5. DEL LLANTO A LOS SÚPER PODERES
Con la deconstrucción del estigma, la narrativa al respecto de la regla se enriquece con matices. Sin llegar al extremo de negar el síndrome premenstrual, sí se cuestiona el mito de atribuirnos mal humor en esos días del mes. La doctora Sarah Romans, de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), revisó los estudios sobre los cambios de humor atribuidos al SPM y concluyó que más de la mitad de ellos no conectaban realmente menstruación con mal humor. Por otro lado, el aumento de progesterona que se produce en la segunda mitad del ciclo menstrual son comparables a los altibajos emocionales que producen las fluctuaciones de testosterona en los hombres. Además, el relato único de la menstruación, ese que la liga al embarazo y la fertilidad, se rompe con lecturas que la subrayan como un indicador de salud y un factor de longevidad. El flujo anuncia cuando algo no funciona bien: vigilar su color, olor y duración es utilísimo y nos permite autoconocernos y ser más conscientes de nuestra salud. De hecho, la regla es uno de los factores que explica que las mujeres vivamos más. Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de California descubrió en 2016 que las mujeres que tienen su primera regla y la menopausia tardía aumentan sus posibilidades de vivir nueve décadas.