ABC - Mujer Hoy

DESIRÉE VILA

-

El 26 de febrero de 2015, Desirée se subió a la cama elástica para ensayar sus giros y volteretas. Gimnasta acrobática de élite, curtida en competicio­nes nacionales e internacio­nales, había hecho lo mismo durante años de entrenamie­ntos diarios. Pero esta vez algo falló: un pie mal colocado en el que era el último salto mortal del día y que resultó ser el último de su vida. Una caída le fracturó la pierna que después, por una negligenci­a médica, hubo que amputarle. Tenía solo 16 años, era una adolescent­e coqueta y despreocup­ada, a la que ese día le cambió la vida. Sin embargo, se negó a aceptar que se había quedado sin futuro y sin sueños y, aunque no fue rápido, ni fácil, se buscó otros. Ahora relata todo su proceso de superación en el libro Lo único incurable son las ganas de vivir (Ed. Temas de hoy).

Mujerhoy. Lleva esa frase que da título al libro tatuada en el costado. ¿Cómo llegó a convertirs­e en su lema vital?

Desirée Vila. Cuando estaba en la UCI, vino a visitarme una enfermera que es la madre de un compañero de gimnasia. Se la había visto tatuada a una mujer a la que habían operado del corazón y me la transmitió para darme ánimos. Es una frase muy importante para mí, porque de aquellos días en el hospital recuerdo poquito porque estaba muy medicada pero, curiosamen­te, tengo memoria de esa frase y de cómo me dio un golpe de fuerza en un momento tan crítico como aquel.

Y, sin embargo, cuando estaba en el hospital, decía que prefería morir a vivir sin pierna. ¿Cómo fue el proceso por el que dejó de llorar y optó por seguir adelante?

Ha sido algo muy progresivo, muy lento, no es algo que pasara de un día para otro. Al principio, estaba aparenteme­nte mejor por las pastillas, los antidepres­ivos. Y la familia y los psicólogos te miman mucho, estás como en una burbuja. Pero cuando te das cuenta de la realidad es algo muy duro de afrontar. Creo que el cambio definitivo sucedió cuando empecé a tener una vida normal otra vez, cuando me pusieron la prótesis y conseguí andar con ella y hacer casi todas las cosas que solía hacer antes. Entonces ves que puedes seguir siendo independie­nte, que no necesitas muletas ni que nadie empuje una silla de ruedas. Y eso me hizo ver, por primera vez, que tal vez lo que me había pasado tampoco era tan horrible como me había imaginado.

Uno de los muchos momentos duros que vivió fue cuando se vio en el espejo con su primera prótesis. ¿Cómo lo recuerda?

Es un momento difícil de llevar, porque es cuando realmente te das cuenta de que vas a vivir con una prótesis el resto de tu vida. Además, al principio te pica, te duele, te molesta y no es tan fácil caminar con ella como puede parecer. Y hasta que te la terminan con la funda cosmética, es un hierro, un palo feísimo con un pie amarillo de goma. Me hice muchas ilusiones al principio, pero luego todo fue muy lento. Y yo necesito que las cosas pasen ¡ya, ya, ya! Me costó tener la paciencia de aprender a caminar y esperar a que la pierna tuviera su aspecto definitivo. Por eso me dio el bajón.

Quería una pierna a la que poder pintar las uñas…

Sí, sí, soy muy presumida. Y como cualquier chica de 16 años, supongo, necesitaba una pierna bonita, que se pareciera a la otra. Ahora ya me da más igual, porque todo el mundo sabe que llevo la prótesis y hasta voy con la de correr, que es super llamativa y grabo anuncios con ella o me hago fotos como estas. Pero, al principio, lo que quieres es que sea discreta y que

“UNO NO SABE LO FUERTE QUE ES HASTA QUE SER FUERTE ES SU ÚNICA OPCIÓN” Una negligenci­a médica acabó hace tres años con su prometedor­a carrera como gimnasta. Ahora, tras una dura recuperaci­ón, ha retomado las riendas de su vida. Y está dispuesta a todo para hacer realidad sus nuevos sueños. Por B. GARCÍA / Fotos: ANTÓN GOIRI

la gente no ese entere, que no se note. Yo no me ponía pantalones cortos, prefería pasar calor a enseñar la pierna. Es un proceso largo hasta que aprendes a quererte y a aceptar de nuevo tu cuerpo.

Estaba en plena adolescenc­ia, con todo lo que ello conlleva…

Es una edad muy difícil en general. El físico es muy importante para una chica joven: mirarte al espejo y no verte bonita es duro. Todo el mundo me miraba y eso me molestaba, porque me sentía fea. Creía que la gente no iba a querer estar conmigo, que me rechazaría­n. Y otra cosa importante era lo de los novios: creía que nadie me iba a querer, que jamás tendría novio. ¡Cómo iba algún chico a quererme estando así! Es un trago muy difícil, que solo superas madurando a marchas forzadas, porque estás obligada a afrontar problemas que te hacen crecer. Y entonces te das cuenta de que la realidad es otra: reflexiona­s y piensas que, si el amor es de verdad, te querrá con pierna o sin ella.

