ABC - Mujer Hoy Moda

Josep Font * “Nunca he perdido la ilusión por la moda”

CON DOS COLECCIONE­S EN DELPOZO, EL DISEÑADOR CATALÁN HA COLOCADO LA MÍTICA FIRMA QUE FUNDÓ JESÚS DEL POZO EN EL CIRCUITO DE LA MODA INTERNACIO­NAL.

- POR JESÚS CANO / FOTOS: RENATA PASKAL

uevos con chorizo. Ese es el menú con el que te seducía Jesús del Pozo. Levantaba el teléfono, te convocaba y no te podías resistir. Te acercabas a su histórico estudio de la calle Almirante, a mojar pan con con dencias. El maestro dejó su calle, la que le vio jugar de pequeño, con la cestería de sus padres en el nº 30, vecina de su primera tienda, donde empezó vendiendo moda de hombre en 1974. Incluso por aquel castizo barrio de Chueca, dejó a su musa, Ana Belén. Cambió todo por irse al Mercado de la Puerta de Toledo, aquel templo del diseño que soñó con ser escaparate del “Made in Spain”. Un espacio, cómo no, subvencion­ado. Breve fue su momento de gloria y larga su agonía. Hoy está cerrado, solo el antiguo taller del maestro tiene actividad. En la puerta principal no hay cartel anunciador. Tengo una cita con Josep Font, su sucesor. Pero yo no le llamaría así. Luego se lo cuento. La convocator­ia ha sido diferente. Formal. “Enredando”, en el buen sentido, han estado sus chicas de prensa. “¿De qué vas a hablar?”, “No está permitido preguntar por el juicio que tiene con sus antiguos socios”... Y yo, que soy bien mandado, no pregunto. Pero les pongo en antecedent­es. En 2010, el catalán rompe con su socia capitalist­a. El desencuent­ro provoca que él no pueda diseñar con su nombre porque ella es dueña de la rma “Josep Font”. Él se toma una vacaciones forzosas y pone el asunto en manos de los abogados. Toco el timbre. Tras un periodo prudencial, la puerta se abre. La recepcioni­sta está a lo suyo. No piensen mal: lo suyo es hablar con proveedore­s, que ha estado mala, tiene trabajo atrasado y un paquete se ha extraviado. Observo el nuevo logotipo. Ha perdido el nombre propio. Todo sea por vender en los países árabes. Y el apellido pasa a ser DelPozo. No

me gusta la “o” nal sin cerrar, le quita contundenc­ia. Pienso en el último comentario de mi jefa: “A ver qué te cuenta. Es muy tímido”. Como nadie me hace caso, cuando le veo pasar, me lanzo sobre Font, me presento y, sin preámbulos, vamos a su despacho. Con las ganas que tenía de saber el destino del paquete extraviado... El despacho, ni grande, ni pequeño, está desordenad­o. Con frascos de perfumes y papeles por todas partes. Font me invita a sentarme y se acomoda al lado. “Al otro lado de la mesa, parezco el presidente”, dice. Está cansado, con esa. Dos semanas en Nueva York preparando el des le, vuelta por París para comprar tela para la próxima temporada... “Me tomaré un n de semana largo. No podemos parar”. Y empezamos.

Ha pasado un año desde su vuelta al “circo de la moda”. ¿Echa de menos los meses sabáticos que disfrutó?

No. Siempre he trabajado mucho “Soy romántico y eso no lo puedo quitar de mi vida. Pero también puedo hacer ropa de calle que

sea romántica”. y tuve la oportunida­d de mi vida de descansar y no estar estresado. Estuve en el Ampurdán, con mis amigos, viviendo momentos maravillos­os. Ha sido energético para empezar de nuevo.

Durante ese año, ¿no ha tenido la tentación de dedicarse a otra cosa?

No. Ha sido un año de lectura, de paseo, de comer con mis amigos. Iba cada mañana a La Escala a desayunar... He hecho las vacaciones de mi vida.

Cuando llegó la oferta de DelPozo, ¿dudó mucho?

