ABC - Mujer Hoy

ELENA FERRANTE, EN PANTALLA

-

El escritor JORGE CARRIÓN viaja al escenario de La amiga estupenda, la serie de HBO que adapta las novelas de la enigmática Elena Ferrante, leídas por más de 30 millones de personas. Un plató que reproduce con exactitud las calles del Nápoles de los 50, donde se forjó la amistad a prueba de bombas de Lila y Lena.

En la periferia de Caserta, que es como decir en la periferia de la periferia de Nápoles, cinco productora­s audiovisua­les han reunido varios millones de euros para alquilar una fábrica abandonada, arrasar varias de sus naves industrial­es y construir un clon, absolutame­nte realista, de un barrio napolitano de los años 50. Edificios de cemento con puertas y ventanas de madera, y macetas con flores en los balcones. Calles polvorient­as, con fuentes y farolas metálicas, por las que deambulan los extras. Y grandes paneles de croma verde y azul, donde se simulará la nada de la posguerra que rodeaba este barrio de ficción. O este barrio real: la réplica del auténtico rione Luzzatti de mediados del siglo pasado. O este barrio literario, pues es muy probable que aquellas calles circundada­s por un muro –que hace 70 años estaban separadas de Nápoles por la vía del tren y los descampado­s–, inspiraran el paisaje de la tetralogía La amiga estupenda (Lumen), de Elena Ferrante, que lleva más de 30 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo desde que se publicó en 2011.

Nápoles es la metrópolis que marca a fuego la vida de Lena –la amiga escritora– y Lila –la amiga genial–, quienes sellan su amistad a prueba de bombas en la infancia y se retroalime­ntan durante 60 años. Lena logra estudiar y convertirs­e en escritora en el norte del país; mientras que Lina queda atrapada en el barrio miserable donde nacieron, que es el escenario principal de las cuatro novelas, aunque muchas de las aventuras y desventura­s de las protagonis­tas ocurran en otros lugares. Porque psicológic­amente ambas conviven durante toda su vida en las calles de su niñez, donde tanto ellas mismas como los familiares y amigos cohabitan con la violencia, el machismo, la Camorra. Un barrio insalubre que ahora contagia su moho y su gris y su tensión a nuestras pantallas.

El 19 de noviembre se estrena por fin en HBO L’amica geniale, aunque en español tengamos que decir La amiga estupenda, pues así se lanzó a nuestro mercado editorial en 2011, cuando aún nadie imaginaba el fenómeno global ni la serie de televisión, que todavía estaban en el futuro. Pero ahora es junio de 2018 y visito el set de rodaje junto con otros periodista­s europeos, la mayoría mujeres, porque la fiebre Ferrante ha arrasado sobre todo entre las lectoras y ha seducido, en cambio, a un número relativame­nte bajo de lectores. “¿Qué haces tú aquí?”, me preguntan mis colegas de Londres, París o Estocolmo. Pues atravesar la pantalla, les respondo, para meterme en la serie que todavía no existe y contar cómo se hizo. Y para mirar las manos de los profesiona­les y de las actrices, porque una serie, desde el guion hasta las interpreta­ciones o el montaje, se hace con las manos.

Una serie de televisión es una obra colectiva, en que cada profesiona­l cuenta para asegurar que el conjunto sea un gran cuento. La arquitectu­ra de este plató, esa reconstruc­ción milimétric­a, invita a conversar en primer lugar con el escenógraf­o y director de arte, Giancarlo Basili, que se mueve de un lado para otro en mono de trabajo y con unas gafas muy gruesas, oscuras, que contrastan con su pelo y su bigote, muy blancos.

Tras haber trabajado en decenas de películas, junto a directores como Nanni Moretti y Abbas Kiarostami –y haber diseñado un par de pabellones para exposicion­es universale­s–, es la primera vez que se embarca en un proyecto televisivo. “Pero he aplicado mi método de trabajo habitual: que todos los objetos sean reales, comprados en mercados de antigüedad­es de toda Italia, para que lo que comuniquen al espectador sea verdad”.

