2. ALIMENTOS SIN GLUTEN
Poner gluten free en la etiqueta de un producto ultraprocesado es casi una garantía de éxito en este momento. No en vano, el 21% de la población cree que el gluten es perjudicial para la salud, según un estudio de hábitos alimentarios de la Universidad Complutense de Madrid.
LO QUE OFRECEN: si se sufre una enfermedad como la celiaquía, la sensibilidad al gluten no celiaca o la alergia al trigo, estos productos permiten comer casi cualquier cosa sin temor a sufrir una reacción adversa. Pero aquellos que se han autodiagnosticado y creen que en el gluten se esconde el responsable de sus digestiones pesadas podrían llevarse una sorpresa desagradable: sin una patología que lo justifique, retirar el gluten de la dieta no aporta beneficio alguno para la salud. De hecho, puede ser contraproducente, como advierte la propia Federación de Celiacos de España, que afirma que comenzar una dieta sin gluten sin acudir antes a un especialista no es recomendable, ya que puede derivar en falsos negativos a la hora de realizar las pruebas de diagnóstico de la enfermedad celiaca.
¿LOS COMPRAMOS? Nutricionalmente el problema de estos productos es que la mayoría son alimentos ultraprocesados (galletas, pizzas...) aptos para personas que tienen que llevar una dieta libre de gluten, sí, pero también más ricos en grasas no saludables y azúcares que sus versiones con gluten. Si estamos sanos y de verdad nos preocupa nuestro consumo de cereales, la opción más sana es sustituir las versiones refinadas de los cereales por las integrales, algo que sí se ha relacionado con beneficios para la salud.