ABC - Mujer Hoy

“EL MIEDO A SALIR AL ESCENARIO NO SE PASA NUNCA. SE DOMESTICA, PERO SIEMPRE HAY VÉRTIGO”.

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La voluptuosi­dad y el deseo te hacen ser consciente de que eres cuerpo. ¿El teatro también? Marta Etura. En el cine eres rostro solo si el director quiere, pero en el escenario eres cuerpo quieras o no, porque cada parte de ti es observada, al menos, por 300 personas. El primer día que llegas al ensayo, dices: “Dónde meto las manos, qué hago con las piernas”. Y tomas conciencia de ti. Bárbara Lennie. El teatro te exige un cuerpo expresivo. No puedes estar en el escenario como aquí en la vida. Desde que empiezas a trabajar, estás luchando para tratar de adueñarte de tu instrument­o, que es tu cuerpo, pero también tu voz. Al principio, todas las tensiones se mueven hacia lugares inesperado­s. Te duele y te duele. Y la razón es que la palabra tiene presencia y tu cuerpo tiene que estar en condicione­s de poder portarla. Si no eres coherente con lo que estás contando, no hay donde esconderse. En eso el teatro es despiadado. ¿Y ese poner el cuerpo no deja huella? Marta Etura. Sí que la deja. Desarrolla­s una sensibilid­ad que para el curro es maravillos­a, pero para la vida puede ser terrible. Bárbara Lennie. Es un equilibrio difícil, porque si hay algo a lo que no puedes renunciar es a ser sensible. Marta Etura. Cristina Rota, mi maestra, solía decir: “Ablanda el corazón, tenlo blandito”, para que todo te atraviese. Pero luego, cuando sales a la vida, lo que en el escenario juega a tu favor, en el mundo real puede hacerte mucho daño. Bárbara Lennie. Yo no sabría decirte si me hace daño, tal vez porque en la vida me conozco menos de lo que me conozco en el teatro. Pero creo que no me siento tan vulnerable como asegura Marta. Hay una artesanía en el teatro, que tiene que ver con la memorizaci­ón de los textos, que al espectador le resulta misteriosa. ¿Cómo lo hacen? ¿Siguen algún método? Bárbara Lennie. Yo no tengo estrategia. Son horas y horas y horas de repasar, caminar y estar enfrente de la hoja… Aunque después de memorizar La clausura del amor, de Pascal Rambert, creo soy capaz de cualquier cosa. Estuvimos Isra y yo [Israel Elejalde, otro de los miembros de Kamikaze, y entonces su pareja] durante seis meses memorizand­o el texto. Me pasó también con Las criadas. No me veía capaz. Soy rápida, pero no soy especialme­nte rápida. Y necesito tiempo. Marta Etura. Todo es un proceso. Yo no sé si a ti te pasa, Bárbara. Barbara Lennie Cuanto más aprendes, más consciente eres de lo poco que sabes. Yo tengo esa sensación con cada proyecto. Me acuerdo mucho de la Rota, a quien amo profundame­nte. Ella, antes de empezar un montaje, siempre decía: “Se me presenta como una montaña”. Y es cierto: vas escalando, pero nunca alcanzas la cumbre. Incluso, cuando parece que lo tienes todo controlado, has de salir al escenario, hacer tu trabajo y conectar. Tener la suficiente concentrac­ión para no escaparte y estar presente. Lo difícil no es aprenderse el texto, sino estar ahí, concentrad­a, porque el teatro es el aquí y ahora más absoluto. ¿Serían capaces de recordar algún pedazo de texto que siempre las haya acompañado? Marta Etura. A mí me viene a la cabeza un fragmento de Julieta, que aprendí para un ejercicio de la escuela. A los 17 años, te- nía esa energía revolucion­aria de la juventud y estaba loca por hacer de Julieta. Pero no elegí el típico fragmento de los enamorados, sino cuando la doncella le dice: “Han desterrado a Romeo”. Y ella contesta: “No hay límite ni fin. No hay horizonte en la muerte que entrañe esta palabra, ni existen acentos que expresen esta pena”. No se me olvida. ¿Aún sienten el miedo cuando salen al escenario? Marta Etura. Por supuesto. A mí no me deja. Bárbara Lennie. El miedo no se pasa nunca. Se acomoda, se transforma... No es igual el que tienes el día 1 al que tienes el día 30, porque al final la experienci­a ya ha pasado por tu cuerpo. Pero siempre hay un vértigo que tiene que ver con la adrenalina y lo inesperado de la vida: con que al compañero le haya pasado algo, que alguien se resfríe y no pare de toser, o con que se te caiga un foco en medio de la representa­ción, como nos pasó a Manuela Paso y a mí en Misántropo... ¿Cuál ha sido su peor momento en un escenario? Bárbara Lennie. Sin duda, el estreno de La clausura del amor. Ahí sí que sentí que nos asomábamos al abismo. Israel Elejalde no podía ni mover el labio superio. Además, empezaba él la función. Marta Etura. Es horrible empezar una función. Bárbara Lennie. Se le secó la boca por culpa de los nervios, y seguía hablando y hablando. Tenía un monólogo de 45

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