Ser capaz, SER DISTINTO
Reconocer nuestras debilidades nos ayuda a ver a los llamados “discapacitados” como personas con otras carencias. ¿Reciben un trato justo cuando buscan trabajo o les invalidamos con nuestros prejuicios?
El próximo 3 de diciembre se celebra el Día Mundial de las Personas con Discapacidad. Sin negar que estas personas sufran limitaciones sensoriales, mentales o corporales que conviene tener en cuenta, sería útil reflexionar acerca de sus posibilidades de integración laboral, ya que son mucho mayores que las que nuestros prejuicios nos permiten imaginar.
El modo en que las familias y la sociedad miran a las personas con estos problemas resulta determinante a la hora de luchar por su autonomía personal y de ayudarlas a integrarse socialmente.
La familia debe elaborar el duelo por el hijo imaginario que esperaba y aceptar al hijo real con sus dificultades. Nadie está preparado para recibir a un hijo con una discapacidad que, como el síndrome de Down, por ejemplo, lo acompañará toda la vida. El diagnóstico precoz puede ayudar a recibirlo con más conocimiento, si bien la noticia siempre resulta turbadora. Los padres han de aceptar las carencias del hijo y también confiar en él. La mirada y las expectativas que tengan los padres sobre su hijo son muy importantes.
Deficiencias psíquicas idénticas no generan idénticas características psicológicas, ni siquiera idénticas discapacidades. La estructuración del aparato psíquico no depende de factores de orden biológico únicamente, sino, y de forma fundamental, de factores psicológicos. Así pues, en función de cómo haya sido tratado cada niño, dispondrá de diferentes habilidades para integrarse en la sociedad. Esto sucede con cualquier tipo de deficiencia, ya sea mental o de carácter físico. Ahora bien, después de la ayuda de los padres, habría que preguntarse cómo se comporta la sociedad con estas personas. La lástima, tan frecuente en estos casos, puede desorientar, ya que tras ella se esconde con frecuencia un prejuicio invalidante para aceptar las posibilidades laborales de estas personas.
Las debilidades propias
Javier Fesser, director de la película Campeones, donde se cuenta la historia de un equipo de baloncesto compuesto por discapacitados, señalaba en una entrevista: “Quien esté libre de cualquier disapacidad, que tire la primera piedra”. La frase encierra una verdad que muy pocos se atreven a considerar. Fesser nos obsequia en su película con una escena que representa esta afirmación: el entrenador se sube con todos los chicos del equipo a un ascensor y a él, que tiene claustrofobia, le da un ataque de angustia. En ese momento, son los “discapacitados” quienes ayudan al “capacitado”.
La necesidad de negar nuestras limitaciones nos conduce a proyectarlas solo sobre un tipo de personas a las que, más que como discapacitadas, tal vez deberíamos nombrar como diferentes. Es más fácil ver las debilidades de los otros, sobre todo cuando son manifiestas, que las propias.
Begoña Escobar, de la Fundación Síndrome de Down de Madrid, señala que hay muchas competencias que pueden realizar los chicos y chicas con las características de las que venimos hablando. “La discapacidad no es un obstáculo para adquirir determinadas habilidades sociolaborales”, añadía. Ahora bien, integrarse en un puesto de trabajo con
algún tipo de discapacidad intelectual o física requiere un proyecto social que apueste por sus posibilidades a través de sistemas didácticos que ya han demostrado ser eficaces.
Como afirma Escobar, estos métodos favorecen sus habilidades y destrezas para que puedan acceder a pueslugares tos de trabajo. En la página de la fundación se proporciona información sobre todo ello.
Pero, pese a las campañas de concienciación, lo cierto es que se sigue discriminando a estos colectivos. Esta es la razón por la que todavía no hay infraestructuras pensadas para ellos, ni suficientes que les proporcionen la capacitación adecuada para que se puedan insertar en el mundo laboral.
Algunas personas dan ejemplo con su actitud de la discriminación que sufren. Hace pocas semanas en París un conductor de autobús hizo bajar a todos los pasajeros porque se negaron a hacer sitio a una persona en silla de ruedas. En nuestro país, el actor Juan Manuel Montilla, El Langui, bloqueó la salida de autobuses de su localidad, como forma de protesta después de que en varias ocasiones le impidieran subir con su silla. ●