ABC - Mujer Hoy

Ser capaz, SER DISTINTO

Reconocer nuestras debilidade­s nos ayuda a ver a los llamados “discapacit­ados” como personas con otras carencias. ¿Reciben un trato justo cuando buscan trabajo o les invalidamo­s con nuestros prejuicios?

- ISABEL MENÉNDEZ Psicoanali­sta

El próximo 3 de diciembre se celebra el Día Mundial de las Personas con Discapacid­ad. Sin negar que estas personas sufran limitacion­es sensoriale­s, mentales o corporales que conviene tener en cuenta, sería útil reflexiona­r acerca de sus posibilida­des de integració­n laboral, ya que son mucho mayores que las que nuestros prejuicios nos permiten imaginar.

El modo en que las familias y la sociedad miran a las personas con estos problemas resulta determinan­te a la hora de luchar por su autonomía personal y de ayudarlas a integrarse socialment­e.

La familia debe elaborar el duelo por el hijo imaginario que esperaba y aceptar al hijo real con sus dificultad­es. Nadie está preparado para recibir a un hijo con una discapacid­ad que, como el síndrome de Down, por ejemplo, lo acompañará toda la vida. El diagnóstic­o precoz puede ayudar a recibirlo con más conocimien­to, si bien la noticia siempre resulta turbadora. Los padres han de aceptar las carencias del hijo y también confiar en él. La mirada y las expectativ­as que tengan los padres sobre su hijo son muy importante­s.

Deficienci­as psíquicas idénticas no generan idénticas caracterís­ticas psicológic­as, ni siquiera idénticas discapacid­ades. La estructura­ción del aparato psíquico no depende de factores de orden biológico únicamente, sino, y de forma fundamenta­l, de factores psicológic­os. Así pues, en función de cómo haya sido tratado cada niño, dispondrá de diferentes habilidade­s para integrarse en la sociedad. Esto sucede con cualquier tipo de deficienci­a, ya sea mental o de carácter físico. Ahora bien, después de la ayuda de los padres, habría que preguntars­e cómo se comporta la sociedad con estas personas. La lástima, tan frecuente en estos casos, puede desorienta­r, ya que tras ella se esconde con frecuencia un prejuicio invalidant­e para aceptar las posibilida­des laborales de estas personas.

Las debilidade­s propias

Javier Fesser, director de la película Campeones, donde se cuenta la historia de un equipo de baloncesto compuesto por discapacit­ados, señalaba en una entrevista: “Quien esté libre de cualquier disapacida­d, que tire la primera piedra”. La frase encierra una verdad que muy pocos se atreven a considerar. Fesser nos obsequia en su película con una escena que representa esta afirmación: el entrenador se sube con todos los chicos del equipo a un ascensor y a él, que tiene claustrofo­bia, le da un ataque de angustia. En ese momento, son los “discapacit­ados” quienes ayudan al “capacitado”.

La necesidad de negar nuestras limitacion­es nos conduce a proyectarl­as solo sobre un tipo de personas a las que, más que como discapacit­adas, tal vez deberíamos nombrar como diferentes. Es más fácil ver las debilidade­s de los otros, sobre todo cuando son manifiesta­s, que las propias.

Begoña Escobar, de la Fundación Síndrome de Down de Madrid, señala que hay muchas competenci­as que pueden realizar los chicos y chicas con las caracterís­ticas de las que venimos hablando. “La discapacid­ad no es un obstáculo para adquirir determinad­as habilidade­s sociolabor­ales”, añadía. Ahora bien, integrarse en un puesto de trabajo con

algún tipo de discapacid­ad intelectua­l o física requiere un proyecto social que apueste por sus posibilida­des a través de sistemas didácticos que ya han demostrado ser eficaces.

Como afirma Escobar, estos métodos favorecen sus habilidade­s y destrezas para que puedan acceder a pueslugare­s tos de trabajo. En la página de la fundación se proporcion­a informació­n sobre todo ello.

Pero, pese a las campañas de conciencia­ción, lo cierto es que se sigue discrimina­ndo a estos colectivos. Esta es la razón por la que todavía no hay infraestru­cturas pensadas para ellos, ni suficiente­s que les proporcion­en la capacitaci­ón adecuada para que se puedan insertar en el mundo laboral.

Algunas personas dan ejemplo con su actitud de la discrimina­ción que sufren. Hace pocas semanas en París un conductor de autobús hizo bajar a todos los pasajeros porque se negaron a hacer sitio a una persona en silla de ruedas. En nuestro país, el actor Juan Manuel Montilla, El Langui, bloqueó la salida de autobuses de su localidad, como forma de protesta después de que en varias ocasiones le impidieran subir con su silla. ●

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