VIKTOR & ROLF
HACEN MODA INTELECTUAL Y JUEGAN AL DESPISTE (¿QUIÉN ES VIKTOR Y QUIÉN ES ROLF?) COMO SÍMBO- LO DE SU ABSOLUTA SIMBIOSIS. JUNTOS HAN DISEÑADO 40 COLECCIONES, EN UN CONSTANTE PING PONG CREATIVO QUE HAN LLEVADO MÁS ALLÁ DE LA PASARELA, GRACIAS A SU FRAGANC
La pareja de diseñadores holandeses que juegan al equívoco desvelan sus planes, más allá de la pasarela.
Se conocieron en la escuela de Bellas Artes de Ámsterdam en 1988. Entonces, Viktor Horsting y Rolf Snoeren eran unos adolescentes con ganas de “coser” el mundo. Hoy tienen 43 años –con 40 colecciones a sus espaldas– y su casa de costura cumplirá dos décadas en 2013. “Esto demuestra que se puede ser creativo y hacerlo bien comercialmente”, dice uno de ellos, al que cuesta identi car porque les gusta jugar al equívoco. Mismas gafas, mismo corte de pelo relamido y, casi, mismo bigote. Sobra decir que la chaqueta también es la misma. Hay complicidad. Se nota. Solo sus perros se detestan. De Ámsterdam saltaron a París, a un piso vacío en el políglota barrio de Belleville. “Sin electricidad, con velas, pan y vino”, en lo que ellos han llamado sus años de “La Bohème”. En cuanto deshicieron el equipaje empezaron a dibujar, inmersos en un proceso creativo sincronizado que de nen como un juego de ping pong. Comenzaron sin nada más que ambición, por lo más alto del o - cio, haciendo colecciones de alta costura, impecablemente facturadas... y casi imposibles de vender. Su escenario, entonces, eran las galerías de arte y su mejor aliada, la imaginación. Una vez presentaron una colección de 10 prendas realizadas con harapos hallados en un mercadillo; otra, organizaron un des le en el que vestían a muñecas –porque no había “cash” para modelos–; o bien lo hacían con una sola modelo, a la que iban poniendo un vestido encima de otro. Mucha creación de espectáculo, cercana a la “performance” que solo compraban los museos. Y cuando no pudieron des lar por falta de nanciación, llenaron las calles de París con carteles que decían: “Viktor & Rolf, en huelga”. Con el cambio de siglo, su moda se democratizó. Abandonaron la exclusiva y poco rentable alta costura y se pasaron al prêt-à-porter, económico y lavable. En 2003, apareció su línea masculina, Monsieur. Sedujeron a L’Oréal y fueron los primeros diseñadores, después de Yves Sant Laurent, en char por el gigante de la cosmética francesa. Su primer perfume, Flowerbomb, cumple ahora siete años y sigue en las listas de éxitos. En 2006, midieron su popularidad diseñando una colección especial para H&M que se agotó prácticamente el primer día. Después, crearon una colección para Samsonite –sí, las maletas–; una botella –eso sí, de champán– para Piper-Heidsick; una línea de joyas de cristal para Swarovski e, incluso, unas pestañas “de alta costura” para Shu Uemura. Su gusto por jugar con el límite seguía ahí, pero ahora se presentaba en las tablas del teatro. En 2008, la familia se amplió. Dejaron de ser dos para convertirse en tres. Y el tercer personaje de nuestra historia, que pasa de las gafas de pasta, se llama Renzo Rosso y es propietario de Diesel y presidente de OTB (Only the Brave). El magnate se hizo con una participación mayoritaria en la empresa. El proceso de elección de un socio inversor les llevó dos años de negociaciones. La idea era convertir los buenos espectáculos de la pasarela en negocio... y que la ropa llegara a las calles. ¿Y el objetivo? Crear una marca de lujo del siglo XXI, siendo eles a sí mismos.
Recién graduados, presentaron una colección de 10 prendas hechas con harapos y organizaron un desfile con muñecas porque no podían pagar a modelos.