La verdad es que el proyecto era tan optimista, me lo ofrecieron con tanta ilusión y tanto entusiasmo, que fue difícil decir no. Trás el fallecimie­nto de Jesús del Pozo (1946-2011), la empresa que tenía la licencia de sus fragancias desde 1992 adquirió la marca a sus herederos. Enseguida le ofrecieron a Josep Font la dirección creativa. Él no lo dudó. En menos de un mes estaba al frente de la rebautizad­a marca, DelPozo. Un caso inédito en España. Igual que hay un Dior sin Christian, un Saint Laurent sin Yves o un Chanel sin Coco, la marca fundada por el maestro madrileño en 1974 sigue bajo otra dirección. Su primera aparición fue en septiembre, con un des le en el Parque del Capricho de Madrid. Para la segunda, cogieron los trajes, los metieron en baúles y se fueron a hacer las “Américas”.

¿Por qué la apuesta de presentar la segunda colección en Nueva York?

Por estrategia comercial. Nueva York es una ventana al mundo. Debería haberle contado que he leído la crónica elogiosa de Brittany Adams en Style.com. Habla de “un debut impresiona­nte”. Pero, en vez de ganarme al entrevista­do, sigo adelante.

¿Ha sido como empezar de nuevo? Otra ciudad, conocer a los compradore­s y a la prensa, volver a seducirles...

Tengo la sensación de haberlo vivido ya, pero no tanto como empezar de nuevo. Ni siquiera estaba nervioso. Para mí, es como cualquier otro sitio.

¿Es muy distinto el mercado americano? ¿Ha notado diferencia en la presentaci­ón frente a lo que podía hacer antes en Barcelona, Madrid o París?

No, mi forma de presentar es internacio­nal. Lo que hice en Madrid es lo que hubiese hecho en Nueva York o París. No por estar en Estados Unidos voy a pensar en una mujer americana. Estamos haciendo moda europea.

¿Y en relación a la forma de funcionar?

Bueno, son más prácticos. Y más rápidos en todo. Yo aporto un plus de romanticis­mo, de lo que es Europa. También son más mecánicos. En nuestro des le, la gente incluso esperó a que todo terminase, pero lo normal allí es ir a toda velocidad y de forma mecánica, como una fábrica, algo que en París no he visto.

Aunque aún hay pocos días para valorarlo, ¿cuál es el balance?

Muy positivo. Nos está llegando el impacto en prensa y la gente que está comprando... Por eso insisto en la idea de que esa ciudad es una ventana al mundo. Las sillas del des le en Nueva York debían ser rosas. La agencia de prensa local no entendía la importanci­a. Una silla es una silla. Pero Font es un perfeccion­ista. Él imaginaba el des le bajo una alfombra oral y con sillas rosas. Al nal, debió conformase con el cojín en ese tono. Dejamos la pasarela y hablamos del talón de Aquiles de los diseñadore­s españoles: no conocen a la industria, ni se espera, a corto plazo, relación. Hay ejemplos de colegas que, ante pedidos internacio­nales, no tenían capacidad de producir sus prendas, que no pasaban de ser prototipos.

¿Están preparados para vender al mercado americano?

Sí. Es lo primero que me interesó al llegar a esta empresa.

¿La producción se hace en España?

Todo. Artesanos, bordados... absolutame­nte todo.

Y, ¿es difícil encontrar artesanos que puedan hacer esos acabados, que tal vez en París son más frecuentes?

Sí. Es complicado, pero yo creo que en el futuro la gente irá por ahí, todos esos trabajos que se han perdido volverán a nacer. Tal como está funcionand­o el mundo, los artesanos se van a recuperar porque la gente joven empieza a valorar esto.

Sorprende que hayan elegido Nueva York, donde reina el prototipo de mu- jer trabajador­a, cuando su “mujer” es romántica y su colección, muy costura. ¿Cómo vive ese contraste?

Yo soy romántico y eso no lo puedo eliminar de mi vida. Pero también puedo hacer ropa de calle que sea romántica.

La tendencia de compra del mercado americano, ¿por dónde va: ropa de calle, prendas especiales?

Prendas especiales, con bordados, piezas complicada­s... Eso es lo que más gusta. Se trata de un mundo muy competitiv­o y las tiendas de lujo apuestan por cosas diferentes y nuevas.

Hay una escena en el documental “The September Issue”, en que la poderosa Anna Wintour, directora de Vogue, visita el taller de Stefano Pilati (entonces diseñador de Yves Saint Laurent) y le tira abajo la colección. ¿Permitiría que corrigiera su colección?

No.

Me quedo en silencio esperando algo. Y solo consigo, “sinceramen­te no”. Font no es tímido, es rotundo. Cambio de tercio.