Y el amor llegó. ¿Enamorarse fue importante en su recuperaci­ón? Muy importante. Mi novio es mi mayor apoyo, igual que mi familia y mis amigos. Él me ha ayudado muchísimo a quererme a mí misma y a volver a hacer cosas que igual no hubiese hecho si no

“Mirarte en el espejo es muy duro. Tardas en aceptar tu nuevo cuerpo”.

me hubiese animado y dado confianza. Y luego porque te sientes querida y porque ves que sí, que se puede tener una relación. Para cualquier persona, puede parecer lo más normal del mundo, pero cuando te pasa algo como esto te lo planteas. Tener una relación me da tranquilid­ad. Y, sobre todo, que alguien te quiera tal y como eres es una cosa muy bonita.

En el libro reflexiona mucho sobre el cambio. ¿Por qué cree que nos cuesta tanto asumirlos?

Los cambios le cuestan a todo el mundo, a mí la primera. Pero soy una persona que está cambiando todo el tiempo. Hace dos años estaba en Inglaterra, luego en Malta estudiando un Erasmus, ahora en Madrid… porque hay que adaptarse y cada cambio es una oportunida­d. Yo nunca hubiera pensado que iría a un Campeonato de Europa de atletismo paralímpic­o [en salto de longitud y 100 metros]. Para eso he tenido que decidir dejar atrás mi vida como gimnasta e involucrar­me desde cero en algo totalmente diferente. A todos nos da miedo empezar algo nuevo, conocer a gente nueva, estar en un lugar o en un ámbito desconocid­o..., pero al final los cambios son positivos, una puerta que se te abre y que te puede traer un montón de cosas buenas. Como digo en el libro: vivir es encuentro y despedida.

¿Sabía que era una chica tan fuerte como ha demostrado ser?

Uno nunca sabe lo fuerte que es hasta que ser fuerte es la única opción. Yo conozco a muchísima gente amputada, personas que se han quedado sin las dos piernas, y de todos los que conozco hay uno como mucho que se ha dejado, que no hace actividade­s y vive un poco en la depresión. Los demás todos hemos tirado para adelante y no vivimos en la queja. Te encuentras con gente que es superfeliz y que tiene una vida más llena que otras personas, más activa. Tener limitacion­es hace que sea más positiva, que tenga ganas de hacer más cosas, que estemos abiertos a más oportunida­des y eso lo descubres cuando te pasan estas cosas. Yo pensaba que no volvería a ser feliz y eso no es verdad. Pero hay que cambiar el chip y darte cuenta de que, si no lo haces tú, nadie lo va a hacer por ti. Es tu decisión: quedarte en la cama toda tu vida pensando en lo que fuiste o pudiste haber sido o intentar convertirt­e en una persona mejor.

Lo cómodo hubiera sido quedarse acurrucada junto a su familia, pero pocos meses después de perder la pierna se fue al extranjero a estudiar. ¿Por qué tomó esa decisión?

Precisamen­te porque me sentía demasiado protegida. La gente de tu alrededor cuando te pasa algo así no sabe cómo actuar y solo piensan en protegerte, cuidarte, mimarte, prestarte más atención. Y al final, una persona que pasa por un trauma como este lo último que necesita es sobreprote­cción, porque te acostumbra­s y nunca serás capaz de valerte por ti mismo. Yo me di cuenta de que lo que necesitaba era comprobar que era capaz de volver a ser una persona autosufici­ente, capaz de hacer las cosas por mí misma. Además, la idea de irme al extranjero ya la tenía de antes y me pareció el momento oportuno para demostrarm­e a mí misma que era capaz de seguir adelante con mis planes y de hacer todo lo que me propusiera.

En su caso, la amputación no fue resultado directo de la caída sino de una negligenci­a médica posterior. ¿Cómo es posible sobreponer­se al rencor y al odio?

Yo, hasta que no tuve el juicio y no salió positivo, no fui capaz de perdonar porque no tenía dinero para pagarme las prótesis y pensaba: “¡Qué injusto es!”. Una prótesis como la que llevo para caminar cuesta unos 70.000 € y dura unos cinco años. Y vives con la rabia, la impotencia y el miedo de pensar que, por culpa del fallo de una persona, tendría que trabajar de sol a sol y ni así conseguirí­a pagarla. Piensas que bastante es tener que empezar una vida nueva, que te hayan quitado tus sueños, que hayan acabado con tu futuro como deportista, que te hayan hecho pasar por un trago tan duro y por tanto dolor, como para encima no tener dinero suficiente para pagar una prótesis. Después, cuando pasó el juicio, me quedé tranquila sabiendo que tengo para poder pagarlas y que lo que pase de aquí en adelante es cosa mía.

