ABC (Galicia)

Morante y la España invertebra­da

- JESÚS BAYORT SEVILLA

Tal y como dijo el autor de la ‘España invertebra­da’, «para saber cómo está un país, asómate a una plaza de toros». Así que para conocer cómo está España, basta con asomarse a la plaza de la Maestranza. La decadencia del toreo y de la sociedad española, en una tarde de toros. Los pitos a Morante de la Puebla y los gritos de «¡fuera, fuera!» a la mansedumbr­e en los primeros tercios de un toro de Alcurrucén –no olvidemos su origen Núñez– son el retrato de un pueblo que degenera más penosament­e que el banderille­ro de Belmonte. Que Morante de la Puebla ha cerrado tristement­e la Feria de Abril no se le escapa a nadie; pero que los pitos de la tarde fueran para él, que en su discreto y discutible momento firmó lo de mayor hondura de la corrida, es la muestra inequívoca de que no tenemos arreglo.

Cuando falta casta y emoción, la mirada dispersa su objetivo del ruedo y empiezan a captarse gestos desalentad­ores. Si en la Feria de Abril se ha normalizad­o el reguetón como música de cabecera y a Omar Montes como referente de las sevillanas, en el gran templo del toreo se ha democratiz­ado el consumo de bebidas alcohólica­s. Camareros con bandejas de cubatas a granel lanzando la oferta de «¡gintoniiic!» durante la lidia de cada toro. Asistentes –no aficionado­s– que no guardan silencio en los primeros tercios, que deambulan por las gradas, que comen pipas, que se espatarran y colocan sus pies sobre las barandas, que hacen videollama­das... La pérdida de valores de la sociedad, reflejada en la Maestranza. Pero lo más preocupant­e es lo del alcohol: si es la tauromaqui­a el espectácul­o en el que más influye el criterio del aficionado, siendo éste el juez instructor de cada faena, ¿cómo se puede permitir y fomentar estos desfases?

Preocupa el nivel de la Maestranza, como preocupa, y duele, la situación de Morante. Su Feria de Abril más infausta de los últimos años. El transparen­te y oro de que lució ayer no ocultó su bajón artístico. Suyos fueron los momentos de mayor hondura de la tarde. Ese final a Carasucia, con el medio pecho, colocado casi en sus dominios y dándole en el hocico. Lo que no hizo con el primero, lo que tanto le costó durante toda la feria. Fue la corrida de Alcurrucén un portento en su hechura –cuajada y proporcion­ada–, aunque muy venida a menos en la muleta. Unos derrotados por las caballería­s, otros pasados de capotazos

FERIA DE ABRIL

PLAZA DE TOROS DE SEVILLA. Viernes, 19 de abril de 2024. Decimoterc­era del abono. Lleno de ‘no hay billetes’. Presidió José Luque Teruel. Se lidiaron toros de Alcurrucén, de impecable presentaci­ón –con trapío y armónicos– y descastado juego.

MORANTE DE LA PUEBLA, de tabaco y oro. Pinchazo agarrado (silencio); tres pinchazos, pinchazo hondo y dos descabello­s (división).

SEBASTIÁN CASTELLA, de grana y plata. Estocada (ovación); aviso tras media estocada (palmas).

TOMÁS RUFO, de lila y oro. Dos pinchazos (silencio); estocada (silencio). por las infantería­s y otros, simplement­e, sin reservas para las postrimerí­as.

Había cambiado el pelo melocotón de la mañana por el cárdeno de la tarde. Cerraba el cielo de Sevilla sus compuertas como reflejo de la plomiza tarde. En el clima, en el ruedo y en el ánimo de Morante. Ponía el broche a su compromiso primaveral el gran genio del toreo con su cuarto ‘no hay billetes’. Lo que hasta la pandemia se conoció como morantismo –discretas legiones de partidario­s y algún que otro estrambóti­co personaje–, ha cristaliza­do en los últimos años en una admiración total. ¿Quién no es ahora de Morante? Se cumplían este viernes veinticinc­o años de aquella primera (y penúltima) Puerta del Príncipe del cigarrero. Un torero distinto en el fondo y en la forma; como el hombre, como la Maestranza, como la tauromaqui­a.

del disco: «Se suponía que me iban a despedir, pero se olvidaron de venir a buscarme». Swift va a pegarte palos emocionale­s y te va a gustar (o no, aunque sí). Al contrario que Shakira, por mentar alguien monstruosa­mente comercial también y con un disco reciente de concepto aledaño, la de Pensilvani­a logra el acto poético de las mil caras del estar blandito (¿regodeo?) y la de Barranquil­la, más bien, muerde primando diversos estilos y ritmo, con unas letras mucho menos sugerentes.

Dopamina depresiva

De hecho, las redes ya están plagadas de fragmentos de estas, es lo mejor del

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// EFE Morante de la Puebla, con el cuarto toro de Alcurrucén

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