ADN {mediterráneo}
SEPARADOS COMO PAREJA, PERO MÁS UNIDOS QUE NUNCA, LOS CREADORES DE DOLCE & GABBANA SE REAFIRMAN EN LA ESENCIA DE SU ESTILO: ULTRAFEMENINO, BARROCO, MAXIMALISTA Y APASIONADO. UNA FORMA DE VER Y VESTIR A LA MUJER QUE SE INSPIRA EN EL DRAMATISMO Y LA LUZ SI
Viajemos hacia atrás en el tiempo: Milán, semana de la moda de 1986. Sobre las pasarelas des lan “working girls” con hombreras, chaquetas rectas, minifaldas y peinados cardados con volumen, listos para romper los techos de cristal a los que se enfrentan las ejecutivas de esa década... De repente, en medio de esas siluetas geométricas con forma de pirámide invertida, aparece ella, “la mujer” Dolce & Gabbana. Es una mujer diferente: sensual, toda curvas, con un generoso escote, el talle bien dibujado, las caderas pronunciadas, parece salida de una película de Fellini. Es puro Mediterráneo y encarna la fantasía de la bella italiana o de la viuda siciliana, a elegir... “Nos oponíamos radicalmente a las tendencias del momento, y eso nos daba mucho miedo”, recuerdan con nostalgia los diseñadores. Ha pasado el tiempo y, 27 años más tarde, Stefano Gabbana –el milanés– y Domenico Dolce –el siciliano– siguen creando ropa que parece pensada para las nietas de Anna Magnani, Sophia Loren o Claudia Cardinale. Sin dejar de ser eles al imaginario de una Sicilia donde “el luto y la luz son todo uno” y, donde la sensualidad se une con el punto cruz, Stefano y Domenico crearon un negocio de más de 1.000 millones de euros. Un imperio con 212 tiendas, líneas para hombre y para niños, relojes y joyas, perfumes y hasta un restaurante: Gold, donde, por supuesto, ¡las pastas se sirven al dente! Nos reunimos con ellos en Milán, en el primer piso de su recién estrenada sede, en una gigantesca habitación sorprendentemente sobria, en comparación con su gusto por la opulencia barroca, el terciopelo, los muebles rococó y la piel de leopardo. Pero hay un magní - co sofá rojo, estanterías con libros de arte en ediciones de lujo y algunas obras maestras en las paredes. La única concesión al color es un tapiz contemporáneo, con margaritas en todos los tonos del arco iris. Vamos a ser los primeros en descubrir la nueva campa- ña publicitaria primavera-verano con imágenes de Monica Bellucci, de Bianca Balti y de Bianca Brandolini, que es el orgullo de los dos creadores Y, con razón... Por primera vez, Domenico Dolce en persona se ha puesto detrás de la cámara para hacer las fotos de campaña. “Tenía mis reservas, pero Stefano me animó –dice esbozando una sonrisa de satisfacción–. Para tranquilizarme, me dijo: “No te preocupes. Si realmente sale mal, tiraremos todo y contrataremos a otra persona”. Está satisfecho, pero a rma que no tiene intención de cambiar de profesión... De hecho, Domenico reconoce que su futuro no es un misterio y está convencido de que dentro de 20 años seguirá creando vestidos y corsés para las bellas “ragazze” del mercado global. “¿Tú crees? –contesta Stefano entre risas–. Ya sabes el dicho: “Sabemos donde nacemos, pero no dónde moriremos”. Pero Domenico se rati ca en su visión: “¿Morir? ¡Seguramente nos encontrarán en esta habitación, desfallecidos, trabajando!”. “Tienes razón –añade Stefano, entrando en un juego algo morboso–. De hecho, ¡tenemos que pensar en encargar dos bellos ataúdes! Los guardaremos aquí y nos depositarán directamente dentro... Y Lagerfeld vendrá a dibujar en nuestra mesa”, concluyen entre risas.
“Hicieron falta años para dejar atrás el dolor
y la rabia tras nuestra ruptura como pareja, pero si hemos podido superarlo es porque todavía nos amamos”.
UNA HISTORIA DE AMOR
Se les escucha discutir y reír: y es que, en el fondo, no es cierto que el amor solo dura tres años... “Nuestra separación fue muy complicada –dice Domenico al referirse al nal de su vida en pareja–. Era muy duro llegar a la o cina y tener que comportarnos como si no pasara nada. Necesitamos un par de años para sobreponernos al dolor, la incomodidad y la rabia tras la ruptura. Pero, lo curioso es que, en ese momento, nadie se dio cuenta de lo que estaba pasado. No notaban nada. Creo que si pudimos superar esa prueba es porque todavía nos amamos”, concluye. Se conocieron a principios de los años 80, fundaron su empresa en el 81 y desde entonces siguen juntos.
Hasta 2005, lo compartieron todo. Luego, cada uno conoció a una nueva pareja y encontraron un equilibrio entre la vida sentimental y la vida profesional. “En un momento, hasta llegamos a pensar que era necesario separar nuestros caminos –con esa Stefano–. Pero esta marca es nuestro hijo, así que nos resulta imposible abandonarla”. Hoy, todavía viven en el mismo edi cio e incluso se van juntos de vacaciones. Son como cualquier familia reconstituida... Pero no solo comparten afectos y vida personal, sino que su alianza es, sobre todo, estética. “Recuerdo perfectamente nuestro primer corsé –dice Stefano con pasión–. Aquel era negro, pero desde entonces lo hemos hecho con todo tipo de variaciones... Hay uno con piedras incrustadas, magní co, que conservamos en una vitrina”. De hecho, si solo se pudiese escoger un elemento para de nir a la marca sería, sin ninguna duda, el corsé: es la pieza que reaparece en todas las colecciones. “Para nosotros, encarna el espíritu de la “italianidad”, de la sensualidad y de la pasión –a rma Stefano–. El corsé le hace un guiño a nuestra memoria cinematográ ca: es un homenaje a Sophia Loren y su inolvidable “striptease” delante de Mastroianni en la película de Vittorio de Sica, “Ayer, hoy y mañana”.
