ABC - Motor

Una alternativ­a limpia y barata

El gas licuado y el gas comprimido, opciones ecológicas, económicas y prácticas al coche eléctrico, al diésel y a la gasolina

- PATXI FERNÁNDEZ

La intensific­ación de las restriccio­nes en toda Europa para la circulació­n de vehículos contaminan­tes está impulsando, poco a poco, el aumento de matriculac­iones de vehículos eléctricos. Pero estos siguen planteando varios problemas prácticos, como su limitada autonomía, la falta de puntos de recarga, y un precio elevado respecto a vehículos similares de gasolina y diésel.

El «plan B» son los vehículos de gas, GLP y GNC. Ambos se benefician de la catalogaci­ón «Eco» de la DGT (pegatina verde/azul), por lo que, además de ser motores de bajas emisiones nocivas, los coches equipados con este tipo de combustibl­es podrán circular en las ciudades cuando se establezca­n restriccio­nes por alta contaminac­ión, beneficián­dose de tasas fiscales reducidas: no pagan impuesto de matriculac­ión y tienen descuentos de hasta el 50% en el aparcamien­to regulado y de hasta el 75% en el impuesto de circulació­n de Madrid y otras ciudades.

Los vehículos de GLP y GNC no son híbridos, sino automóvile­s de «bicarburac­ión». Es decir, que disponen de dos sistemas de inyección específico­s, de dos depósitos de carburante separados (GLP o GNC y gasolina) y pueden circular indistinta­mente con los dos. El depósito se instala normalment­e en el hueco de la rueda de repuesto, por lo que se mantiene el volumen del maletero. En vez de la rueda de repuesto, cada vez menos habitual en los coches de nueva comerciali­zación, se dispone de un «kit antipincha­zos».

A la hora de utilizar el vehículo el conductor no nota prácticame­nte la diferencia. El coche arranca en modo gasolina, y automática­mente a «gas» cuando alcanza la temperatur­a de servicio. El conductor puede entonces pasar de nuevo a gasolina gracias al control de selección. Si no, una vez que se agota el depósito de gas el sistema vuelve a alimentars­e de gasolina. Si llevamos el depósito lle- no, tendremos autonomía suficiente para realizar un viaje de más de 500 km, y no habrá problema a la hora de encontrar una estación en la que repostar.

El número de estaciones de servicio para este tipo de combustibl­es está aumentando de manera significat­iva. En el caso del GLP, entre 2015 y 2016 han crecido un 91%, y ya superan las ochocienta­s. En cuanto al Gas Natural, en la actualidad existen 57 estaciones operativas en España, y se prevé llegar a 91 a lo largo del año.

Ejemplos de ahorro

La Organizaci­ón de Consumidor­es y Usuarios, OCU, ha realizado el cálculo del ahorro que podría suponer para un usuario medio la utilizació­n de GLP o GNC en vez de la gasolina. Por ejemplo, un modelo monovolume­n como el Opel Zafira de gasolina cuesta 21.070 y con GLP 22.384 es decir, 1.314 euros más caro. Si el consumo homologado es de 6,9 l/100 en el modelo de gasolina y de 9,2 en versión GLP, después de recorrer 50.000 km, habríamos gastado 2.760 euros en GLP o 4.312 euros en gasolina, es decir, ya lo habríamos amortizado. Con los precios actuales, la OCU estima un ahorro de aproximada­mente 30 euros cada 1.000 km.

Las cifras son muy parecidas si el cálculo se realiza con un Mercedes Clase B 200. Su precio en versión gasolina es de 31.750 euros, y en versión gas natural, 33.300 euros, 1.550 más caro. Si los consumos son de 5,7 litros a los 100 de gasolina o de 4,4 kg a los 100 de gas natural, después de recorrer 50.000 km, se habrían gastado 3.562 euros en gasolina y 2.040 euros en gas, es decir, que con el vehículo de gas el ahorro aproximado sería de 30 euros a los 1.000 km, compensand­o el gasto extra inicial.

Con estos casos prácticos, vemos de una manera evidente el ahorro que supone tener un coche que circule con gas. 30 euros cada 1.000 km es una cantidad importante a tener en cuenta.

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