario se celebraba en la Gran Mezquita de Husseini, en el centro de Amán. Sin sitio en su interior, los fieles se agolpaban a sus puertas y en la calle, que era cerrada al tráfico para que pudieran desplegar sus esterillas mirando a La Meca. Además de cortar la circulación, la Policía se desplegaba alrededor de la mezquita para impedir incidentes en la manifestación convocada para después del rezo.
Durante la oración, el imán pidió ayuda contra el hambre que sufren los palestinos de Gaza por la guerra, lo que
Hsuponía «una inversión para el Día del Juicio Final porque la limosna es uno de los pilares del islam». Pero se abstuvo de cargar las tintas contra Israel porque sus palabras están controladas por el Gobierno, que guarda un difícil equilibrio en la siempre convulsa región de Oriente Próximo. Antiguo enemigo de Israel, con el que finalmente firmó un tratado de paz en 1994, así se vio durante el ataque con drones y misiles de Irán el pasado fin de semana, que el Ejército jordano ayudó a interceptar mientras volaban sobre su espacio aéreo.
2,3 millones de refugiados
En este país de doce millones de habitantes, donde hay 2,3 millones de refugiados palestinos y casi otro millón tiene la nacionalidad jordana, sorprendió que el Gobierno defendiera a Israel mientras lo critica por la guerra de Gaza. Pero se entiende la decisión por el apoyo que EE.UU. y la Unión Europea prestan al Rey Abdalá II para mantener la estabilidad en un país que depende totalmente del exterior por su falta de recursos naturales y su peligrosa situación.
A pesar del fuerte despliegue policial y del control de la oposición política, para después del rezo había convocada una manifestación de partidos de izquierdas. Pero ni siquiera el ataque israelí contra Irán movilizó a los jordanos y la protesta solo atrajo a un par de cientos de manifestantes, que marcharon escoltados por la Policía. De hecho, había más policías que manifestantes, que cantaron consignas contra Israel y EE.UU. y en apoyo a la causa palestina. Algunos llevaban carteles de sus dirigentes, Biden y Netanyahu, donde les habían pintado el bigote de Hitler y la esvástica. «Los nuevos nazis asesinos de niños», rezaban los letreros.
Denunciando la muerte masiva de niños por los bombardeos israelíes, un hombre llevaba en sus brazos un pequeño sudario con pintura roja, simulando que en su interior yacía un bebé. Según la ONU, en los seis meses que dura ya la guerra de Gaza, han muerto más niños que en los últimos cuatro años en todas las guerras que se han librado en el mundo. Y es que, de los 34.000 fallecidos hasta ahora en este conflicto, más del 70 por ciento son niños y mujeres.
Encabezados por un camión con altavoces donde los líderes de la protesta gritaban sus soflamas, los manifestantes coreaban al unísono «¡Tropas extranjeras fuera de Jordania!» y «¡Fin al tratado de paz con Israel!». Además, aprovechaban para colar algunas críticas al Gobierno reclamando más libertad de expresión y denunciando la reciente detención de disidentes en el campamento montado frente a la Embajada de Israel, que está vacía desde el estallido de la guerra en Gaza en octubre.
Pero, aun así, el ambiente era más festivo y combativo y, por supuesto, mucho más libre que en Egipto, donde Al Sisi impide cualquier movilización que pueda volverse en su contra.
Contradicciones jordanas
En Amán, en cambio, uno de los líderes más veteranos del Partido Socialista Árabe Jordano, Jamil al Nashwan, arengaba a los participantes en la protesta desde el camión que avanzaba lentamente mientras el cordón policial retrocedía de espaldas para abrirle camino. «Tenemos una opinión distinta a la de Irán, que tiene intereses en los países árabes, entre ellos Jordania. Pero estamos a favor de cualquier país del mundo que nos esté ayudando en la lucha contra Israel», explicaba a ABC al término de la marcha. Su discurso también evidenciaba las contradicciones jordanas, incluso dentro de su misma formación. «Estamos a favor de la posición de Jordania pero, al mismo tiempo, no admitimos que haya bases militares extranjeras en nuestro país. También rechazamos que las bases militares hayan sido utilizadas por ejércitos extranjeros para interceptar los misiles y que haya ataques contra otros países utilizando nuestro espacio aéreo».
Por su parte, otro representante de su mismo partido, Zuhair al Rawashde, señalaba que «Jordania, por su posición, estaba obligada a interceptar los drones y misiles», pero también recordaba «toda la ayuda humanitaria que estamos enviando a la Franja». Además, desconfiaba de Irán, un país chií cuyas intenciones despiertan recelos entre la mayoría suní de Jordania y otras naciones musulmanas. «Si el motivo del ataque iraní a Israel fuera de verdad para ayudar y liberar Palestina, lo apoyaríamos. Pero hemos visto y escuchado que sus misiles llevan pocos explosivos o iban incluso sin ellos. Creemos que ha sido todo una puesta en escena». En lo único en que Al Rawashde coincidía con su compañero de partido era en su rechazo a las bases militares extranjeras en Jordania porque «eso afecta a nuestra independencia nacional».
Con el cordón policial cortándole el paso, la marcha acabó con los manifestantes cantando el himno nacional jordano puño en alto, lo que resume las peculiaridades de este país moderado y de protestas controladas.
Ni siquiera el ataque de Israel contra Irán moviliza a los jordanos, que guardan un difícil equilibrio entre su apoyo a la causa palestina y su dependencia de Estados Unidos
«Si el motivo del ataque iraní a Israel fuera de verdad liberar Palestina, lo apoyaríamos», dice el socialista Al Rawashde