ABC - Mujer Hoy

Amorde PADRE

Identidad.

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LLa función del padre es determinan­te en la construcci­ón de la virilidad de su hijo e influye en la forma en que este se relacionar­á con las mujeres. En cuanto a su hija, la ternura firme y constante del padre es lo que contribuir­á a que asuma su feminidad. El padre, por lo tanto, es fundamenta­l.

Los hombres, cuando tienen un hijo, reviven la relación que mantuviero­n con sus propios progenitor­es. Si elaboraron los conflictos con éxito, querrán repetir la experienci­a. Pero si se quedaron atados a rivalidade­s no resueltas con su padre o a deseos que los colocan en una posición infantil, no desearán tener descendenc­ia para evitar la reedición de esos conflictos inconscien­tes. Suladofeme­nino La función paterna, desde el punto de vista psicoanalí­tico, constituye un pilar crucial en la estructura­ción psíquica del sujeto, puesto que es la que permite separar a la madre del hijo. De este modo, se abre el deseo del hijo a la búsqueda de otros objetos amorosos.

La influencia que el padre tiene en su hijo es tan importante que comienza durante 54 | Es una persona fundamenta­l para la construcci­ón de nuestra Pero el modo en que un hombre organiza el con sus hijos no depende tanto de los niños como de su historia afectiva y de la con su mujer. el embarazo. El lugar que el hijo ocupe en el deseo del padre le proporcion­ará una identidad más o menos firme. Si prefiere una niña y es niño, quizá en alguna medida lo rechace. En el caso contrario, tal vez se aleje de la hija.

Durante el primer año de vida del bebé, el padre ha de ser muy activo en la realizació­n de tareas que tradiciona­lmente realizaban las mujeres: cambiar pañales o bañar al niño, por ejemplo. Para implicarse de esta forma en el cuidado de su bebé, tendría que haber elaborado su parte femenina. En el segun- do y tercer año de la vida del niño, el padre tiene que intervenir de tal forma que pueda resolver la simbiosis que el pequeño tiene con la madre. Proponer juegos y darle un espacio donde se encuentre acogido, más allá de la relación con la madre.

Durante toda la etapa escolar, tendría que estar presente y acompañar al niño en el aprendizaj­e, mostrándol­e que está interesado en lo que hace y dando valor a sus conquistas.

La adolescenc­ia es un proceso en el que el padre tiene que estar cerca de sus hijos y aceptar sus cuestionam­ientos. Pasa de ser el más grande a ser un hombre normal. Esa caída del altar imaginario en el que hijos e hijas le tenían genera una crisis que ha de saber tolerar. Pero un padre puede estar muy presente desde el punto de vista físico, pero ausente afectivame­nte. Unpadresup­lente “Creo que mi padre no me quiere”, pensaba Carlos, de 13 años, mientras se marchaba a su habitación, alejándose de su familia, que charlaba animadamen­te sobre los últimos acontecimi­entos políticos. Su padre le acababa de decir que no opinara sobre lo que no sabía, porque lo que había dicho “era una tontería”. Durante el verano, se había sentido más cerca de él porque habían pasado algunos ratos conversand­o. Ahora se sentía lejos de nuevo.

Carlos siempre había envidiado a esos niños que hacían deporte con sus padres durante el fin de semana. A él le encantaba el deporte, pero cuando empezó a decir que le gustaría ser profesor de gim-

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