ABC - Mujer Hoy Moda

teresa helbig 20 AÑOS DE DELICADEZA

LA PASIÓN ES SU MOTOR. HILO A HILO, CON ENTUSIASMO, LA CREADORA CATALANA HA COSIDO UNA DE LAS CARRERAS MÁS SÓLIDAS DE NUESTRA MODA. DOS DÉCADAS EN LAS QUE NO HA DEJADO DE SER FIEL A SÍ MISMA.

- POR CANTAL CEÑA FOTOS: ALICIA AGUILERA

la cita es en el pabellón Mies Van der Rohe, en Barcelona, la ciudad en la que vive y tiene el taller Teresa Helbig. Una creadora perfeccion­ista, que desprende tanta energía y emoción como sus vestidos, prendas hechas a mano ultrafemen­inas y delicadas. Sin embargo, lo que sorprende de ella en las distancias cortas es que Helbig reivindiqu­e un punto gamberro y transgreso­r en su estética, algo que comparte con su amiga Macarena Gómez, una actriz que ha hecho de modelo por un día con algunos de los diseños de la colección de invierno. “Macarena es una “Helbig girl” total –dice Teresa–. Nos conocemos desde hace muchos años, cuando las dos estábamos empezando. Y es muy graciosa, como todo el mundo sabe, pero también inteligent­e, culta, y una gran actriz”. En la última década, hilo a hilo, Helbig ha ido construyen­do una sólida carrera con vocación internacio­nal, pero sin abandonar a sus clientas de siempre. Confiesa que trabaja unas 12 horas al día –“y aún así me falta tiempo”–, y echa una mirada atrás a sus dos décadas de carrera que se le han pasado en un suspiro.

Mujerhoy. ¿Cuál es la gran lección que ha aprendido en estos 20 años? Teresa Helbig.

Que en realidad nunca sabes nada. Que cada día te sorprende algo nuevo.

Durante toda su carrera, ¿cómo ha evoluciona­do su forma de pensar?

Llevo 20 años trabajando y ha sido todo de una forma natural. Yo soy un desastre desde el punto de vista de la planificac­ión y nunca he pensado ni como empresa ni como negocio: lo mío ha sido pura pasión y una cosa me ha llevado a la otra. Empecé haciendo vestidos para ocasiones especiales, porque era lo que más me gustaba, pero he evoluciona­do y aprendido mucho, por ejemplo, de tejidos. En mi primera colección no tenía un duro, así que utilicé un crepé de poliéster que picaba muchísimo. Y cuando gané un poco de dinero, lo invertí en tejidos buenos. Y se han convertido en mi obsesión, incluso los fabricamos nosotros.

¿Vende fuera de España? ¿Se puede hablar de un proceso de internacio­nalización de la firma?

Pues vamos muy lentos, mucho. Hemos empezado gracias al boca a boca y aún nos falta muchísimo camino. Pero nunca cambiaría nada con tal de vender en otros mercados. Ser fiel a uno mismo es fundamenta­l. La pasión me puede, me ciega y no puedo pensar ni en dinero ni en nada de eso. Pero sí tenemos muchas clientas de fuera de España que vienen a hacerse los vestidos a Barcelona.

¿De Barcelona no la mueve nadie?

No, para nada. Me gustaría abrir tienda en Madrid, sería el paso natural que nos encantaría dar.

¿Trabaja de forma diferente en un vestido para alguien en concreto que en una colección entera para un desfile?

Trabajo igual. La persona que viene al taller es porque le gusta el estilo Helbig y es fiel a lo que hemos presentado en la pasarela.

¿Y cómo definiría su estilo?

Seductor, provocador. Para una mujer que tiene un punto canalla, un poco gamberra, que no está encorsetad­a. Y que aprecia las cosas de calidad, atemporale­s.

¿Cuál es el vestido o la colección que recuerda con más cariño?

La colección Capri, que fue la primera que presentamo­s en un desfile. Mi madre y yo no nos lo podíamos creer.

¿Le gustaría desfilar en Nueva York o en París?

Sí, claro. Muchísimo. Pero hace falta una inversión económica muy potente porque no se puede hacer solo para alimentar el ego. La gente tiene que entender que vas en serio, que puedes vender y responder a un pedido.

¿En la moda es todo cuestión de dinero, más que de talento?

El dinero ayuda. Puedes “vender” mucho más las cosas, invertir para dar imagen de marca, el dinero es necesario para todo. Pero no más que el talento, aunque he visto casos que funcionan con poco talento y mucho dinero. Yo creo que tienen que ir unidos.

¿Cómo lleva la parte empresaria­l?

Ahora mejor, pero en la primera colección que hice me equivoqué... ¡Fabriqué el doble de lo que me habían pedido! Pero de todo se aprende.

¿Y cómo lo compagina con su faceta de madre de familia?

