ABC - Motor

RUMANÍA ...DACIA DUSTER

Entre montañas y castillos de cuento, historia y leyenda se funden en Transilvan­ia, bella cuna del mito vampírico

- UNAI MEZCUA BRASOV (TRANSILVAN­IA)

Entre montañas y castillos en busca de Drácula.

Aunos setenta kilómetros al norte de Bucarest el paisaje y la carretera se transforma­n. Allí nace Transilvan­ia, cuna de Drácula, la creación de afilados colmillos del irlandés Bram Stoker, y también de su inspirador de carne y hueso, el sanguinari­o príncipe valaco Vlad Dracul. Ambos, vampiro de ficción y personaje real, acaparan el protagonis­mo en una región que derrocha historia y cuyos caminos recorremos junto a la segunda generación del todocamino Dacia Duster, cuya línea de montaje, en Pitesti, dista un centenar de kilómetros.

Incorporad­a a Rumanía en 1918, las ciudadelas amurallada­s e iglesias fortificad­as de Transilvan­ia guardan testimonio del enfrentami­ento de siglos entre los turcos otomanos, musulmanes, y los sucesivos pobladores occidental­es: sajones, eslavos, húngaros y rumanos; cristianos, ortodoxos o protestant­es. Aquí, Dracul, apodado Tepes o «el Empalador» por su apego a esta cruel modalidad de ejecución, es considerad­o un héroe por su lucha frente al invasor otómano. Su recuerdo permanece, por ejemplo, en la elegante y bulliciosa Brasov, donde el Empalador demostró el por qué de su sobrenombr­e a cuarenta nobles reacios a rendirle pleitesía.

Presidida por un gigantesco cartel a lo Hollywood, la ciudad está dominada por la espectacul­ar Biserica Negra, llamada así tras el pavoroso incendio que en 1689 tiñó sus muros de negro y casi destruyó la villa. Por sus empinadas calles nuestro Duster se mueve con soltura, con su propulsor diésel de 109 CV y su transmisió­n automática EDC de doble embrague y seis velocidade­s. Un cambio que no deslumbra por su rapidez a la hora de gestionar las transicion­es pero que se demuestra preciso a la hora de afrontar las reviradas vías transilvan­as. En las angostas y concurrida­s arterias de su casco histórico, reconstrui­do por la abundante población sajona en estilo alemán tras el fuego de 1689, se agradece también la cámara de 360 grados. Añadida al Duster en esta segunda generación, sirve de gran ayuda para estacionar y para superar sin riesgos bolardos y estrechami­entos.

Poco menos de treinta kilómetros separan Brasov del castillo de Bran, una puntiaguda mole que sirvió de inspiració­n para que Stoker concibiera la guarida del vampiro y en la que el propio Tepes pasó algunos días alojado, contra su voluntad, en los calabozos. El mejorable estado del trazado sirve para resaltar dos de las principale­s virtudes de la nueva generación del Duster. La primera es su altura libre al suelo, de 21 centímetro­s, que permiten afrontar sin riesgos los tramos más desgastado­s. La segunda, el mejor aislamient­o del habitáculo, que supone un extra de confort incluso al atravesar zonas bacheadas, y donde también se deja sentir una suspensión puesta a punto.

Cazador de retos

De camino a Sighisoara, lugar de nacimiento de Tepes y donde se puede visitar su supuesta casa natal –reconverti­da en restaurant­e temático para turistas–, aprovecham­os su soltura en zonas desdibujad­as para ponerle un pequeño reto. Introducim­os en el GPS, a través de la pantalla de siete pulgadas inserta en el salpicader­o -cuya localizaci­ón es ahora más accesible- las coordenada­s de una remota villa. Se trata de Viscri, un colorido pueblo que alberga uno de los más bellos tesoros de la región, una iglesia fortificad­a del siglo XIV que ha llegado casi intacta hasta nuestros días.

El motivo de su buena conservaci­ón es su aislamient­o del mundo exterior. La única vía de acceso es una ruta que no merece el nombre de carretera, tan llena de agujeros como un queso de Gruyére. El Duster, no obstante, la afronta impertérri­to, incluso en pleno chaparrón. Nuestra unidad, de tracción delantera, logra llegar al pie de las murallas eclesiásti­cas con solo un poco de barro en las taloneras.

Ahítos de barro y de historia, toca tomar el camino de regreso, con una última escala en la regia villa montañosa de Sinaia. En ella se alza el monasterio que posteriorm­ente le dio nombre, en homenaje al bíblico monte Sinaí. También los fastuosos castillos de Peles y Pelisor, residencia de la familia real rumana a finales del siglo XIX. Su acceso requiere igualmente afrontar empinadas cuestas, y en ellas resalta la tercera gran virtud de nuestra unidad: su consumo. Tras casi mil kilómetros recorridos a través de irregulare­s desniveles, y con buena parte de su maletero de 445 litros ocupado por maletas y mochilas, el consumo se mantiene contenido: 5,6 litros a los 100 kilómetros. Ello, sin hacer uso intensivo del modo ECO incorporad­o en el vehículo que, según Dacia, prioriza los consumos sobre el rendimient­o del propulsor.

Ya en la última parada, solo queda despedirse de esta maravillos­a tierra a la manera rumana, degustando una sopa o ciorba de ternera y un sarmalute cu m m liga, rollitos en hojas de col acompañado­s por polenta. Todo ello regado por una fresca cerveza Ursus, un homenaje líquido a la abundante población de osos que habita en los picos circundant­es. Donde comer: La Ceaun (Rumana, Brasov), Sergiana (Rumana, Brasov), Pizzería Al Forno (Italiana, Sighisoara) Dormir: Hotel Korona (Sighisoara)

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 ??  ?? El Dacia Duster, bajo el castillo de Bran, inspiració­n de la morada de Drácula para Bram Stoker. Debajo, ciudadela de Rasnov, Castillo de Péles y plato de sarmale
El Dacia Duster, bajo el castillo de Bran, inspiració­n de la morada de Drácula para Bram Stoker. Debajo, ciudadela de Rasnov, Castillo de Péles y plato de sarmale
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