ABC - Mujer Hoy

POSVERDAD: LOIMPORTAN­TE ESEL RELATO

- MISS DRAMAS

Una fórmula matemática asegura que si tienes 37 citas en un año, a partir de la número 38 estarás muy cerca de encontrar al alma gemela. ¡37! Es que me da la risa. En este punto, una podría dejarse arrastrar por el destino y ejercer el único rol digno a estas alturas: el de femme fatal. Habría que pintarse los labios de rojo, ponerse un abrigo de zorro y comprarse una larga boquilla para fumar como una carretera. Es un plan sin fisuras para distraer al personal del asunto medular de cualquier cena de amigas o familiar: sigues sin novio. Sin embargo, no es lo que voy a hacer. He estado estudiando para aplicar técnicas de comunicaci­ón política al asunto. Concretame­nte, he decidido crear un relato, independie­nte de la realidad, en el que yo quede bien parada.

Ahora que todo el mundo habla de posverdad, he pensado que no habría que ceñirse a los hechos tal y como ocurren y que es mucho mejor contar las cosas tal y como yo hubiera deseado que pasaran. Supongo que ya sabéis de lo que hablo cuando: la posverdad es esa realidad paralela que no existe, pero que ya nos gustaría...

Dicen los expertos que eso de la posverdad es un neologismo que se aplica para crear opinión pública y que sostiene que los hechos objetivos importan menos 58 | que las emociones y las creencias. Un acto de fe, vamos. Aplicado a mi caso, viviría en la posverdad si anunciara en mi siguiente evento social que el primer trimestre de 2018 ha sido rico en conexiones sentimenta­les de alta calidad que probableme­nte florecerán en breve. Punto. Para darle más credibilid­ad a tal discurso, vendría bien alzar la copa de champán con la mirada puesta en el futuro y sin hacer contacto visual con ninguno de los presentes, porque siempre acaban haciendo preguntas capciosas.

Un rasgo definitori­o de la política de la posverdad es que los activistas continúan repitiendo sus puntos de discusión, incluso aunque los medios de comunicaci­ón o los expertos independie­ntes demuestren que son falsos. Eso dice la teoría, lo cual indica que si alguien quiere poner en cuestión mi versión debo repetirlo tal cual otra vez. Para no dejar cabos sueltos en la estrategia, acudiré a la siguiente cena de amigas dejándome el móvil en casa. Yo soy muy de abrir Tinder cuando me aburro y se me puede ver el plumero.

Solo tengo que afinar mi outfit para mis eventos posverdad. Me debato entre un traje de chaqueta de raya diplomátic­a, un esmoquin negro o una sudadera gris con la capucha puesta, si decido que mi discurso debe moverse por las procelosas aguas del anarquismo. En cualquier caso, que no nos tiemble el pulso al brindar.

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