El cielo, abierto para cuatro
Con todo un verano por delante para disfrutar del sol, analizamos la oferta de vehículos convertibles de cuatro plazas
Aunque podríamos pensar que en nuestro país se venderían muchos cabrios o descapotables por las horas de sol y luz, las cifras de ventas reales nos desmienten sin remedio. Ni siquiera en los análisis realizados mes a mes por las asociaciones de fabricantes figura este segmento de forma diferenciada, y sus cifras de matriculaciones se incluyen en las de sus «hermanos» cerrados. Pero tiene su lógica. En primer lugar los descapotables son en general mucho más caros que sus versiones cerradas y hasta hace pocos años eran básicamente versiones de dos plazas, por lo que quedaban eliminadas todas aquellas parejas con hijos. El descapotable tenía que ser el segundo coche, nunca el principal de la casa.
La otra razón de peso es el sol o el calor. Puede convertirse en un gran problema permanecer bajo el «implacable Lorenzo» sin movernos, detenidos en un semáforo o en medio de un atasco. Viajar, incluso en pleno verano, no es incómodo siempre que el coche tenga aire acondicionado y no nos encontremos con una retención. Aunque en ese caso lo más inteligente –y no tiene por qué suponer ningún problema– es poner la capota y esperar mejores circunstancias. Además, las capotas de tela de casi cualquier cabrio aíslan perfectamente a los pasajeros y están fabricadas con varias capas de distintos materiales protectores. Incluso fabricantes como BMW, Mercedes,
Porsche o Audi, por citar algunos ejemplos, ofrecen capotas más sofisticadas, con hasta 5 capas superpuestas de materiales aislantes y absorbentes de ruidos y los mecanismo de apertura y cierre de la capota suelen ser automáticos o, como mucho, con alguna pequeña intervención manual.
Hasta hace unos años los descapotables pecaban, además, de ser poco seguros en caso de vuelco, pero ya desde hace tiempo la mayoría de ellos cuentan con unas barras antivuelco invisibles –en algunos coches de diseño retro, éstos arcos de seguridad sí son visibles– que se despliegan en cuanto el coche siente una pérdida fuerte de adherencia, por lo que la seguridad no queda comprometida. Además, prácticamente todos llegan con los mismos sistemas de ayuda y asistencia al conductor que las versiones cerradas. Y respecto a los amigos de lo ajeno, tampoco debería haber mucho problema salvo que el «caco» se empeñe en pasar un buen rato trabajándose las múltiples capas de diferentes tejidos.
Dos puertas
En cuanto a su configuración, la mayoría ofrecen sólo dos puertas por la necesidad de aumentar la rigidez torsional que crea el perder el techo y cuantos menos huecos (una puerta lo es), mejor.
Si nuestro temor son las inclemencias del tiempo, las velocidades a las que se pueden abrir o cerrar son cada vez menores, aunque depende de si el techo es rígido o de tela. E incluso en muchos casos esta tarea se puede realizar circulando hasta los 50 km/h. Y para rizar el rizo, fabricantes como Mercedes o Audi han ideado sistemas de calefacción a la altura del cuello con salidas de aire caliente en los reposacabezas.
La gama de precios es muy amplia, tal y como se puede comprobar en la selección de descapotables de cuatro puertas que analizamos en este número.