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*El tesoro de Bulgari

ES EL EMBLEMA DE LA JOYERÍA ITALIANA Y CUMPLE 130 AÑOS EN UN MOMENTO DULCE DE CRECIMIENT­O, TANTO EN PRESTIGIO COMO EN VENTAS EN MÁS DE 40 PAÍSES. POR GERVASIO PÉREZ El tesoro de Italia

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roma no es patrimonio único de los romanos, es patrimonio de toda la humanidad. Cuando me asomo al balcón del Foro Imperial, me aborda la responsabi­lidad de mantener una herencia que pertenece a todo el planeta”. A principios de primavera, en una sala del Ayuntamien­to, a pocos metros de ese balcón a la historia, el alcalde de Roma, Ignazio Marino, anuncia con estas palabras una nueva restauraci­ón en la ciudad. “Una firma que también es global, Bulgari, nos brinda su compromiso y su generosa donación de 1,5 millones de euros para restaurar la escalinata de la Plaza de España. Doy las gracias a Bulgari por esta gran ayuda”, concluye Marino ante la atenta mirada de Jean-Christophe Babin, el CEO de Bulgari, que toma la palabra: “Es un honor contribuir en su restauraci­ón. Roma y su riqueza cultural han sido siempre una fuente de inspiració­n fundamenta­l para nosotros”. Unas horas antes de esa rueda de prensa, en su despacho en la sede de la compañía, a pocos metros de la histórica Plaza de España, Babin me resume la importanci­a que la ciudad ha tenido y tiene en el ADN de una firma de joyería que también es emblema del “Made in Italy”, de un tesoro italiano que igualmente está presente en el mundo con 300 tiendas en más de 40 países. “El Coliseo, las termas de Caracalla... En muchas ocasiones nos hemos inspirado en emblemas de hace 2.000 años para realizar diseños novedosos. Miramos al pasado y pensamos en el futuro”, mantiene este ejecutivo que tomó las riendas hace un año y cuenta con exitosa carrera en marcas como Tag Heuer. Pero dentro de Roma, las escaleras de la Plaza de España encierran un significad­o muy especial para la casa. Su fundador, Sotirio Bulgari (Paramythia, 1857), griego procedente de una familia de plateros que emigró a Italia con 22 años, las subía y bajaba muchas veces al día, formaban parte de su paisaje cotidiano porque eran el camino obligado que unía sus dos primeras tiendas, situadas en la zona alta y baja de la colina que conectan las escaleras. “Están en el corazón de nuestra historia y es un honor poder devolver el esplendor a esta joya arquitectó­nica de la ciudad eterna”, remarca Babin en la privacidad de su oficina, rodeado de varios retratos de su mujer e hijos.

UN LENGUAJE PROPIO.

Jean-Christophe Babin no es un directivo al uso. No mantiene la actitud distante de gestor obsesionad­o con las cifras y en su despacho reinan distintas fotos con su esposa y tres hijos. “Son lo más importante en la vida. Me dan fuerza y energía; y mucho amor, mucho cariño. Y el cariño siempre es el motor, es fundamenta­l para transmitir­lo en todo lo que haces, también en el trabajo”. Bulgari es una empresa con muchos hijos. Además de la alta joyería que la caracteriz­a, su éxito reside en otras líneas de negocio: relojes, accesorios (bolsos, pañuelos, gafas...), cosméticos, perfumes y hoteles de lujo. Un macronegoc­io que en 2010 (último año con cifras oficiales) generó 1.069 millones de euros y más de 38 millones de beneficios netos. “La dificultad de la gestión reside en que tienes que potenciar el carácter específico de cada sector, y ser número uno en todos, pero sin perder la esencia común, manteniend­o la filosofía central de Bulgari. No puedes dar una educación diferente y una familia diferente a cada hijo...”. En esa idiosincra­sia que distingue a Bulgari, calidad, originalid­ad y crea-

“En España crecemos y el negocio es equilibrad­o: el 50% de ventas es de turistas y el otro 50 de españoles. En Francia la proporción es de 75 a 25”, dice el director general.

tividad son tres factores clave. De hecho, la firma fue pionera en combinar piedras preciosas y semiprecio­sas en un mismo diseño, consiguien­do así su caracterís­tico sentido del color y esa infinidad de seguidoras que se mantienen fieles con los años. Carmen Cervera, que conserva una de las mejores coleccione­s de joyas de la firma de los años 80, es una de ellas y no dudó en prestar algunas de sus piezas para una exposición celebrada en la tienda de Via Condotti con motivo del 130 aniversari­o esta primavera. “Siempre me ha gustado Bulgari y las piezas de la exposición, que todavía me pongo en ocasiones, me traen unos recuerdos maravillos­os”, me aseguraba la baronesa observando las vitrinas que le dedicaba la firma en varios salones de la tienda, uno de ellos el llamado Taylor Room, precisamen­te en homenaje a otra de sus grandes clientas clásicas, la actriz norteameri­cana Elizabeth Taylor. A partir de la apertura de los estudios Cinecittà en los años 40, la llegada de produccion­es cinematogr­áficas y actores internacio­nales fue imparable durante los 50 y 60. Y fue en esos momentos cuando Liz Taylor se convirtió en una clienta tan fiel que Richard Burton llegó a decir: “La única palabra que conoce Elizabeth en italiano es Bulgari”. Anna Magnani, Lauren Bacall, Marilyn Monroe, Audrey Hepburns, Sofía Loren, Soraya, Grace Kelly y una larguísima lista de iconos populares se conviertie­ron en grandes clientas y en las mejores embajadora­s de la firma, que en los años 70 experiment­ó la expansión internacio­nal, que ha continuado hasta la actualidad.

VISIÓN DE FUTURO.

En 2011, el grupo LVMH adquirió la firma y, desde entonces, dos nietos del fundador, Nicola y Paolo, se mantienen en el Consejo de Administra­ción. “La ambición de Bulgari es ser más fuertes que nunca –señala Jean-Christophe Babin–. Nuestro prestigo vive un gran monmomento en todo el mundo. En realidad, donde se cocone menos la firma es en Francia. Allí las joyas se llaman Cartier, igual que en Italia se llaman Bulgari. Estamos creciendo globalment­e y es enorme el aprecio en países como China o Rusia”. También España es un buen mercado para Bulgari. Lo explica Babin: “Estamos creciendo con cifras de dos dígitos y tenemos nueve tiendas. Además el negocio es equilibrad­o, porque el 50% de las ventas llegan por los turistas y el otro 50%, por los españoles. En Francia la proporción es de 75% del turismo y 25% de los locales. En cualquier país y para cualquier firma es mejor tener porcentaje­s de venta equilibrad­os, porque no dependes tanto de las fluctuacio­nes del turismo”. Hermosa historia esta que inició Sotirio Bulgari hace 130 años en la Plaza de España de Roma pensando en los turistas.

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Clientas actuales como Elizabeth McGovern o Julia Roberts han tomado el relevo de seguidoras de otra época: Ingrid Bergman y Angie Dickinson.
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El Coliseo romano inspira el anillo B-Zero I, en nuevas versiones por el 130 aniversari­o.

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