ABC - Mujer Hoy

Ana Lozano

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Maquillado­ra de la El asesinato de Gianni Versace, Piratas del Caribe y Nine. “ES UN HONOR SER LA PRIMERA ESPAÑOLA QUE GANA UN EMMY”

“Primero pensé que era imposible. Pero me gustan los retos y era un personaje que siempre me había fascinado”, explica Ana Lozano sobre el momento en el que le plantearon transforma­r a su amiga, Penélope Cruz, en la Donatella

Versace de los años 90. En septiembre, el desafío se materializ­ó en un Emmy por su trabajo en la serie El asesinato de Gianni Versace. “Es un honor ser la primera mujer española en lograrlo”, dice sin ocultar su alegría.

Para ella, todo empezó con un pequeño corto rodado entre amigos y sin apenas presupuest­o. “Era la actriz, la ayudante de vestuario y la maquillado­ra, y me di cuenta de que mi lugar estaba detrás de la cámara”. Luego, vinieron los cursos, el título de maquillaje, los primeros trabajos en publicidad y la “gran escuela” del

teatro y la ópera. “Pero mi primera película lo cambió todo. Entendí que podía crear personajes. Por ejemplo, las ojeras de una mujer que no ha dormido o ha llorado... Eso me impactó mucho”.

Lozano empezó dando brochazos a estrellas como Victoria Abril o Javier

Bardem y el famoso maquillado­r Gregorio Ros fue uno de sus mentores. “Empecé siendo jefa de maquillaje y me di cuenta de que necesitaba ser ayudante, que alguien me enseñara cómo poner una barba en medio de un rodaje con mucho calor”, recuerda. Su otro maestro ha sido Pedro

Almodóvar. “He rodado siete películas con él y para mí es como volver a casa. Tiene esa leyenda de ser muy estricto en los rodajes, pero a mí me gusta. Es muy detallista. Cuando te da un toque, siempre tiene razón”.

Ahora, vive con un pie en Los Ángeles y otro en Madrid. Penélope Cruz le abrió las puertas de Hollywood con películas como Nine, Piratas del Caribe o Vicky Cristina Barcelona. “Con las actrices más desconocid­as hay que hacer más esfuerzo para que se olviden de la vanidad. Con las más famosas, que están hartas de salir guapas en todas partes, es al revés. Son las primeras que te dicen: “Ponme ojeras y el rímel corrido”. Quieren realidad”.

Dice que en su trabajo es fundamenta­l saber leer el estado de ánimo de los actores y que la mejor experienci­a fue maquillar a Johnny Depp en Antes que anochezca. “Era mi ídolo. Interpreta­ba a un travesti en los años 50 en Cuba y se me ocurrió hacerle unas pestañas de esparto y pintarle los ojos con corcho quemado. Le encantó”, recuerda.

“Mi primer trabajo lo cambió todo. Con el maquillaje puedo crear personajes”.

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