7. TIENES QUE LAVARTE EL PELO TODOS LOS DÍAS
NO NECESARIAMENTE. Si la excusa para esta afirmación es que tienes el cabello graso y apenas te dura 24 horas con apariencia de limpio, estás, precisamente, en el grupo de personas que deberían evitar a toda costa someter su cabello a un lavado diario. ¿La razón? Si te deshaces de la grasa que producen las glándulas sebáceas de tu cuero cabelludo de forma radical, el organismo interpreta que hay un desequilibrio y que tiene que producir más para contrarrestarlo, con lo que acabas sobreestimulando. Es una especie de efecto rebote que, además, es difícil de recuperar porque el ciclo fisiológico de funcionamiento del cabello y el cuero cabelludo es lento y tarda en readaptarse. Así que aguanta la tentación y dale al menos 48 horas de margen entre lavado y lavado.