Un DÉFICIT de incógnito
Es el talón de Aquiles de las dietas vegetariana y vegana. Detectar unos niveles bajos de esta vitamina en sus seguidores puede ser más complicado que en el resto de la población. Pero ha llegado el momento de actualizar todo lo que sabemos sobre la B12.
La B12 es una vitamina complicada. También llamada cobalamina, este micronutriente se encuentra en cantidades sustanciales únicamente en alimentos de origen animal, por lo que durante años se ha usado como arma arrojadiza contra esos 3,6 millones de españoles que, según la consultora Lantern, han optado por privilegiar en su dieta los alimentos de origen vegetal. Y sí, en cierta medida es cierto lo que afirman los detractores de las dietas vegana y vegetariana: este tipo de alimentación no aporta al organismo todo lo que necesita. Pero también lo es que este error se subsana de una forma muy sencilla: tomando suplementos de B12.
Sin embargo, en este momento el mayor problema al que se tienen que enfrentar tanto veganos como vegetarianos estrictos y ovolactovegetarianos no es explicar una y otra vez por qué han escogido esta forma de alimentarse, sino si los análisis que se hacen sirven para detectar si padecen un déficit de vitamina B12. Y la respuesta es que, en muchos casos, no es así.
Múltiples consecuencias
Las manifestaciones de la deficiencia de vitamina B12 pueden ser muy sutiles e incluso pasar inadvertidas hasta que el problema ya es demasiado grave (y en algunos casos irreversible). Entre los efectos de no detectar la ausencia a tiempo están:
● Alteraciones neurológicas. La vitamina B12 es imprescindible para la síntesis de la mielina (la sustancia que hace que las conexiones entre los nervios funcionen de forma adecuada)
y esta ausencia de mielina puede provocar síntomas como irritabilidad, trastornos del estado de ánimo, pérdida de memoria, confusión mental y demencia.
● Debilidad y pérdida de reflejos. Esa desmielinización también puede afectar a los nervios periféricos lo que se traduce en debilidad, marcha inestable, dificultades para coordinar los movimientos y sensación de cosquilleo, hormigueo, calor o frío en las extremidades.
● Mayor riesgo de cáncer. Investigadores de la Universidad Johns Hopkinks (EE.UU.) han comprobado que las mujeres con cáncer de mama tienden a tener niveles de B12 más bajos que las que no padecen este tipo de tumores, por lo que se está investigando si subsanar ese déficit tiene algún efecto en el riesgo de padecer cáncer.
● Alteraciones de los glóbulos rojos. La B12 y la B9 ayudan a fabricar los glóbulos rojos. Por eso cuando falta cobalamina se reduce el número y cambia la morfología de estas células encargadas de llevar el oxígeno a las células.
● Problemas cardiovasculares. Además (y este es un efecto exclusivo de los vegetarianos, aunque este tipo de dieta mejora casi todos los factores que aumentan el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular), una revisión de estudios realizada por la Universidad de East California (EE.UU.) apuntó a que esta población también puede tener problemas graves de corazón si sufre un déficit de cobalamina. De hecho, la deficiencia de vitamina B12 es capaz, por sí sola, de anular todos los beneficios de prevención cardiovascular que logra la dieta vegetariana.
Diferencias de criterio
Para evitar estos efectos, la población vegetariana ingiere suplementos de vitamina B12. El problema es que detectar un déficit en una persona que lleva este tipo de alimentación es más complicado que en la población general.
En España, el parámetro que se usa comunmente para chequear si hemos agotado las reservas de B12 es un análisis de sangre. Una concentración baja de cobalamina provoca que nuestros glóbulos rojos no solo escaseen, sino que sean más grandes de lo normal. A esta condición se la denomina anemia megaloblástica. “En la población general, la carencia de vitamina B12 se manifiesta con este tipo de anemia concreto, que además, y para facilitar aún más el diagnóstico, suele venir asociada con un déficit de vitamina B9 (ácido fólico). Pero en muchas ocasiones una persona vegetariana no expresa el déficit de vitamina B12 como el resto de la población, es decir, como una anemia megaloblástica. Además, es muy difícil que siguiendo este tipo de alimentación se sufra un déficit de ácido fólico, por lo que puede no salirle alterada la analítica habitual y, a pesar de ello, estar sufriendo un déficit de B12”, explica Lucía Martínez dietistanutricionista del Centro de nutrición Aleris.
Nuevas mediciones
Algunos estudios ya proponen mediciones más complejas para subsanar estos diagnósticos erróneos. Por ejemplo, se ha comprobado que medir las concentraciones de ácido metilmalónico y las de homocisteína en sangre permite detectar la deficiencia de vitamina B12 antes incluso de que esta carencia provoque síntomas.
“En la población vegetariana o vegana, habría que investigar el ácido metilmalónico. Pero esta prueba no se pide desde atención primaria, sino desde el especialista, por lo que muchas veces sea difícil de conseguir. Lo que sí se puede hacer desde el médico de cabecera es medir otras cosas, como la B12 sérica y la homocisteína: la combinación de ambas nos puede dar una idea más aproximada de lo que está pasando en realidad, aunque no sea el 100% lo que necesitamos”, asegura Lucía Martínez.
Para conseguir ese
100%, la comunidad médica se está actualizando a marchas forzadas y ya se recomienda el uso de múltiples marcadores de diagnóstico, porque el hábito de usar solo uno implica que este déficit entre los vegetarianos está siendo subestimado. ●