¿Está “de moda” la INFIDELIDAD?
Imagine que esta mañana, al levantarse, descorre las cortinas de la ventana del dormitorio. Frente a usted aparece el paisaje de todos los días. Su coche aparcado abajo, el árbol frente a la ventana, la ropa tendida de la vecina… su mundo, en definitiva, por bueno o malo que sea. Solo ha habido ligeras variaciones: hoy llueve y ayer no llovía, el vecino ha sacado a pasear al perro antes, el árbol parece algo más frondoso... Esos cambios no solo no le angustian sino que quizá, incluso, le reconfortan, porque le ayudan a asumir que la vida sigue su curso. Ahora, imagine otro escenario. Esta mañana se levanta, se despereza y descorre las cortinas de siempre, pero lo que ve, súbitamente, no tiene nada que ver con lo de ayer. Ya no hay árbol ni vecino ni ropa tendida sino un paisaje irreconocible. Lo que está experimentando en ese momento es el horror en estado puro: no sabe dónde está y, lo que es peor, no sabe ni quién es. El dolor de hoy es el mismo que el de ayer. Pues bien, esa sensación de que se ha transformado el mundo y, con él, nosotros mismos, es similar a la que experimentamos al descubrir una infidelidad. Lo que creíamos saber, dejamos de saberlo. Dejamos de sentirnos en “casa” y en nuestra “piel”. Para una persona que ama y que lleva tiempo amando, la infidelidad es similar a un proceso de duelo, quizás no equiparable en intensidad y duración, pero semejante en cuanto al desconcierto y el desamparo. Por eso tenemos tanto miedo a que nuestro ser amado nos sea infiel y, a eso, es precisamente a lo que nunca prestamos la debida atención cuando nos disponemos a ser infieles.
Hoy en día, el dolor de sufrir una infidelidad sigue siendo el mismo que en tiempos de Chindasvinto,