¿Qué queda del joven que en 1984 ganó un concurso para hacer una colección en París?

Supongo que la ilusión. Nunca he perdido la ilusión por las cosas y esa es la base de todo.

Junto a Paco Rabanne y Balenciaga, es el único español que ha desfilado en la Semana de la Alta Costura de París ¿Cómo fue la experienci­a?

Fue increíble. Creo que la máxima aspiración de cualquier diseñador es estar ahí y trabajar con toda esa gente. Fue un aprendizaj­e brutal que me ha servido para todo lo siguiente. Estuve cuatro temporadas haciendo alta costura y fue un auténtico máster.

¿Cree que DelPozo tiene que desfilar en París?

Podríamos estar perfectame­nte.

Hoy que la alta costura está cuestionad­a, ¿cree que sigue teniendo sentido?

La alta costura es la ilusión de la moda, la magia. No se vende, pero vende todo lo demás. Se hace alta costura para vender “prêt à porter” o perfumes... Es el escaparate de la marca.

En DelPozo, ¿quieren que la costura sea escaparate para vender perfumes o que sean universos diferencia­dos?

No. Queremos desligar una cosa de la otra. Una cosa es “Perfumes y Diseño” y otra es DelPozo. Yo estoy creando ya el primer perfume DelPozo. Para mí, la ropa es muy importante desde el primer momento.

¿Se puede medir la importanci­a en la marca de los resultados de la moda frente a los perfumes?

Moda y perfumes están separadas, son empresas distintas. La moda lleva una temporada y es pronto para medir los resultados. DelPozo es una empresa nueva, aunque con losofía antigua.

¿Dónde se está vendiendo la primera colección?

Estamos en Moda Operandi, en Net-A-Porter, en Nueva York y en la tienda que abrimos en Madrid este mes... Pero paramos para producir lo que nos habían pedido. Esta temporada estamos preparados para atender todos los pedidos. Tenemos un taller increíble con equipos dedicados especí camente a bordados, blusas, vestidos... Cuesta prepararlo, la producción es complicada.

¿Le gusta esa parte más industrial?

Me meto en todo, me gusta controlarl­o todo. Es una manía, por perfeccion­ismo.

¿El proceso empieza dibujando las coleccione­s?

No, empiezo pensando en temas que me interesen. Normalment­e, son muy diferentes. Este año fue la era victoriana y la arquitectu­ra orgánica, dos cosas antagónica­s. Luego nos documentam­os, empezamos a hablar y, sobre eso, a hacer la colección. Partiendo de cosas tan aparenteme­nte diferentes, los resultados son muy interesant­es. Pero lleva un proceso de investigac­ión de formas, patronaje, volúmenes... antes de empezar con los bocetos reales.

¿Todavía sería capaz de coser un vestido, cortarlo y hacer el patronaje?

Sí, pero tardaría años. Sé coser, sé bordar... Podría hacerlo.

En los primeros meses dijo que no estaba cómodo en el despacho de Jesús del Pozo ¿Se siente ya cómodo en él?

Lo he leído, pero en realidad no lo dije... Lo que dije es que, cuando entré en DelPozo, me daba mucho respeto. Aquí había trabajado Jesús del Pozo, era su despacho, su espacio, su equipo... Me sentía como alguien de fuera que intenta robar un espacio, pero creo que es normal. Para hacer-

“El proyecto internacio­nal ya está en marcha: abriremos tiendas en Madrid, Shanghái, Nueva York, Moscú...”.

lo más mío, hice obras y cambié cosas. Quería también motivar al equipo, que habían pasado una época muy dura... Durante unos meses estuvimos casi haciendo “coaching”, conociéndo­nos... [Risas] Me gusta trabajar en equipo y comentarlo todo. Para mí, es muy importante argumentar qué hacemos, qué no... DelPozo es realmente una empresa nueva y la gente está con energía, contenta, ha recuperado la vitalidad. Y eso es primordial. “No te pongas tan serio”, me dice. Tal vez, para suavizar la situación. No respondo. Sigo a lo mío.

¿Conocía personalme­nte a Jesús?

No.

¿Qué era para ti antes?

Para mí, era un icono, recuerdo un des le suyo increíble. El tipo de volúmenes, el tipo de modelo, su belleza... que no es tan diferente a la mía. Hay una serie de valores muy parecidos que van más allá de lo estético: por ejemplo, ambos somos muy sensuales. A partir de un conocimien­to de su trabajo, el mío es aportar nuevos códigos, en colorido, en formas, en investigac­ión...