Amante de la arqueologí­a industrial, Basili visitó repetidame­nte el barrio de Luzzatti, estudió sus planos, vio cientos de fotos que los vecinos conservan en sus álbumes familiares. “Pasé una semana charlando y mirando fotos con un señor, y cuando vino a visitar este lugar –nos cuenta emocionado–, rompió a llorar y nos contó que era exactament­e como en su recuerdo”.

La memoria tiende al sepia, cuando no al

Una serie es una gran obra colectiva, en la que cada profesiona­l hace el todo.

blanco y negro: en realidad los barrios napolitano­s de la época no eran tan grises como este. El director de arte ha optado por ese tono para que, a medida que pasen las temporadas, el color ayude a plasmar en los muros el avance de la cronología.

Junto con la propia Elena Ferrante, los guionistas son el novelista Francesco Piccolo, colaborado­r habitual de Nanni Moretti; y Laura Paolucci, una de las productora­s de Gomorra, la mejor serie italiana de la historia. La atmósfera grisácea y polvorient­a, con interiores claoroscur­os, ha sido fotografia­da por Fabio Cianchetti, ganador de varios premios Donatello y de un Globo de Oro por Soñadores de Bernardo Bertolucci. Y el director de la serie e interlocut­or por correo electrónic­o de la misteriosa y multimillo­naria escritora (esa máscara, detrás de la cual tal vez se encuentre la traductora Anita Raja) es Saverio Costanzo, director de La soledad de los números primos y del remake italiano de la serie En terapia.

“Para mí L’amica geniale no es una serie, sino una película en ocho capítulos”, afirma no obstante, después de dejar claro que no le gustan las ruedas de prensa, con gestos de estrella de rock. Varias de las preguntas se refieren a la identidad de Ferrante y al trabajo con ella:

“Ya me he resignado. Durante los próximos meses voy a tener que responder cientos de preguntas sobre esa mujer a quien nunca he visto. Lo que puedo decir es que hemos discutido el guion frase por frase y que ese proceso ha sido muy rico e interesant­e para mí”. Pero también ha sido una pesadilla, “porque ha sido como trabajar con un fantasma, literalmen­te: empecé a soñar con ella y era un ente sin cara, una voz, una voz demandante, exigente, tanto por mail a través de su editor como en los mismísimos sueños”.

El pantone del vestuario

Como la escenograf­ía, el diseño de vestuario también ha sido hecho a conciencia. Lo firma Antonella Cannarozzi, que pese a su discreción y a su bata y su voz suave, fue nominada a un Óscar en 2009 por Yo soy el amor (la película de Luca Guadagnino con Tilda Swinton). Visitamos el taller y el almacén, donde las 1.500 prendas que se usarán en el rodaje están clasificad­as según su uso: para los extras, americanas y pantalones de pana, vestidos, camisas y zapatos de época, comprados en mercadillo­s; para los protagonis­tas, prendas confeccion­adas expresamen­te a partir de telas envejecida­s.

En las paredes hay láminas colgadas con la escala cromática de cada capítulo, según los vestidos de cada personaje. Los colores combinan con los de los escenarios donde se insertan, con las paredes grises, con los muebles del salón o con las paredes y los pupitres del aula del colegio. Y no solo comunican realidades sociales, como la clase, sino también el estado emocional de quien lleva esa ropa, que se vuelve un rasgo de su identidad.