FEMINIDAD RADICAL
Esta imagen fundadora del universo Dolce & Gabbana hay que tomarla al pie de la letra: “No se trata de jugar a transformar radicalmente los códigos poniéndolo todo del revés, sino de acentuar hasta el extremo la sensualidad del cuerpo femenino –explica Stefano con vehemencia–. A nosotros no nos interesa la moda de lo andrógino. Nos gustan las mujeres que son verdaderas mujeres y los hombres que son verdaderos hombres”. La primera embajadora de su corsé fue Madonna: “¿Te acuerdas cuando la vimos en una foto del Herald Tribune con nuestro corsé? Casi tuvimos un ataque al corazón –recuerda Stefano–. Madonna ya era un ícono, pero nosotros estábamos empezando. No nos lo podíamos creer”. “Tal vez seguimos enamorados de nuestras madres”, deja caer Domenico con socarronería. “O nos atrae la idea del matriarcado”, añade Stefano. “Nos gustan las mujeres que tienen una personalidad fuerte, que tienen una profesión, hijos, una vida plena... ¡Y que son morenas!”, observa Domenico. En sus recuerdos, la musa que dejó una huella indeleble sin lugar a dudas es Anna Magnani. “Su verdad carnal, su carisma, su porte orgulloso, hasta el detalle inquietante de un no tirante de la ropa interior que cae descuidadamente desde el hombro...”, explica Stefano. Un arquetipo que los ha llevado a desarrollar relaciones profesionales y amistosas con Isabella Rossellini, Laetitia Casta, Madonna y Monica Bellucci. “¡Monica es tan bella!”, se extasían los dos al unísono. “47 años y sin miedo de mostrar sus pequeñas arrugas”, se enciende Stefano. “No nos gusta la belleza falsamente perfecta –agrega Domenico–, sino la pasión, el carisma, la personalidad de una mujer”. Todas estas estrellas se prestaron para aparecer en sus campañas, que ponen en escena los clichés de la “italianidad”: desde Madonna en la cocina, a Bellucci encarnando a una “mamma” sensual con vestidos de encaje negro. He ahí la fuerza del mensaje: gestos maternales y actitud de conquista. “En cierta manera, Sicilia siempre ha sido el hilo conductor de nuestra historia”, dice Stefano, que es milanés. Domenico, que es siciliano de Polizzi Generosa y todavía conserva un fuerte acento, no puede más que asentir. De esta isla mediterránea, Dolce & Gabanna ha tomado prestado todos los clichés, utilizándolos como si fueran las palabras de su propio vocabulario “fashion”: la imagen de la viuda y del “picciotto” (“un hombre joven”, en el lenguaje local); los colores de los cítricos, de las verduras y del mar; la ra a, el mimbre de las canastas y el oro de los altares de las iglesias; la iconografía religiosa austera y la opulencia de la arquitectura barroca; las marionetas del teatro callejero (“il pupi”); y las telas rayadas de las sombrillas de la playa. “Es nuestra cultura, nuestra tradición, es lo que amamos. Aún cuando intentamos cambiar, volvemos a nuestras raíces”, suspira Stefano. “Nos hemos convertido en los embajadores de un tipo de idea sobre Italia que no es solo estética, sino también de tradiciones y de alores que cualquiera puede comprender”, agrega Domenico. “Y, si a alguien no le gusta, no es grave. No podemos gustarle a todo el mundo”, concluye Stefano.
“No nos gusta la belleza falsamente perfecta, sino la pasión, el carisma y la personalidad de una mujer. Tal vez seguimos enamorados de nuestras madres...”, dice Domenico socarrón.
ÉXITO FULMINANTE
¿Y qué ocurre con el hombre Dolce & Gabbana? ¿Quién es? Su línea de moda masculina conoció desde el inicio un éxito fulminante, en parte gracias al olfato de los dos creadores para anticiparse al concepto de “metrosexual”, eligiendo como modelo al jugador de fútbol británico David Beckham. “Quisimos demostrar que se podía ser heterosexual y estar interesado por la moda”, comenta Stefano. “Al principio, orientamos nuestro esfuerzo hacia el mundo del fútbol, que es el deporte popular por excelencia y tradicionalmente se ha considerado el feudo de la virilidad heterosexual”. Memorable fue su campaña publicitaria de la Squadra Azzurra (la selección italiana de fútbol) en el vestuario, vestidos solo con unos slips ajustados: “Tuvimos mucha suerte, porque además ese año Italia ganó el Mundial”, concluye orgulloso Stefano. Pero, más allá de la inteligencia del marketing, el éxito de la línea para hombre, descansa, como en el de la de mujer, sobre lo esencial de la rma: trajes de corte impecable, inspirados en la elegancia de iconos cinematográ cos como Al Pacino, Marcello Mastroianni y Steve McQueen. Pura testosterona seductora... pero también mucho más.