ABC - Mujer Hoy

EL TEATRO ES EL AQUÍ Y EL LO MÁS DIFÍCIL NO ES APRENDERSE EL TEXTO, SINO ESTAR PRESENTE.

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mueren habiendo cruzado la frontera de los 80. “En el primer ensayo, llegó un momento en que tuvimos que parar porque hay una frase que dice Margarita que me hizo llorar y llorar”, cuenta Etura.

Le pregunto a Miguel del Arco por ese ensayo y me responde por teléfono desde Milán. Habla mientras camina y cada cinco minutos se hace un silencio porque pasa un tranvía: “Llevábamos horas. Fue muy emocionant­e, pero lo tuve que parar, porque la obra que estamos montando es muy complicada, tanto por los niveles narrativos en los que se mueve como porque habla del amor y de la muerte…. de la vida en defintiva. Y vi que Marta, en un momento dado, se había dado la vuelta. En esta profesión somos unos privilegia­dos, porque puedes estar durante horas con pico y pala, profundiza­ndo en las emociones de los seres humanos. En ocasiones nos dicen que somos una panda de intensos, pero, claro, a veces en tres horas pasamos por más estados de ánimo que alguna gente en toda su vida”. Sacudidas de vida y poesía La intensidad es marca de la casa. La función por hacer, la aclamada primera pieza de Kamikaze Produccion­es, ganadora de siete Premios Max, fue la obra que descubrió y consagró a Lennie como una de las actrices más importante­s de su generación. “Era la primera vez que me ofrecían un papel de mujer, con sus deseos y su complejida­d –recuerda la actriz–. Y, además, a un nivel emocional y energético tan demandante como el que trabaja Miguel. Me dije: “Por fin tengo un personaje”.

“Es que los actores dependemos absolutame­nte de los 16 | MartaEtura personajes que nos dan... –subraya Etura–. Sin ellos no tienes nada. A las mujeres nos ha tocado tantas veces hacer de “la mujer de”, “la novia de”, o el personaje chiquitito que tiene un arco mínimo, casi inexplorab­le... Pero tú puedes lucirte cuando tu personaje tiene un recorrido. Si no, es imposible”.

Y, sin embargo, en Ilusiones no interpreta exactament­e a un personaje, sino a una Narradora, que desde cierto distanciam­iento cuenta la historia de Sandra y Dani, y su largo matrimonio de amor y lealtad. O de desamor y deslealtad. Y a eso se refería el director con los distintos niveles narrativos. En una realidad desmantela­da de certezas, el Teatro Kamikaze hace dialogar al espectador con la duda y disecciona sus pulsiones. En Ilusiones, Marta Etura no es una mujer, es otra cosa. “Esa es parte de la grandeza del teatro –dice la actriz– En el cine todo está más sujeto al realismo, pero con el teatro entras desde el principio en una convención maravillos­a donde todo vale. Yo salgo y digo: “Estamos aquí en Dinamarca” y “Ya estamos en Dinamarca”.

Miguel del Arco recuerda con emoción el día en que Bárbara Lennie conquistó al asalto el parlamento más difícil de La función por hacer: “Era un monólogo muy poético, donde a Israel Elejalde y ella se les salía la literatura por la boca, y era muy difícil mantener la verosimili­tud. Bárbara es una actriz obsesiva, como lo soy yo, con la palabra y con el trabajo, y estaba muy preocupada con ese monólogo. A veces se producen esas cosas mágicas, de un actor o una actriz, que ha tenido muchas dudas con algo y, de repente, hay un momento en que cristaliza y fluye todo el trabajo que se ha hecho hasta llegar ahí. Ese día pensé: “¿Cómo ha sido capaz de sacar eso? ¿De dónde viene?”, porque ni en el mejor de mis sueños podía imaginar a dónde iba a ser capaz de llegar”. Pasa el tranvía en Milán y al otro lado de la línea vuelve a hacerse el silencio.

El teatro es un lugar de epifanías. “Los personajes son seres más vivos que multitud de hombres que se cruzan en la calle. Quizá menos reales, pero más verdaderos”, dice uno de los personajes de La función por hacer, reivindica­ndo su ser. En el escenario, tras el silencio, a veces ocurre la vida. “A mí me gusta cuando los espectácul­os me tambalean y me hacen pensar, me voy a casa y se me quedan pegados”, dice Miguel del Arco entre tranvía y tranvía. “Cuando el teatro es bueno –añade Etura– tiene el poder de sacudirte como una descarga eléctrica y transforma­rte, porque el ser humano que te está contando una historia está a dos metros de ti y eso, que es una experienci­a física, tiene muchísima fuerza”.

¿Qué momentos de revelación recuerdan haber tenido en una sala de teatro?, le pregunto a las actrices, y da la sensación de que, por un momento, les alivia salirse del foco para contestar desde el patio de butacas. Marta Etura rememora con vértigo Estado de ira, del argentino Ciro Zorzoli, “una obra donde lloré a carcajadas de la risa y, cuan-

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Miguel del Arco es el director de la compañía Kamikaze, que esta temporada estrena Ilusiones.

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