Porsche Cayenne
Un «todocamino» y diésel. Características inpensables hace algunos años en una de las marcas más deportivas del mercado
Hace años, en una rueda de prensa, un periodista preguntó a los responsables de Porsche si alguna vez añadirían a su gama un todocamino. Su perplejidad ante la cuestión vino a ser la mejor de las respues- tas. Pero en el tiempo no sólo Porsche, sino hasta Bentley, con el nuevo Bentayga, y la mismísima Rolls-Royce, dentro de poco, cuentan o van a hacerlo con coches así.
En el caso de la firma de deportivos con sede en Stuttgart son dos los modelos de esta clase en catálogo: el más compacto Macan, que además ha sido el último en llegar, y el más grande y capaz Cayenne, sobre estas líneas. Original de 2002, desde 2011 vive su segunda generación, que lo ha consolidado como uno de los más deportivos en la categoría, ya sea para circular sobre asfalto o lejos de él. El Cayenne mide unos 4,80 metros de largo, si bien unas formas más o menos orondas le hacen pasar por más pequeño de lo que en realidad es.
Con un soberbio maletero de 618 a 1.728 litros, acoge a cinco pasajeros en un entorno de impecable calidad. Lástima que sea un coche caro que además contempla un sinfin de gravosos opcionales (los faros LED Plus, por ejemplo, no se apean de 3.000 euros). A fin de cuentas, el precio a pagar por su innegable exclusividad.
El empuje mecánico de esta versión diésel (9,6 l/100 km por gasto medio real) queda lejos del que despliega un deportivo de la marca como el 911. Pero en carretera se mueve y frena con una agilidad pasmosa, que no es poco valorando sus 2.185 kilos. Sobre todo si lleva suspensión neumática y activa PASM (3.844 euros), que pulsando un boton de la consola (parece la de un avión por la multitud de mandos que agrupa) endurece el conjunto para que apenas bascule en curva.
También varía la altura libre hasta el suelo para sortear obstáculos de envergadura en campo. En ese entorno, sobre todo embarrado, no le detienen más que sus ruteros neumáticos, porque se encarama a crestas y sube o baja pisando acusadas roderas (tiene un modo de circulación offroad y control de descensos) con toda facilidad. A ello contribuyen su abultado par motor y un excelente cambio automático.