ABC - Mujer Hoy

Dylan FARROW

- Por Manu PIÑÓN Foto Emilio G. HERNÁNDEZ

Ahora siento que por fin mi historia está al alcance de quien quiera conocerla.

Con siete años fue la inocente protagonis­ta de una historia de abusos que, tres décadas después, aún le persigue. Ahora, tras apoderarse del relato y convertida en supervivie­nte, la hija de Mia Farrow presenta novela con título cargado de significad­o: Silencio.

Dylan Farrow (Texas, 1985) mira de reojo por la ventana. “Ya es primavera, por suerte ha pasado el frío”, comenta. La hija de la actriz Mia Farrow, que desprende y precisa calidez, vive con su marido, Sean, y su hija de cuatro años, Evangeline, en una cabaña de madera, junto a un bosque de Connecticu­t. Está a tan solo hora y media de Nueva York en coche, la distancia suficiente para escapar del escrutinio del que ha sido objeto desde que, con un par de semanas de vida, fue adoptada por la protagonis­ta de La semilla del diablo.

Pero su historia cambió en 1992. Dylan tenía solo siete años cuando se hizo público que la pareja de su madre, el cineasta Woody Allen, mantenía una relación con su hermana mayor, Soon Yi Previn. Poco después acusó a ese hombre, cuyo nombre es incapaz de pronunciar todavía y que estuvo cerca de convertirs­e legalmente en su padre, de haber abusado sexualment­e de ella. Han pasado casi tres décadas desde entonces y este año por fin ha contado su historia en el documental de HBO Allen contra Farrow. Ahora, Dylan publica en España una novela juvenil ambientada en universo fantástico, Silencio (Planeta), y por fin está preparada para pasar página.

MUJERHOY. Silencio es su primer libro. Hasta ahora lo que sabíamos de usted es que era diseñadora gráfica.

DYLAN FARROW. Cuando acabé la universida­d hice unos cuantos trabajos de diseño gráfico, básicament­e para pagar el alquiler y las facturas. Hice logos, señalética, algunas camisetas... Siempre me había atraído ese campo y fue divertido, pero descubrí que tengo un gran defecto: no soy muy buena en el trato con clientes. Mi marido dice que me pongo un poco esnob cuando se trata de mi trabajo. Hay amigos que me piden que les haga un logo o algo así, y me respuesta siempre es un “vale” con la boca pequeña, porque sé que no soy precisamen­te fácil.

Elegir la portada del libro y la tipografía fue complicado entonces... Me puse un poco quisquillo­sa, no lo negaré [risas].

“No estoy aquí para quedarme callada y asustada”, argumenta Shae, la protagonis­ta. ¿Era consciente desde que empezó a escribir que en Silencio habría tantos ecos de su experienci­a personal?

Siendo la escritura un proceso en el que hay tanto de lo que has vivido y a lo que te has enfrentado, está claro que tiene que ver conmigo. Posiblemen­te, es una de las razones que me llevaron a escribirlo.

Tiene todos los elementos de una novela de género fantástico. ¿Qué le aportaba, un mundo al que evadirse o un lugar en el que encontrars­e?

Creo que las dos cosas, por eso siempre me han atraído las novelas de este género. Son el tipo de historias que estimulan mi imaginació­n desde que era niña. Uno de los primeros libros que me leyó mi madre fue El Hobbit. Yo tendría cuatro años o así. Ella hacía las voces de todos los personajes. Se le daba especialme­nte bien la de

Gollum. Era impresiona­nte. Yo no me atrevo a imitarla porque no haría justicia a su interpreta­ción. Ojalá tuviera una grabación de aquello. ¿Qué autores la han acompañado desde entonces?

Sobre todo J.R.R. Tolkien, obviamente, pero cuando entré en el grupo demográfic­o al que va dirigida la literatura juvenil me enganché a la serie Una arruga en el tiempo. Luego en el instituto empecé a leer cualquier cosa en la que hubiera dragones. Así llegué a los libros de Juego de tronos, para los que no estaba en absoluto preparada [risas]. No tanto por la violencia o el sexo como por lo mucho que tardaban en salir los dragones. También, a medida que me he hecho mayor me ha interesado la historia clásica, especialme­nte el Imperio Romano. Siendo neoyorquin­a de nacimiento, ¿las librerías forman parte de su educación sentimenta­l?

Me encanta entrar en una de esas pequeñas librerías, perderme entre sus estantería­s y descubrir algo nuevo. Así ha sido como he conocido algunos de mis libros favoritos. Hay pocas cosas más satisfacto­rias que comprar un libro en la propia tienda. No es comparable a la sensación de recibirlo en casa, por mucho que la pandemia nos haya obligado a hacerlo así este último año.

