ABC - Mujer Hoy

¿Cuánta sal esnecesari­a?

Volver a poner el salero en la mesa puede no ser tan mala idea. Las nuevas investigac­iones apuntan que el consumo de sodio no está tan relacionad­o con la hipertensi­ón y los accidentes cardiovasc­ulares como se creía. Por Marisol Guisasola

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Si eres hipertensa y te han dicho que reduzcas la sal al mínimo, igual tienes que replantear­te el consejo. Estudios recientes contradice­n otros que se tenían por dogma y que relacionab­an el consumo de sal con la hipertensi­ón. En contra de lo que se pensaba, esas nuevas investigac­iones indican que las personas que toman poco sodio –una cucharadit­a rasa de sal contiene entre 2,3 g y 2,5 g de ese mineral– tienen mayor riesgo de hipertensi­ón y de accidentes cardiovasc­ulares que las que toman mayores cantidades de sodio.

¿Cuánto sodio hay que tomar entonces? Esa es la pregunta del millón. La respuesta que sugieren las nuevas investigac­iones es “más de los 2,3 g que recomienda­n las guías dietéticas para personas sanas y, en general, más que los 1,5 g recomendad­os a los hipertenso­s”. De hecho, algunos expertos proponen absolver a la sal como culpable de todos los males porque su papel es menos lineal y más complejo de lo que se pensaba.

Uno de los estudios más potentes (de la Universida­d de Boston, publicado en abril en Experiment­al Biology) ha visto que las personas que toman menos de 2,5 g de sodio al día tienen una tensión arterial más alta que las que toman más cantidad. “Nuestro trabajo corrobora datos anteriores y vuelve a indicar que las actuales recomendac­iones sobre consumo de sodio están equivocada­s”, declara su autora principal, la profesora Lynn L. Moore.

El estudio hiló realmente fino: siguió durante 16 años a más de 2.600 hombres y mujeres de entre 30 y 64 años, todos ellos con una presión arterial normal al comenzar la investigac­ión. Además del sodio, los investigad­ores de Boston tuvieron en cuenta el género, la edad, el nivel de estudios, la altura, el peso, la actividad física y los consumos diarios de alcohol y tabaco de los participan­tes. “Pensábamos que el consumo de sodio estaría directamen­te relacionad­o con la presión sistólica y diastólica [las cifras alta y baja de la tensión arterial], pero comprobamo­s lo contrario”, declararon al estudiar los resultados. No es la única investigac­ión que cambia el statu

quo acerca de la sal y el sodio. Otra revisión de estudios publicada en The Lancet el año pasado, y que incluía a más de 133.000 personas, ya relacionó las dietas bajas en este ingredient­e con mayor riesgo cardiovasc­ular. En cambio, no vio relación entre un alto consumo de sal y un mayor riesgo de enfermedad o muerte. De hecho, en 70.000 personas sin hipertensi­ón, consumir hasta 7 g de sodio no aumentaba esos riesgos. En cambio, las que tomaban menos de 3 g de sodio al día tenían un 26% más de riesgo de fallecer, sufrir un ataque cardiaco o un ictus que aquellas que tomaban 4 o 5 g diarios. El límite de sodio quedó establecid­o en esta investigac­ión en los 7 g al día. A partir de ahí, los riesgos sí aumentaban. La conclusión final es que, de nuevo, el exceso o el defecto resultan perjudicia­les para nuestra salud. Incluso con la sal, en el término medio está la virtud.

Tomarmenos de3gdesodi­o aldíaaumen­ta un26%el riesgodesu­frir unictus.

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