NO! A LA BELLEZA INHUMANAMENTE REAL
Cuerpos. relación
AJamás ha sido tan compleja la de las mujeres con sus
¿Cómo hemos convertido lo más propio y querido en una fuente de ansiedad e Las feministas lo explican desde los años 70. Por unque aún no presentimos la primavera, para millones de mujeres ya ha empezado la operación biquini, un diabólico plan del que dependerá poder ir a la playa con la cabeza alta o con el pareo pegado con Loctite. La ansiedad irá in crescendo hasta culminar en junio con la evidencia de que, una vez más, muchas no lograremos el anhelado bikini body. En realidad, la insatisfacción sobre nuestros cuerpos no se limita al verano: persiste a lo largo de todo el año. Hablamos constantemente de nuestro miedo a engordar, a que no nos valga o a aumentar de talla. Y hasta creeremos que lo hacemos por nosotras, por querernos, por cuidarnos, por vernos bien. En esta idea ingenua de la total autonomía de nuestro deseo opera el feminismo.
En 2014, la firma Dove reveló que solo un 15% de las españolas se define como “guapa” y que más del 60% se autopresiona para “estar guapa”, creyendo que así tendrá más oportunidades. El año pasado otra firma, Pavofrío, descubrió que a más del 40% de las españolas les incomoda decir su peso o cumplir años. El Estudio Findus 340 reveló, por su parte, que siete de cada 10 mujeres reconocían haber hecho la “operación biquini”, más del 50% afirmaba que volverían a hacerla y el 35% de las que tenían entre 25 y 55 años admitía que se pondrían a ello a partir de abril. No es casual que las marcas masivas escojan la “belleza” y la “delgadez” como argumento publicitario: pocos asuntos logran interesar tanto a tantas. Al adosarse y promover esta preocupación, logran un impacto publicitario global y viral.
Si lo pensamos fríamente, resulta estremecedor que millones de mujeres decidan actuar tan al unísono en pos de un mismo objetivo: la belleza expresada en la esbeltez, cuanto más juvenil mejor. En un mundo en el que se defiende fieramente la individualidad, el derecho a ser uno mismo, a ser únicos e inclasificables, la mitad de la población trata desesperadamente de ajustarse a un solo molde: el de un reloj de arena con sus curvas milimétricamente controladas. Este deseo fabricado masivamente nos parece, sin embargo, natural.