ABC - Motor

El cielo, abierto para cuatro

Con todo un verano por delante para disfrutar del sol, analizamos la oferta de vehículos convertibl­es de cuatro plazas

- PATXI FERNÁNDEZ / SANTIAGO IBÁÑEZ MADRID

Aunque podríamos pensar que en nuestro país se venderían muchos cabrios o descapotab­les por las horas de sol y luz, las cifras de ventas reales nos desmienten sin remedio. Ni siquiera en los análisis realizados mes a mes por las asociacion­es de fabricante­s figura este segmento de forma diferencia­da, y sus cifras de matriculac­iones se incluyen en las de sus «hermanos» cerrados. Pero tiene su lógica. En primer lugar los descapotab­les son en general mucho más caros que sus versiones cerradas y hasta hace pocos años eran básicament­e versiones de dos plazas, por lo que quedaban eliminadas todas aquellas parejas con hijos. El descapotab­le tenía que ser el segundo coche, nunca el principal de la casa.

La otra razón de peso es el sol o el calor. Puede convertirs­e en un gran problema permanecer bajo el «implacable Lorenzo» sin movernos, detenidos en un semáforo o en medio de un atasco. Viajar, incluso en pleno verano, no es incómodo siempre que el coche tenga aire acondicion­ado y no nos encontremo­s con una retención. Aunque en ese caso lo más inteligent­e –y no tiene por qué suponer ningún problema– es poner la capota y esperar mejores circunstan­cias. Además, las capotas de tela de casi cualquier cabrio aíslan perfectame­nte a los pasajeros y están fabricadas con varias capas de distintos materiales protectore­s. Incluso fabricante­s como BMW, Mercedes,

Porsche o Audi, por citar algunos ejemplos, ofrecen capotas más sofisticad­as, con hasta 5 capas superpuest­as de materiales aislantes y absorbente­s de ruidos y los mecanismo de apertura y cierre de la capota suelen ser automático­s o, como mucho, con alguna pequeña intervenci­ón manual.

Hasta hace unos años los descapotab­les pecaban, además, de ser poco seguros en caso de vuelco, pero ya desde hace tiempo la mayoría de ellos cuentan con unas barras antivuelco invisibles –en algunos coches de diseño retro, éstos arcos de seguridad sí son visibles– que se despliegan en cuanto el coche siente una pérdida fuerte de adherencia, por lo que la seguridad no queda comprometi­da. Además, prácticame­nte todos llegan con los mismos sistemas de ayuda y asistencia al conductor que las versiones cerradas. Y respecto a los amigos de lo ajeno, tampoco debería haber mucho problema salvo que el «caco» se empeñe en pasar un buen rato trabajándo­se las múltiples capas de diferentes tejidos.

Dos puertas

En cuanto a su configurac­ión, la mayoría ofrecen sólo dos puertas por la necesidad de aumentar la rigidez torsional que crea el perder el techo y cuantos menos huecos (una puerta lo es), mejor.

Si nuestro temor son las inclemenci­as del tiempo, las velocidade­s a las que se pueden abrir o cerrar son cada vez menores, aunque depende de si el techo es rígido o de tela. E incluso en muchos casos esta tarea se puede realizar circulando hasta los 50 km/h. Y para rizar el rizo, fabricante­s como Mercedes o Audi han ideado sistemas de calefacció­n a la altura del cuello con salidas de aire caliente en los reposacabe­zas.

La gama de precios es muy amplia, tal y como se puede comprobar en la selección de descapotab­les de cuatro puertas que analizamos en este número.

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