Las X antes de la L
De hecho, España es el quinto país de Europa en operaciones de estética, con el aumento de mamas y la liposucción como intervenciones estrella.
Tras una fallida jornada de compras en Nueva York, la feminista y socióloga tunecina Fátima Mernissi llegó a la conclusión de que la dictadura de la talla 38 tenía todo que ver con el hiyab o la costumbre de vendar los pies femeninos de la China feudal. Lo contó en El harén de Occidente (2001), un libro que ayuda a desactivar el encantamiento que nos hace pensar en la delgadez como lo únicamente deseable. En occidente, no manifestar el deseo de estar delgada se penaliza de mil formas; desde una leve mirada conmiserativa, al insulto y la expulsión. A Natalia Lozano, modelo curvy, le cerraron su perfil de Instagram las denuncias masivas de las fotos en las que mostraba su cuerpo de manera sexy. “Dicen que soy gorda, vulgar e hipócrita porque retoco los selfies –ha explicado–. Yo no veo a Instagram cerrando la cuenta a una chica que suba cada día una foto con lencería de Victoria’s Secret, por ejemplo”. En internet, filtros y retoques terminan por presentar como “naturales” cuerpos inexistentes, con lo que la censura a los que se muestran tal como son resulta aún más paradójica. La profesora francesa Gabrielle Deydier ha narrado en Uno no nace gordo (2017), best seller inesperado en un país que se enorgullece de la delgadez de sus ciudadanas, no solo que los insultos la han acompañado toda su vida o que la han despedido por no ponerse a dieta, sino que cuando iba a la playa, muchas personas le pedían que se cubriera.
Pese al automatismo que nos hace relacionar sobrepeso con enfermedad, muchas mujeres consideradas gordas poseen una salud a prueba de bomba, mientras que otras envidiablemente delgadas sufren trastornos alimentarios u otras patologías. Y viceversa. Pero el señalamiento y el desprecio afecta invariablemente a los cuerpos que exceden el tamaño estándar. La existencia intolerable de la mujer gorda ha sido explicada de infinidad de maneras, aunque la gula y la falta de control siguen explicando el rechazo de una sociedad que ha entronizado la autodisciplina como forma de rentabilizar al máximo el cuerpo. Hoy, sabemos que la gordura es un fenómeno complejo en el que se cruzan infinidad de variables: económicas (afecta a las rentas más bajas); corporativas (se promueve el consumo masivo de comida calórica y exceso de azúcar); genéticas (es hereditaria); emocionales, educacionales y