Tengo dos hijos, uno de 23 años y una niña de dos y medio. Con mi hijo siempre he tenido ese complejo de no haberle dedicado suficiente tiempo, pero es que una no es solo madre, tienes que trabajar y hacer más cosas. Y con mi hija tengo más suerte, porque el “showroom” y el taller están en la planta baja del edificio en el que vivo y puedo subir y bajar cuando sea necesario.

¿Cuánta gente trabaja con usted?

En el taller somos 12 personas, de todas las edades. Hay gente mayor, las maestras, como mi madre. Pero también hacemos mucha cantera, es muy importante para que no se pierda la artesanía.

“Nuestro taller es como un laboratori­o para la gente joven a la que realmente le gusta coser y no solo figurar”.

“Si alguien viene a mi taller, sea como sea, yo me dejaré la piel para que esté maravillos­a. Ese es

mi trabajo”

¿Cuál es la función que desempeña cada una de esas personas?

Pues hacen de todo. Porque la que realmente sabe coser, también sabe bordar. Cada una está especializ­ada en una cosa, pero en los momentos de mucho trabajo, todos nos ponemos a hacer de todo. Yo también cojo la aguja. Soy la peor de todo el equipo [Risas], pero las cosas a mano puedo hacerlas. A máquina no, ahí no soy buena, quizá porque tengo como referente a mi madre, a la que siempre he visto con la aguja en la mano.

¿Le cuesta encontrar profesiona­les?

Es difícil, pero es que encontrar a profesiona­les comprometi­dos es muy difícil en todos los ámbitos, no solo en la moda. Tengo suerte porque en mi taller tenemos incluso chicas de fuera de España que piden hacer prácticas con nosotros. Estamos haciendo mucho trabajo artesanal que en otros sitios se están perdiendo. Al final, nuestro taller es casi como un laboratori­o para la gente joven a la que realmente le gusta coser y no solo figurar. Porque la moda es mucho más que eso, hay muchísimo trabajo detrás.

¿Cuánto tardan en confeccion­ar uno de sus vestidos?

Depende, algunos hasta tres meses. Y hablamos de ocho horas diarias de trabajo. Cortarlo puede ser un día; bordarlo, tres meses... Otros pueden estar en 10 días.

¿Cree que las consumidor­as valoran todo este trabajo?

Hay gente que sí lo hace y por eso van al “showroom”, porque quieren vivir la experienci­a de hacerse un vestido, que les tomen las medidas y se lo hagan en exclusiva, a mano... Es una forma de trabajar muy ética. ¿Valorar? Pues en una foto en una revista, por ejemplo: a veces no se aprecia porque no se cuenta más allá de un estampado de flores, cuando segurament­e está bordado, con el bajo cosido a mano... porque no está todo hecho a máquina, como en las marcas “low cost”. Esa es otra forma de consumo que no se puede comparar.

¿Tiene alguna prenda “low cost”?

Ninguna. No porque gaste más dinero, simplement­e porque soy más de elegir una buena prenda que me acompañe durante mucho tiempo que de muchas malas.

Su madre trabaja con usted, ¿le da buenos consejos?

Me los da, sí, es muy machacona. Siempre dice que tenemos que ser fieles a nosotras mismas, a lo que nos gusta. Y que las cosas tienen que estar bien terminadas. ¡Manda más que yo! Pero a ella siempre le hago caso.

¿A qué personaje le gustaría vestir?

Pues ya hemos vestido a Taylor Swift, a Halle Berry... Pero en general, a cualquiera que quiera llevar un Helbig. Porque sea como sea, si viene a mi casa, yo me dejaré los cuernos para que esté maravillos­a. Ese es mi trabajo.

Tiene entre manos un proyecto de perfumes, ¿para cuándo?

Hemos firmado con una empresa muy especial, Carner, que tiene ya su propia marca y vende en las perfumería­s más exclusivas del mundo. Serán tres perfumes, aunque aún no puedo decir cuándo saldrán, pero será pronto.

¿Cómo es cuando no trabaja?

Soy caótica y nerviosa. Tengo muchos cambios de ánimo, del subidón paso al bajón en un momento. Y dicen de mí que quiero muchísimo a la gente, que confío mucho en ella. Y eso ayuda, pero también es un arma de doble filo.

¿Qué es para usted la familia?

Es la base de todo. La persona a la que más admiro es mi madre. Le estoy muy agradecida.

¿Dónde se ve dentro de otros 20 años?

Trabajando en esto que me gusta tanto y, ojalá, haciendo crecer la marca. Es muy bonito que algo crezca así y que dure mucho tiempo... aunque yo no esté.

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GEOMETRÍA EN LA PIEL Macarena Gómez, con un vestido de napa verde con galones de hilo dorado y rosa.
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PURO Vestido “georgette” con espalda al aire y frontal con tiras de terciopelo y bordados
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ROMANTICIS­MO PURO Vestido “georgette” con espalda al aire y frontal con tiras de terciopelo y bordados en azabache.

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