DOBLE ABANDONO
En un tiempo más duro y no tan lejano de esta Europa meridional, las adopciones sin papeles eran algo habitual entre familias, una permuta que aliviaba la precariedad de los donantes y satisfacía los deseos de una maternidad frustrada. Las cosas del comer a cambio de las cosas del querer. Un velo de silencio envolvía esta práctica, cuyos detalles permanecían ocultos a las víctimas de la transacción.
En la mejor tradición del neorrealismo italiano, en la estela de Elsa Morante o Natalia Ginzburg, magistrales narradoras de los demonios familiares, la autora de esta soberbia novela nos sumerge en una historia de desamparo, donde la sacrosanta maternidad no sale muy bien librada. La protagonista es una chica inteligente de 13 años a la que su cariñosa familia devuelve a sus padres biológicos.
El dolor de lo inexplicable acaba de comenzar. Descubre que tiene dos madres y ninguna. La adoptiva, que la ha criado y que sin explicaciones la arroja de su lado, y la biológica, que la entregó a su prima a los pocos meses de nacer y que la recibe con la misma sequedad con la que trata a sus otros hijos. De una confortable casa frente al mar a un piso de suburbio, bajo la dirección de una mujer sobrepasada por el inacabable trabajo doméstico y las estrecheces. Miseria y dureza. Si la madre es ese lugar donde el yo encuentra cobijo, nuestra protagonista, aun teniendo dos, crece a la intemperie. Ambas continúan a sus espaldas trabando su futuro; solo su hermana, la decidida Adriana, le abrirá los ojos con una frescura que convertirá el drama en una historia de superación ¿Cómo sobrevivir cuando te abandonan dos veces? La retornada lo consigue gracias a la complicidad con “mi hermana. Como una flor improbable, crecida en un pequeño terrón pegado a la roca. De ella aprendí la resistencia”.