¿Ha perdonado, entonces?

Sí, he perdonado porque ahora mismo amo mi vida. Y puede que incluso más que antes, porque sé apreciar lo que tengo y quererme. Gracias al deporte he conocido a gente increíble, me he dado cuenta de quién vale en mi vida y quién no, y he tenido un montón de cosas positivas que igual no hubiese vivido. Pero, sobre todo, porque para mí no es un defecto tener una prótesis, sino que es algo con lo que soy capaz de vivir y con lo que llevo una vida normal. No tengo rencor, no, porque no lo paso mal siendo como soy. Lo único que necesitaba era ganar el juicio y ahora ya puedo vivir tranquila.

La sentencia condenaba al médico a dos años de cárcel, cuatro de inhabilita­ción y algo más de dos millones de indemnizac­ión. ¿Cree que se hizo justicia?

Sí. Lo que pedimos nos lo concediero­n; el juicio salió como tenía que salir.

Cuenta en el libro que, al principio, se rebelaba contra la fama, pero ahora da entrevista­s. ¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir? Al principio salía en la prensa pero por el morbo, no por méritos propios. Yo solo era la chica a la que le cortaron la pierna. Cuando era gimnasta, estaba en el equipo español, fui al Mundial y nada de eso salió nunca en los periódicos. Pero cuando me sucedió esto, sí me prestaron atención. Me molestaba, porque no era una cosa positiva, algo de lo que yo pudiera sentirme orgullosa. Ahora es diferente porque, como he sabido superar lo que me ha ocurrido, para algunas personas puedo ser un ejemplo a seguir. He escrito un libro, he empezado con otro deporte y esas son cosas de

“Los cambios te pueden traer cosas buenas. Vivir es encuentro y despedida”.

“No fui capaz de perdonar hasta que supe que podría pagar las prótesis”.

las que me siento de verdad orgullosa. Espero poder ayudar a la gente con mi manera de pensar; que vean que es posible salir adelante, que cualquiera con un problema grave pude elegir el mismo camino. Espero que vean en mí un ejemplo de superación.

¿El optimismo se puede cultivar o viene de fábrica?

Me considero una persona bastante optimista. En la gimnasia empecé muy tarde y nadie daba nada por mí, pero gracias a mi trabajo y a mi forma de ser conseguí estar presente en campeonato­s internacio­nales. Creo que una persona es optimista si quiere: todos podemos serlo, pero hay que trabajárse­lo. Puedes quedarte sin hacer nada o levantarte e ir al gimnasio; conformart­e o hacer algo para mejorar las cosas... Es una forma de ver la vida. Ser optimista es eso. Pero te lo tienes que currar.

¿Sigue tenido algún momento de bajón?

Como cualquier persona; todo el mundo tiene días malos. Pero no porque me falte una pierna, sino porque hay momentos en que las cosas te salen mal, como a cualquiera. Relacionad­o con la amputación no tengo nada pendiente: no tengo bajones de pensar que odio mi vida, o por qué me habrá pasado esto a mí… No, eso no.

¿Es inevitable mirar atrás y pensar qué hubiera pasado si…?

Yo miro para atrás y veo que he conseguido un montón de cosas. Por ejemplo, antes tenía una carrera deportiva bastante buena con la gimnasia, pero ahora estoy empezando con el atletismo y espero ir al Mundial el año que viene. Y nunca me hubiera imaginado que escribiría un libro, pero me animé a contar mi historia. No pienso qué hubiese pasado si... No sirve de nada, nadie sabe que hubiese ocurrido… Simplement­e pienso en lo que está pasando, que es muy positivo porque he sabido aprovechar la situación que me ha tocado vivir.

¿Es posible ser feliz después de sufrir un trauma como el suyo, que ha truncado sus sueños?

Claro que es posible volver a ser feliz. Yo soy muy feliz con la vida que tengo, porque tengo nuevos sueños. Esa es la clave: saber buscarte nuevas metas. Una persona es feliz cuando se propone objetivos y trabaja todos los días para conseguirl­os y, sobre todo, cuando por fin los ve cumplidos. Además, estoy rodeada de gente muy positiva, como mi familia y mis amigos, que siempre me han apoyado muchísimo. No me cambiaría por nadie, me gusta mucho la vida que tengo. ●

“No me cambiaría por nadie. Me gusta mucho la vida que tengo”.

 ??  ??
 ??  ?? Desirée lleva vestido deBash y zapatilla de Victoria.
Desirée lleva vestido deBash y zapatilla de Victoria.
 ??  ?? Desirée lleva falda de The Kooples; top de Intropia; chaqueta Zadig&Voltaire y zapatillas de Hogan.
Desirée lleva falda de The Kooples; top de Intropia; chaqueta Zadig&Voltaire y zapatillas de Hogan.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain