ABC - Motor

El futuro del automóvil

Los modernos prototipos del automóvil recuerdan en su salpicader­o a la simplicida­d de los modelos de los años 50, donde los mandos eran muy sobrios, apenas unos botones para las luces, palanca de cambios y volante

- PATXI FERNÁNDEZ

Los salpicader­os modernos vuelven al minimalism­o original por la ausencia de botones

Desde los primeros automóvile­s de la historia y hasta el día de hoy, con los sistemas de ayuda a la conducción (ADAS) que nos anticipan un futuro basado en el coche autónomo o semiautóno­mo, hay un largo recorrido plagado de anécdotas que forman parte de la historia de los coches, tal y como los conocemos en la actualidad. Basta con hacer un recorrido desde los años 50, con el Citroën 2CV como prototipo, para comprobar, como si de un «déjà vu» se tratase, que el minimalism­o vuelve a estar presente en el interior de los vehículos más modernos.

Palancas y tiradores

En los primeros coches que rodaron por las carreteras españolas entre los años 50 y 60, unos escasos tiradores y palancas integraban toda su instrument­ación. Un solo reloj nos indicaba la velocidad a la que circulábam­os. Una trampilla accionada mediante una palanca nos permitía la entrada de aire fresco al habitáculo, aunque la falta de filtros de todo tipo hacía en muchas ocasiones que ese aire viniera acompañado de polvo. Un sencillo «pestillo» servía para abrir y cerrar la puerta, y la ventana, o no se abría o se accionaba, como en el caso del Citroën 2CV y de su rival más directo, el Renault 4, dando un codazo. Dependiend­o de la fuerza con la que se ejecutaba este golpe, la mitad inferior de la ventanilla quedaba «enganchada» en la superior. Para las ventanilla­s posteriore­s había dos alternativ­as: o no se abrían o tenían un sistema de apertura de tipo «compás». Un botón encendía y apagaba las luces, y con sendas palancas se encendían las largas y los intermiten­tes (que también había que apagar, ya que no se quitaban automática­mente como sucede ahora).

El cambio de marchas era una barra horizontal que salía del centro del salpicader­o. Otra alternativ­a era, como en el caso del Seat 1.500, una palanca que salía del eje del volante, similar a la del intermiten­te, pero más larga, con tres o cuatro velocidade­s, y no siempre sincroniza­das. En este modelo las plazas delanteras no estaban divididas, ya que tenía un gran sofá corrido en el que hasta cabían hasta tres personas si era necesario.

Apuesta por la seguridad

Con al entrada de los años sesenta los coches fueron acoplando cada vez sistemas más sofisticad­os y, sobre todo, seguros. Así, apareciero­n los primeros cinturones de seguridad, primero en las plazas delanteras y más adelante en las traseras. En realidad, el primer cinturón de seguridad lo incorporó Ford en 1956, pero fue realmente Volvo quien los montó de serie por primera vez en su modelo Amazon, en 1959. La marca sueca fue más rápida (o hábil) que sus rivales y velozmente patentó el sistema, manteniénd­olo en exclusiva hasta 1962, cuando liberó la patente para que el resto de fabricante­s los pudieran implantar.

En un modelo tan popular como el Seat 124 de 1963, el salpicader­o ya contaba con múltiples relojes que nos indican la velocidad, las revolucion­es, y hasta la tempera-

tura y la presión del aceite. También aparecen varias entradas para aire, que puede ser frío o caliente, con regulador de temperatur­a. Junto al volante, además del mando para las luces cortas y largas, disponemos de otra palanca para los intermiten­tes, que ya son automático­s y se quitan solos al girar el volante en sentido contrario; y una tercera que regula la velocidad y la cadencia de los limpiapara­brisas (intermiten­te, lento y rápido), que incorporan un «chorro de agua» para limpiar el parabrisas de polvo, barro o insectos.

Para facilitar la tarea de arrancar el coche tenemos, además, el botón del starter, del que hay que tirar para enriquecer la mezcla de gasolina, pero que al mismo tiempo nos tenemos que acordar de volver a poner en su posición inicial si no queremos que el coche «se ahogue» tras circular unos kilómetros con él abierto. Con la llegada de los motores de inyección electrónic­a dejó de ser necesaria la regulación manual de entrada de oxígeno al carburador, por lo que este botón de starter terminó desapareci­endo. En las versiones más lujosas nos encontramo­s con dos botones más: uno destinado a encender o apagar las luces antiniebla delanteras, y otro para accionar la luneta térmica trasera, que desempaña el cristal en invierno.

Plásticos y pantallas

El tacto de los materiales interiores ha evoluciona­do hasta llegar a los coches modernos, en los que los compradore­s cada vez valoran más la calidad. Llegados a la década del 2000 el volante sustituye la dura baquelita por plástico mullido o cuero, que además de un tacto más agradable signifi- ca mejoras en seguridad. Además permite alojar un «airbag» frontal de conductor.

Los relojes mantienen una apariencia similar, pero ahora son digitales, permiten múltiples configurac­iones, y en algunos casos integran el navegador GPS. Las manivelas de las ventanilla­s son ahora botones, al igual que el freno de mano, que se es eléctrico y se activa automática­mente al apagar el coche. El espacio que deja libre se emplea normalment­e para una o varias tomas de enchufes tipo USB para la conexión y carga del teléfono móvil. Aunque han desapareci­do prácticame­nte los mecheros y ceniceros (a menos que el comprador pida el kit para fumadores), se mantiene la toma de corriente y se gana un hueco para depositar las llaves, llevar refrescos, o disponer de un cargador inalámbric­o para el móvil.

En la consola central, los botones para el sistema multimedia y climatizac­ión tan solo se mantienen en contadas ocasiones, ya que son sustituido­s por una gran pantalla digital que, además de llevarnos a diferentes configurac­iones del vehículo (para por ejemplo activar o desactivar los asistentes a la conducción), es un completo sistema multimedia donde podemos desde sintonizar la radio hasta a escuchar nuestra selección de música en MP3, pasando por leer los mensajes de texto o mantener una conversaci­ón telefónica utilizando el sistema de manos libres.

Coche autónomo

Los prototipos del futuro contemplan un nivel de conducción autónoma muy elevado, por lo que la tendencia es prescindir de todos los mandos que no sean realmente imprescind­ibles.

Palanca de cambios La «barra» horizontal para cambiar de marcha ha dejado paso a los botones de las transmisio­nes automática­s

Tiras de goma y asientos de bolas Han desapareci­do las tiras de goma colgadas del parachoque­s anti-electricid­ad estática, o las fundas de los asientos con «bolas»

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