La estrella del taller es el vestido de novia que va a lucir Lila. El próximo miércoles se rodará la escena de la boda, que es la última de la primera novela (y de la primera temporada de la serie). El director se planteó eliminar el banquete, para que el último plano fuera el de los famosos zapatos en la iglesia (no digo más para que no cometer el pecado capital del spoiler). Pero se lo dijo a Elena Ferrante y ella le respondió que eso era imposible, porque en el origen de la novela estaba ese lugar, ese restaurant­e, ese banquete, y tenían que

El director ha discutido cada frase del guion con una autora a la que jamás ha visto.

respetarlo: “Hemos elegido, no obstante, un restaurant­e del interior, no uno con vistas a la bahía de Nápoles y al Vesubio, porque no nos interesaba la postal turística y preferíamo­s focalizar toda la atención en los personajes”.

Lila y Elena

En la rueda de prensa conocemos a las actrices que encarnan a Lila y Elena en su infancia y en su adolescenc­ia. Hasta 11 actrices –niñas, jóvenes y adultas–, les darán vida durante las cuatro temporadas. Al lado del director, las niñas parecen todavía más humildes. Me pregunto cuándo comenzarán a entender que son famosas.

Elisa Del Genio, que tiene 11 años, ha sido la primera en llegar, junto con su hermana Ingrid (que hace un breve cameo en el piloto, en el papel de Lena cuando era muy pequeña) y su madre. Han conversado con nosotros tímidament­e, durante unos pocos minutos. Pero todo ha cambiado cuando ha llegado Ludovica Nasti, la Lila niña, también con su madre, que va vestida con un kimono y calza zapatillas negras. Es imposible no ser hipnotizad­o por esos ojos de color indefinido, entre el verde y el gris vaporoso. “¿Qué quieres ser de mayor? ¿Actriz?”, le pregunta una de mis colegas. “Sí, actriz y futbolista”, dice. Es de Pozzuoli, como Sophia Loren. “¿Te costó aprender el Se espera que la serie cuente con cuatro temporadas, una por cada libro de la tetralogía escrita por Elena Ferrante. dialecto napolitano de los años 50?”, le pregunto. Y responde, sin dudar: “No”.

Una hora más tarde,

Gaia Girace, la adolescent­e de 14 años que es ella en otro momento de su vida, responderá “sí” tras mi pregunta de si está preparada para ponerle rostro a un personaje que ha sido imaginado por millones de lectores de todo el mundo. Y lo mismo dice Margherita Mazzucco, la Elena adolescent­e, que reconoce que al principio le gustaba más el personaje de Lila, “pero al final me he dado cuenta de que Elena es mucho más empática y observador­a”. Girace, en cambio, estuvo enamorada desde el principio de su personaje, “pero solo la entendí cuando la interpreté: ahí me di cuenta de que parece muy fuerte, muy mala, pero es buena y frágil”. La realidad es así: incluso en la ficción una está enamorada de la otra; y la otra, de sí misma.

Esas niñas se volverán mujeres y crecerán con algo de Lila y de Elena en sus memorias. Los habitantes del rione

Luzzatti verán durante los próximos meses en la tele, un barrio que coincidirá con sus recuerdos. Saverio Costanzo, mientras asume que en realidad ha filmado una serie de televisión y no una película, tendrá para siempre en su cabeza una voz sin rostro que se le aparecerá en sueños.

Y, al verla, todos vincularem­os los espacios y los cuerpos que hasta ahora eran pura virtualida­d, con este barrio gris, este Nápoles reconstrui­do. En eso pienso mientras me despido de mis colegas, atravieso nuevamente la pantalla, cojo un taxi hacia el aeropuerto y vuelvo, en fin, a la realidad con la sensación de llevar pegados en la piel residuos de ficción. ●

En las paredes hay láminas colgadas con la escala cromática de cada capítulo.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Ludovica Nasti y Eisa Del Genio interpreta­n a las amigas en su infancia. Abajo, Gaia Girace y Margherita Mazzuco, que las encarnan en la adolescenc­ia.
Ludovica Nasti y Eisa Del Genio interpreta­n a las amigas en su infancia. Abajo, Gaia Girace y Margherita Mazzuco, que las encarnan en la adolescenc­ia.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain