ABC - Mujer Hoy

El purgatorio

- POR LUCÍA TABOADA GUION Y RAQUEL CÓRCOLES ILUSTRACIO­NES Paraimperf­ectas.com

En los gimnasios, en el mes de enero se respira culpa. En la clase de spinning puedes oler el quinto polvorón seguido de aquel martes, la enésima comida navideña fuera de casa,

incluso hay efluvios de la cena de Nochebuena. Por la zona de máquinas puedes ver el espíritu del cordero pasado. Y si te fijas bien, siempre hay una botella de cava haciendo sentadilla­s en un rincón. Los gimnasios en enero son un purgatorio de expiación.

Siempre he admirado a esas personas que se apuntan al gimnasio en enero y ya se les nota al mes siguiente, como en uno de esos anuncios dietéticos que venden “¡Resultados visibles en 28 días!”, en los que los protagonis­tas no solo han adelgazado 10 kilos: además están más bronceados, tienen más pelo e incluso han encontrado un piso en el centro de Madrid por 600 € al mes. Personas que parecen tener instalada una aplicación de Photoshop en el páncreas y a la tercera clase de Body Bump se añaden una capa de musculació­n.

A mí los resultados del gimnasio me salen a devolver. O me salen con un asterisco, como en los análisis de sangre. “Persevera que se notará”, “eso es que algo estás haciendo mal”, te dicen. Es más que posible lo segundo; de lo primero… ya tengo más dudas.

Decía el primer ministro británico Winston Churchill que “el coraje es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Una frase de Churchill siempre te apaña un texto. Yo, que voy de fracaso en fracaso en el gimnasio con ferviente entusiasmo, sí he notado algo desde que estoy matriculad­a: tardo muchísimo en encontrar los sujetadore­s deportivos, porque siempre están en la cesta de la ropa sucia. ●

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