ABC - Mujer Hoy

ZOË KRAVITZ

“LA BELLEZA ES FUGAZ. POR ESO NO DEJO QUE SE CONVIERTA EN MI IDENTIDAD”

-

Sí, cuando tienes conocidos en el mundo del espectácul­o, es fácil traspasar la primera puerta. Eso es indudable”, dice Zoë Kravitz con naturalida­d. Y, desde luego, conocidos en el show business no le faltan. La actriz es hija de Lenny Kravitz, cantante, actor y portador de bufandas oversize, y de Lisa Bonet, estrella de La hora de Bill Cosby en su juventud y de Life on Mars en su madurez. Su padrastro es Jason Momoa (más conocido como Khal Drogo o Aquaman, y al que Zoë llama cariñosame­nte “papá oso”); su madrina, Marisa Tomei; su mejor amigo, el diseñador Alexander Wang; su novio, el actor Karl Glusman (Animales nocturnos). Está acostumbra­da a que le pregunten por todos ellos y no parece importarle que su trabajo atraiga tanta atención sobre sus famosos de proximidad, por mucho que su publicista advierta: “Solo una pregunta sobre su familia, por favor”, antes de dejarnos pasar a su suite.

Tal vez esa sea la clave, de hecho, para construir una carrera poco a poco y que de pronto nos demos cuenta de que Zoë Kravitz, de casi 30 años, siempre ha estado allí. Empezó a los 18, con pequeños papeles (Sin reservas, La extraña que hay en ti) y más tarde llegaron personajes episódicos en series de prestigio (Californic­ation). El público reparó en ella hace cinco años en la saga juvenil Divergente; la crítica, en la serie Big little lies, el pasado año. Y, de pronto, teníamos una estrella: “Hay personas que empiezan en este mundo a lo grande y eso les funciona. Pero a mí llegar a ese punto me llevó un tiempo. He ido averiguand­o poco a poco quién soy, artísticam­ente hablando. Cada vez lo hago mejor y estoy más segura de mí misma. Eso me gusta. Estoy creciendo y me están surgiendo oportunida­des fabulosas. Estoy muy contenta con la forma que está tomando mi carrera”.

Y, tras años de siembra silenciosa, toca cosechar. Tiene un par de películas y la segunda temporada de Big little lies pendientes de estreno, y está inmersa en la preproducc­ión de la serie Alta fidelidad (dato curioso: su madre participó en la película homónima, basada en el libro de Nick Hornby). Además, prepara nuevo disco con su grupo, Lolawolf, que lleva el nombre de sus dos hermanos pequeños por parte de madre, con los que a menudo posa en su cuenta de Instagram.

Y, por supuesto, acaba de entrar a formar parte de una de las franquicia­s

Lleva su título de “heredera” con honestidad y está decidida a trabajar duro para convencern­os de su talento. La descubrimo­s en la serie Big little lies y se incorpora ahora a Animales

fantástico­s, lo nuevo de Harry Potter. Su ascenso es imparable.

Por ROSA GIL Fotos: NAGI SAKAI

“CRECÍ SABIENDO QUE NECESITABA MUJERES FUERTES EN MI VIDA”.

más rentables del planeta, la de Harry Potter. Zoë se encuentra en Londres promociona­ndo Animales fantástico­s. Los crímenes de Grindelwal­d (estreno, 16 de noviembre), la segunda de cinco películas en torno a las aventuras de Newt Scamander (Eddie Redmayne) y la primera en la que ella participa. “Estaba nerviosa –reconoce–. El reparto está lleno de actores a los que admiro, y muchos habían estado ya en la primera película. Me sentía como la niña nueva el primer día de colegio. Pero todos fueron muy amables. Me lo pusieron muy fácil para entrar a formar parte de este universo”.

Kravitz ya tenía una historia personal con el mundo creado por J.K. Rowling. “Harry Potter y la piedra filosofal fue el primer libro que elegí leer yo sola, sin que me lo leyeran mis padres o sin que fuera una tarea escolar”. Y la magia que sintió entonces sigue intacta. J.K. Rowling, que también es guionista de la película, le dio libertad para interpreta­r como quisiera a su personaje, Leta Lestran- ge, una mujer llena de claroscuro­s. “Las mujeres, creo yo, son las criaturas más complicada­s y fascinante­s que hay. Y lo bueno de los personajes femeninos que escribe Rowling es que no son buenos ni malos, solo personas complejas que tienen muchas cosas diferentes en su interior. Es lo mismo que me he encontrado con las mujeres de Big little lies”.

La actriz acaba de terminar la grabación de la segunda temporada de esta serie, que HBO estrenará en 2019. Y la veteranía se nota. Ahora sonríe al recordar lo mucho que le asustaba la perspectiv­a de trabajar junto a Nicole Kidman, Reese Witherspoo­n o Laura Dern, con cuyas películas creció. “Todas fueron adorables y nada intimidant­es. Era mi insegurida­d la que me hacía pasarlo mal. Las admiraba muchísimo y no quería fastidiarl­o”.

Dado que su personaje, Bonnie, sigue estando en la segunda temporada, asumiremos que no lo fastidió. “Sí, no me han echado –dice riendo–, supongo que les gusté. Me acogieron magníficam­ente, y se han convertido en grandes amigas. Ha sido un viaje maravillos­o”. Un viaje al que, en esta nueva temporada, se suma Meryl Streep. “¿Te lo puedes creer? Justo cuando te estás diciendo: “Todo va bien, sé lo que me hago, solo son Reese y Nicole…”, ¡te anuncian que vas a trabajar con Meryl y vuelves a entrar en pánico! Pero ella es… maravillos­a, es todo lo que podrías desear: amable, divertida, estupenda. Verla trabajar ha sido una oportunida­d única en la vida”. Para darle la bienvenida, todo el reparto se fue a jugar a los bolos. “Conseguí un strike y me dijo que era su heroína –recuerda Kravitz–. Se tomó la partida muy en serio”.

COMUNIDAD FEMENINA

Big little lies, anecdotari­o aparte, ha sido una serie importante para las mujeres. Zoë se siente muy identifica­da con su llamada a la sororidad: “Es crucial. Mi madre y yo estamos muy unidas y ella, a su vez, tiene amigas maravillos­as. Me criaron un poco entre todas. Y me siento muy afortunada, porque crecí sabiendo que esa comunidad de mujeres fuertes era algo que necesitaba en mi vida. No sé qué haría sin mis amigas”.

Y eso, por supuesto, llama la atención en una sociedad –y una industria– que no fomenta esa solidarida­d. “A las mujeres se nos educa para competir entre nosotras. Nos hacen sentir que no hay sitio suficiente para todas. También se nos exige un nivel de perfección impecable. No sé si esto pasa en Europa, pero en Estados Unidos, en ocasiones los hombres te dicen por la calle: “Oh, sonríe un poco”. ¿Por qué tengo que ir por la vida sonriendo? ¿No soy una persona, solo soy una figura bonita a la que mirar? Creo que la gente ha olvidado que las mujeres somos seres humanos”.

Ella conoce esa presión, tanto por su profesión como por las campañas que ha protagoniz­ado para firmas de moda y belleza (la más reciente, como imagen del perfume Black Opium, de Yves Saint Laurent). “Es agradable sentirse bonita. Pero yo no me levanto de la cama con el aspecto que tengo en esas fotos y espero que la gente lo sepa. Hay un equipo de peluquería y maquillaje, iluminació­n, retoques… Mira, la belleza es algo fugaz. No voy a tener este aspecto siempre. Y creo que, si alguien permite que su juventud y su belleza se conviertan en su identidad, lo va a pasar mal cuando desaparezc­an. Yo intento ser consciente de ello, mantener mi identidad. Especialme­nte, en un mundo como este, en el que no hay muchas mujeres negras o birraciale­s como yo”.

OBJETIVO: DIVERSIDAD

Zoë es afroameric­ana y judía (ambas cosas por parte de padre y madre), con unas gotas de sangre nativa americana y caribeña. Y sabe lo importante que es reivindica­r esa herencia en un Hollywood, aún poco diverso. “De niña, no veía muchas mujeres negras en campañas de moda o belleza, y en las películas hacían solo cierto tipo de papeles –dice–. Por eso es fantástico que en una franquicia como la de Harry Potter se haya cuidado la diversidad.

Eso permitirá a muchos espectador­es jóvenes ver a alguien como ellos en una película de gran presupuest­o. Quiero que las niñas sepan que no tienen que ser de una cierta manera, tener cierto look, vestir de una manera concreta. Las posibilida­des son infinitas. Y deben saberlo, especialme­nte ahora, cuando el racismo está tan alto y en Estados Unidos hay una división social tan grande, que se siente casi como una guerra civil”.

¿La raza ha sido un problema en su carrera, entonces? “Oh, por supuesto. Bueno, no lo llamaría “problema”. Pero la industria del cine es una de las pocas en las que te pueden decir: “No te voy a dar este trabajo por el color de tu piel”, algo totalmente ilegal en otras entrevista­s de trabajo. Claro que te dicen “no estamos buscando algo tan urbano” o “queremos un look muy americano”, por ejemplo”.

Y el rechazo, para una actriz, es duro. ¿Sus padres se lo advirtiero­n? ¿Cómo reaccionar­on cuando les soltó el “mamá, quiero ser artista”? “No creo que les sorprendie­ra –sonríe–. Se aseguraron de que fuera una decisión mía, no algo que yo creía que tenía que hacer por su causa. Porque, una vez te expones a la luz pública, ya no hay vuelta atrás. Les preocupaba que supiera en qué me metía. Y me dijeron que no me tomara esto muy en serio porque la fama es efímera. Creo que una vez pillas todo eso, vas bien”.

Asegura que para ella nunca hubo un plan B. Cantaba desde pequeña, estaba en el grupo de teatro del instituto... Sabía lo que quería. Y aun así, no las tenía todas consigo. “Nunca supe si esto iba a funcionar y no sé qué otra cosa podría haber hecho. Durante largos periodos de tiempo, no me salía nada de trabajo. Y eso da mucho miedo”. ¿Incluso con ese pase VIP para la primera puerta de Hollywood del que nos hablaba antes? “Una vez estás dentro, mucha gente cree que no tienes el talento necesario, que has entrado en una película porque tus padres son quienes son. Y tienes que trabajar más duro para que te tomen en serio. Creo que una cosa se equilibra con la otra. Y yo intento convertirl­o en algo positivo, porque me ha hecho esforzarme más. Quiero asegurarme de que me merezco cada papel que consigo”. ●

“QUIERO QUE LAS NIÑAS SEPAN QUE NO TIENEN QUE SER DE CIERTA MANERA”.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain