EL “ROBO” DE IDEAS NO ES NUEVO: MILEY CYRUS BLANQUEÓ EL “PERREO” Y ELVIS SAQUEÓ A CHUCK BERRY.
Pocas veces respalda insistentemente a un creador no afroamericano. Sin embargo, en Coachella compartió un tema con J. Balvin, toda una bendición a la alianza entre la gente negra y la población latina de EE.UU.
Un dato definitivo: por primera vez en la historia, en los Estados Unidos se ha vendido más hip hop y R&B que rock, dos géneros dominados por músicos de color. En los últimos Grammy, Jay Z y Kendrick Lamar (una especie de Bob Dylan afroamericano) monopolizaron las nominaciones. Trinidad apoteósica No es casual que Lamar sea el responsable de la banda sonora de Black Panther, otro fenómeno cultural afroamericano que ha impactado enormemente en los deseos del público mayoritario: estamos ante la tercera película de mayor recaudación en la historia de la taquilla estadounidense, solo superada por Star Wars. Episodio VII: el despertar de la fuerza (2015) y Avatar (2009). La crítica americana, desconcertada, no se termina de explicar la asistencia masiva de público negro a las salas, pero el mensaje está claro: cuando una cultura invisibilizada y saqueada se ve representada con dignidad, el júbilo es total.
Esta trinidad apoteósica no ha surgido de la nada. En Broadway, Hamilton se convirtió en el gran fenómeno cultural de 2015 y 2016, con Pulitzer y Grammy incluidos: fue el primer musical enteramente concebido en clave hip hop y con un reparto con mayoría de actores y bailarines negros. En 16 | ICONOS SACROS. televisión, Orange is the New Black (2013), Cómo defender a un asesino (2014), Black- ish (2014) o Empire (2015), donde los personajes negros ya no son subsidiarios de la trama de los blancos, abrieron la puerta para las triunfantes Atlanta (dos Emmys), Insecure, Queen Sugar o The Chi. Según datos de Nielsen, las cadenas de televisión estadounidenses detectaron un aumento del 255% de los anunciantes centrados en la audiencia negra entre 2011 y 2015. “Las narrativas en las que esta identidad es fuerte están cruzando fronteras y planteando temas importantes a una audiencia diversa”, confirma Andrew McCaskill, vicepresidente de la consultora. De hecho, las series que más citan el racismo y la brutalidad policial son las mayoritariamente negras, con showrunners y guionistas de color.
La resolución de conflictos en el cruce cultural, al menos en la ficción televisiva, avanza a pasos agigantados. Un 73% de blancos no hispanos y un 67% de hispanos estadounidenses reconocen que la cultura afroamericana influye en los gustos, modas y valores. El efecto contagio es evidente desde hace años en la moda, donde el reinado del street wear tiene mucho que ver con las estéticas urbanas negras del hip hop. Dicho de otra manera: si hoy las mujeres podemos llevar zapatillas sin ser tachadas de poco elegantes se lo debemos, en gran parte, al culto a las sneakers de la comunidad negra y a cómo se ha filtrado hasta las grandes firmas del lujo.
Más aún: la reivindicación de las curvas que hoy alivia a tantas mujeres en el mundo comenzó con las bloggers y celebrities latinas y afroamericanas, estrellas curvilíneas como Nicki Minaj, Danielle Brooks o Amber Rose. Es comprensible que la mayoría de las mujeres del sur conecten más con este tipo de mujer que con la lánguida y andrógina chica que se sube a las pasarelas. Blanqueando atributos Sin embargo, la moda no ha sido justa con la cultura afroamericana, de la que se está valiendo para reanimar su negocio: saquea sus señas de identidad callejera, pero no contrata ni modelos ni diseñadores negros. En realidad, se produce una cultura negra, pero sin negros. Por eso el twerking ( más conocido en nuestro país como perreo, un tipo de baile con movimientos sensuales) no estuvo bien