ABC - Mujer Hoy

Dueñas de nuestra vida

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LA MIRADA PSICOLÓGIC­A ISABEL MENÉNDEZ, La alimentaci­ón emocional que hemos recibido a lo largo de nuestra vida esta íntimament­e relacionad­a con nuestro peso. La primera fuente que nos alimenta es el cuidado de nuestros padres; la segunda, la informació­n cultural y los estándares sociales que nos demandan. El hambre y el amor son, según Freud, las necesidade­s básicas de nuestra vida y se relacionan entre sí desde el comienzo. Cuando el espíritu se silencia, el cuerpo habla: cuando nuestra boca no pronuncia lo que sentimos, puede tragar comida para aliviar la tensión psíquica que no sabemos cómo resolver. Ponerle palabras a lo que se siente puede ayudar a contener el ansia de comer. En ocasiones se puede utilizar la comida como un analgésico al dolor psicológic­o. El color morado con el que se representa el feminismo simboliza lo espiritual, la sensibilid­ad, la creativida­d, la capacidad de transforma­ción y el equilibrio emocional. Cuando las feministas dicen que lo importante es darnos cuenta de nuestra sumisión al ideal de cuerpo que nos proponen, dan en un punto central. Nuestra sumisión a ese pedido esconde la ambición de ser el objeto de deseo de quien nos mira. Las mujeres también estamos sometidas a deseos inconscien­tes que desconocem­os. Reconocerl­os es la manera de liberarnos y pasar de ser objetos a ser sujetos de nuestras vidas. 24 | Somos mucho más que un cuerpo biológico. Un espejo interno nos devuelve una imagen que queremos o que rechazamos. ¿Pero quién dicta las normas? ¿Quién fija las medidas? ¿Cómo se forma la mirada que tenemos sobre nosotras mismas? ¿Por qué no se rechaza la delgadez y sí los kilos de más? ¿Qué representa estar gorda? El cuerpo femenino tiene curvas. Las curvas excesivas se rechazan, quizá porque señalan un exceso de goce que no se ha podido controlar. Entonces la mujer, tomada como un mero cuerpo, sin palabras, se tiene que adaptar a la moda. Se le pide que sea como un falo recto, sin curvas, sin feminidad. Se la constriñe. ¿Acaso esta imposición no constituye una forma de dominio sobre lo femenino? Quizá siempre se ha pretendido controlar la enigmática sexualidad femenina. Mientras nuestro interés esté dirigido exclusivam­ente al peso de nuestro cuerpo, no ponemos palabras a otros tipos de peso que aplastan el ánimo. No nombramos los deseos, no nos hacemos dueñas de nuestra vida, colocándon­os en el objeto de deseo “delgado” del otro. En este siglo, las mujeres estamos intentando consolidar las conquistas que empezaron en el pasado. ¿Es posible que el camino hacia una vida más plena haya que pagarlo con la insatisfac­ción de creer que tenemos unos kilos de más?

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