¿Visita el archivo de Jesús del Pozo?

[Risas] Sí, me lo sé de memoria. Su archivo está aquí bien guardado y lo conozco bien.

Como creador, ¿está sastifecho al 100% con la colección de DelPozo?

Sí. Rotundamen­te.

¿Haría algo distinto si fuera un proyecto más personal, con una marca creada desde cero por usted?

No, me meto tanto en el papel que soy yo mismo. Con todo mi aprendizaj­e aquí, hemos hecho una colección sin pensar que podríamos hacer otra cosa. Estoy haciendo lo que pensamos todos.

¿Y descarta volver a tener una firma con su nombre o algo más personal?

En realidad, no me preocupa, porque estoy tan volcado en este proyecto que no podría hacer otra cosa. No tendría tiempo ni sería capaz. Aquí estoy en todos los procesos, haciendo la tienda, trabajando en el perfume... Todo.

Algunos críticos han afirmado que no encontraba­n el ADN de Jesús del Pozo

“Jesús era un icono para mí. Su belleza no es tan diferente de la mía, hay una serie de valores muy

parecidos”.

en sus propuestas, ¿qué les dice?

Es problema de ellos, no me preocupa. Mi trabajo está bien hecho y pensado, creo que hay una evolución lógica hacia un proyecto internacio­nal, para una mujer más joven y con una rma de lujo. Es lo que hay.

En su trayectori­a hay muchas ciudades: Barcelona, París... ¿Qué le está aportando Madrid?

Es una ciudad con mucha energía y que te da todo fácilmente. Llevo un año y estoy feliz. Me gusta el “rollo” que tiene. Pero supongo que no tengo problemas para adaptarme, si me fuera a China también me adaptaría.

¿Cuáles son los retos de DelPozo? ¿Cómo imaginan su futuro?

En el “top 10” internacio­nal, como cualquier rma de lujo. Primero, la gente tiene que ver las coleccione­s, enamorarse de ellas. A partir de ahí, viene lo demás. El proyecto internacio­nal ya está abierto, vendemos en las mejores tiendas del mundo y vamos a abrir locales en sitios estratégic­os: Madrid, Shanghái, Nueva York, Dubai, Moscú... Es un proyecto que sigue su proceso. Me gustaba Jesús del Pozo. Era un honor tener su amistad y haber colaborado con él. El maestro no tiene sucesor porque DelPozo es un proyecto nuevo. Una nueva empresa dando sus primeras puntadas y que tiene a otro genio al frente. Armado de aguja e hilo, pespuntear­á una buena historia. Y me gusta. Es, tal vez, el proyecto de moda española más sólido de los últimos años. Prometo a Josep Font estar menos serio en la próxima entrevista. (Adiós maestro).

 ??  ?? ZONA DE TRABAJO En el taller, Josep Font posa con la modelo, que luce vestido y sombrero de su
colección.
ZONA DE TRABAJO En el taller, Josep Font posa con la modelo, que luce vestido y sombrero de su colección.
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Ante el diseñador, la modelo lleva chaqueta con volante, falda con detalle de rafia y sombrero de rafia
de DelPozo.
EL CREADOR Y SU OBRA Ante el diseñador, la modelo lleva chaqueta con volante, falda con detalle de rafia y sombrero de rafia de DelPozo.
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Un rasgo de su
carácter… tiene una timidez casi patológica
Le gusta... el yoga, el cine y la literatura, y es un apasionado del campo: “Ha sido mi salvación, estoy enamorado...
MUY PERSONAL Nació en… Santa Perpètua de Mogoda, Barcelona, en 1967. Un rasgo de su carácter… tiene una timidez casi patológica Le gusta... el yoga, el cine y la literatura, y es un apasionado del campo: “Ha sido mi salvación, estoy enamorado...
 ??  ?? EL JARDÍN DE LAS DELICIAS La primera colección de Font para DelPozo se exhibió en el madrileño
Parque del Capricho. Bordados, transparen­cias, flores y líneas románticas
fueron protagonis­tas.
EL JARDÍN DE LAS DELICIAS La primera colección de Font para DelPozo se exhibió en el madrileño Parque del Capricho. Bordados, transparen­cias, flores y líneas románticas fueron protagonis­tas.

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