Lleva una vida bastante frugal, no esperaba una loa al consumo. ¡Qué va! La verdad es que no necesito prácticame­nte nada para vivir, no sabría en qué gastar un millón de dólares, por ejemplo. Con tener un teléfono y un ordenador que funcionen, me doy por satisfecha. No salgo apenas de compras, no me interesan las joyas ni la ropa. Mírame, casi siempre voy cómoda para estar por casa.

Usted conoce bien lo que una gran ciudad como Nueva York puede ofrecer, pero es feliz ahora en medio del bosque, en una cabaña de madera. ¿Añora alguna vez aquel lugar?

Pasé en Manhattan dos etapas muy importante­s de mi vida: la niñez, hasta los ocho o nueve años, y después regresé justo al acabar la universida­d. Fueron dos experienci­as muy diferentes. En la pri

En EE.UU la depresión postparto es tabú. Me sentí muy desorienta­da y pedí ayuda.

mera viví el sueño de cualquier neoyorquin­o, con un apartament­o precioso en pleno Upper West Side, junto a Central Park, algo que de ninguna manera podría permitirme hoy. En la segunda, era una veinteañer­a con un presupuest­o muy ajustado, vivía al día y compartía apartament­o en Hell’s Kitchen con otras dos compañeras. Hasta que conocí al que es hoy mi marido, Sean. Pasaba tanto tiempo en su piso que acabó pidiéndome parte del alquiler.

¿Es cierto que se conocieron por una cita online?

Sí, creo que fue a través de OkCupid. Estaba decidida a amortizar los 15 dólares que me había costado darme de alta. Creo que ahora las apps de citas online son mucho más frías, no existía esa cosa tan fea del swipe, que descarta a alguien solo por la foto.

Silencio tiene todos los elementos de las novelas que a Hollywood, o ahora a plataforma­s como Netflix, interesan para una adaptación cinematogr­áfica. ¿Ha imaginado quién le gustaría que la hiciera? Sería fascinante ver Silencio plasmado en otro medio. Yo tengo una imaginació­n muy visual, y en mi cabeza los personajes ya tienen un aspecto determinad­o, así que es como si los estuviera viendo mientras escribo. Eso no quiere decir que tenga una actriz en mente, claro, porque creo que eso se concreta cuando alguien hace una prueba de casting y encaja con el personaje.

La muerte de la madre de Shae desencaden­a la acción. Hasta entonces la había protegido de la tragedia que arrastra su familia, pero también le había impedido profundiza­r en sus secretos, conocer la verdad. Me parece muy interesant­e que el personaje con el que más me identifico es precisamen­te la madre de Shae. El hecho de que acabase de tener a mi hija seguro que tenía mucho que ver con eso. Todos tenemos ciertas expectativ­as y preocupaci­ones cuando vamos a traer a alguien a este mundo, que no siempre se pueden resolver. Hay una parte importante del libro muy influida por la depresión postparto que he tenido que afrontar. ¿Quiere hablar de ello?

Sí, creo que es muy necesario hacerlo. En EE.UU. se considera un tabú. Después de tener a mi hija, me sentí muy desorienta­da y pedí ayuda porque no quería que fuera a más. Me costó algún tiempo aceptar que estar muy presente para mi hija no era suficiente, que además tenía que estar bien yo por su propio interés. Es un equilibrio que puede resultar estresante, pero afortunada­mente tengo una red de apoyo sensaciona­l entre mi familia y mis amigos... ¡Y también con un terapeuta excelente! [risas]. Estoy muy atenta a mis cambios de humor, a mi estado de ánimo y, sobre todo, intento no ponerme el listón muy alto para no frustrarme. Me centro en las cosas importante­s, como son la tranquilid­ad y felicidad de mi hija.

¿Qué les gusta hacer juntas?

Lo que a ella le apetece, yo solo le sigo la corriente. Damos largos paseos por el bosque, me canta canciones que se inventa, yo le cuento historias en las que ella es la protagonis­ta... No muy complejas, la verdad, porque tiene cuatro años y solo quiere ser la princesa Evangeline, que se come un algodón de azúcar y se encuentra a una mariposa llamada Mermelada.

¿Sabe Evangeline que su madre se crió en una familia muy numerosa?

Es consciente de que tiene un montón de tíos y tías, y le parece estupendo porque así también tiene un montón

Tengo una red de apoyo con mi familia y amigos… ¡Y un terapeuta excelente!

de primos y primas. Antes de ser madre, siempre creí que yo también tendría una familia numerosa, quizá no tanto como la mía, pero sí al menos tres hijos. Sin embargo, es algo que ha cambiado drásticame­nte con la depresión postparto. No he cerrado la puerta del todo, aunque ahora tengo que ir paso a paso.

En ese contexto de depresión, el estreno el pasado febrero de la serie documental de HBO Allen contra Farrow habrá sido especialme­nte duro para usted, pero supongo que también ha tenido una cualidad terapéutic­a.

A lo largo de mi vida siempre he tenido esa meta, y en ese sentido Allen contra Farrow es un hito importante para alcanzarla tanto yo como mi familia. Cuando los directores me explicaron sus intencione­s y la dimensión del proyecto supe que tendría un impacto positivo para mí. De hecho, les estoy muy agradecida por la oportunida­d que me han dado.

Tanto su madre como su hermano, Ronan [periodista que destapó los abusos del productor Harvey Weinstein], llevaban tiempo pidiendo que su historia se escuchara. ¿Siente que al fin ha podido hacerlo, o cree que necesita profundiza­r más?

Llegados a este punto, en el que se ha examinado y reexaminad­o lo que viví, creo que no tengo nada nuevo que añadir. Ha sido un trabajo excepciona­l que ya está al alcance de quien quiera conocer la historia.

En Aster, la aldea donde sucede Silencio, hay palabras prohibidas. Parte del reto de Shae será decirlas y dar nombre a aquello que se quiere ocultar. ¿Ha habido palabras que usted tampoco pudiera pronunciar en algún momento de su vida? Por supuesto. Sigue habiéndola­s. Hay nombres que al decirlos aún hoy me producen una incomodida­d incluso física. Seguro que adivinas cuáles son... Creo que es un tema bastante frecuente en la ficción, una expresión de lo oprimido que puede estar un grupo de personas. Es la manera de negar o ignorar asuntos que son conflictiv­os o molestan a quien domina el relato.

El lenguaje cambia la realidad, y segurament­e por eso en EE.UU. el término supervivie­nte, con el que usted se identifica, ha ganado terreno al de víctima al hablar de abusos o malos tratos.

Tal y como lo entiendo, una víctima es alguien que todavía no se ha apoderado de la situación que sufrió, mientras que un supervivie­nte ha logrado avanzar hasta el otro extremo de esa experienci­a, se ha adueñado de ella y está, si no lo ha hecho ya, superando ese episodio. En redes sociales ha sido muy entusiasta hablando de Silencio, pero me gustaría saber qué le dijo su madre cuando leyó la novela. Creí que no la leería, porque hace tiempo que no la veo con un libro. Pensé que lo colocaría en la estantería sin abrirlo. Sin embargo, me mandó un mensaje: “Acabo de terminar la novela y me ha gustado muchísimo”. Me emocioné un poco, lo reconozco. ¿Quién no quiere que su madre esté orgullosa de ti? Ella lo es todo para mí, es la persona más dulce y cariñosa del mundo.

Mia Farrow lleva una década retirada. ¿Ha intentado convencerl­a para que vuelva a trabajar como actriz?

En mi nada objetiva opinión es la mejor actriz de la historia, claro, pero no es algo de lo que hable con ella. Tiene un montón que ofrecer, no tengo dudas al respecto. La cuestión es que ha encontrado otras cosas que la llenan más y también se ha ganado el derecho a dar un paso a un lado. Lo único que me importa es que sea feliz. ¿Lo es usted ahora?

Creo que sí.

Hay nombres que al pronunciar­los me producen una incomodida­d física. Seguro que adivinas cuáles son…

Mi madre ha encontrado otras cosas que la llenan más que el cine.

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 ??  ?? Junto a estas líneas, Dylan y Mia Farrow en la gala de 2016 de la revista Time. A la derecha, una foto familiar de Dylan con su madre y su hermano Ronan. Debajo, edición española de Silencio (Planeta), su primera novela.
Junto a estas líneas, Dylan y Mia Farrow en la gala de 2016 de la revista Time. A la derecha, una foto familiar de Dylan con su madre y su hermano Ronan. Debajo, edición española de Silencio (Planeta), su primera novela.
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 ??  ?? En mayo de este año, en el programa de entrevista­s de Drew Barrymore. A la derecha, paseando con su marido, Sean.
En mayo de este año, en el programa de entrevista­s de Drew Barrymore. A la derecha, paseando con su marido, Sean.
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