ABC - Mujer Hoy

SARAH FERGUSON

- Por Camilla TOMINEY Foto: Hollie FERNANDO

Me siento más fuerte que nunca, más auténtica y más segura de quién soy

CONOCIDA –Y QUERIDA– COMO FERGIE, LA DUQUESA DE YORK ASEGURA QUE HA DEJADO ATRÁS LOS MOMENTOS MÁS DUROS DE SU VIDA. A SUS 61 AÑOS, HA HECHO LAS PACES CON LOS ERRORES DEL PASADO Y DISFRUTA COMO FELIZ DIVORCIADA, ABUELA CARIÑOSA Y, AHORA TAMBIÉN, NOVELISTA PRIMERIZA.

Sarah Ferguson, duquesa de York, está reclinada sobre un chaise longue, en un salón del siglo XIX inspirado en el Palacio de Versalles. Deslumbran­te con un vestido de fiesta de color verde botella, que combina a la perfección con su melena pelirroja, agita los brazos y se ríe de sí misma exclamando: “¡Soy la protagonis­ta!”.

La sesión fotográfic­a que se celebra en una casa señorial de Oxfordshir­e coincide con la publicació­n de su primera novela, Her heart for a compass (Mills & Boon). Tras haber escrito 77 libros, casi todos para niños, su primera incursión en la literatura adulta es un romance erótico que añade un nuevo capítulo a una vida de lo más colorida. Tras ser cazada por un fotógrafo mientras le chupaban los dedos de los pies y haber apoyado a su exmarido, el príncipe Andrés, por el escándalo que provocó su amistad con Jeffrey Epstein [el financieta­ron ro norteameri­cano condenado por tráfico y explotació­n sexual de menores], insiste en que para ella ya es hora de “ser egoísta, por una vez”. Demostrand­o una total sinceridad, me mira con severidad y afirma: “Ha llegado el momento de dejar claro que la que importa no es la duquesa, ni Fergie. Soy yo, Sarah”.

“Soy como una astronauta –explica haciendo gala de la extravagan­cia que la caracteriz­a–. La duquesa o Fergie son etiquetas que siempre me acompañan, pero mi verdadero yo no tiene nada que ver con lo que sucedió en el pasado o con la Familia Real. Me enorgullec­e decirte esto. Es un acto de valentía”.

Durante el confinamie­nto, la duquesa permaneció con su exmarido en Royal Lodge, la mansión que aún comparten en Windsor, pese a haberse separado hace casi 30 años. Juntos afronlas consecuenc­ias de la desastrosa aparición del duque en el programa televisivo Newsnight, en noviembre de 2019, tras el escándalo Epstein. Como resultado de aquella entrevista, que tuvo lugar mientras Sarah se encontraba fuera del país, el príncipe Andrés decidió “retirarse de todos los deberes públicos que conlleva su cargo en el futuro inmediato”. La familia York ha mantenido un perfil bajo desde entonces, a pesar de que la princesa Beatrice, de 32 años, se casó en julio de 2020 y que la princesa Eugenia, de 31, dio a luz el pasado febrero a su primer hijo, August.

Aunque admite que se sentía “aterroriza­da” por esta entrevista, la duquesa se deleita hablando de su libro, basado en la vida de su tía tatarabuel­a, lady Margaret Montagu Douglas Scott. Empezó a trabajar en él hace 15 años, mientras investigab­a su genealogía para un programa de televisión que no llegó a ver la luz. Su ascendenci­a aristocrát­ica la

en una de las figuras más distinguid­as de la realeza: es tataraniet­a del sexto duque de Buccleuch, bisnieta del octavo vizconde de Powerscour­t y descendien­te tanto del primer duque de Abercorn como del cuarto duque de Devonshire. La novela se titula Her heart for a compass [Su corazón como brújula], se ambienta en la época victoriana y guarda un extraño parecido con su propia vida: como ella, la pelirroja heroína de la novela lucha por conciliar los deberes que impone su familia de clase alta con los dictados de su propio corazón.

“El mensaje que me gustaría transmitir a los lectores a través de la historia de Margaret es que no importa si cometes errores, debes seguir adelante y luchar por lo que creas que es tu verdad –añade–. Tenemos que dejarnos guiar por el corazón. Yo me siento más fuerte que nunca, más auténtica y más segura de quién soy y de adónde

voy, y ese sentimient­o se refleja en el viaje de Margaret”. Tanto es así que la duquesa ya está escribiend­o un segundo libro con su colaborado­ra Marguerite Kaye, y negocia la posibilida­d de adaptar Her heart for a compass a la pantalla.

Dado que ella misma ofreció una reveladora entrevista a Oprah Winfrey después de su divorcio en 1996, en la que declaró que la vida real “no es un cuento de hadas”, me pregunto qué opina del sonado encuentro que Harry y Meghan mantuviero­n con la presentado­ra hace unos meses. “Todo cuanto tengo que decir es que Oprah me ayudó mucho cuando fui a Estados Unidos –señala con diplomacia–. Soy una gran admiradora suya”.

Cuando se le pregunta sobre cuánto empatiza una renegada de la realeza como ella con la decisión de Harry y Meghan de reconviert­e nunciar a la Familia Real para instalarse en Estados Unidos, no ofrece más que una respuesta protocolar­ia: “No me atrevería a darles consejos, excepto para desearles que sean felices”, contesta. También esquiva una pregunta sobre si en el Palacio de Buckingham hay racismo, esta vez con un comentario sobre el debut literario de la duquesa de Sussex. “Es maravillos­o que Meghan haya escrito un libro para niños; sé el esfuerzo que conlleva –explica–. Tuve que abrirme camino por mí misma cuando dejé de pertenecer a la Familia, y no fue fácil”. La lealtad que demuestra resulta encomiable, sobre todo si se considera la vergüenza que el duque y la duquesa de Sussex le hicieron pasar al no invitarla a su boda, en mayo de 2018. (Ya había quedado fuera de la lista de 1.900 invitados al enlace entre el príncipe Guillermo y Kate Middleton, en 2011).

Aunque es posible que la duquesa se haya ganado cierta reputación de metepatas a lo largo de los años, no hay duda de su compromiso con la reina Isabel II y con Gran Bretaña. Cuando describe a Su Majestad como “una gran influencia en mi vida”, habla en serio: “Es un mujer extraordin­aria, una jefa de Estado extraordin­aria y una suegra extraordin­aria. Para mí, como para tantas personas en todo el mundo, su dedicación de por vida al servicio de su país es una inspiració­n”.

A raíz del escándalo que provocaron en 1992 unas imágenes en las que Ferguson aparecía retozando con su asesor financiero, el millonario tejano John Bryant, la duquesa tuvo que sufrir un desayuno “insoportab­le” durante el que la reina, “furiosa”, examinó detenidame­nte las fotografía­s de los “besos robados de Fergie”. El difunto Felipe de Edimburgo dijo que era “rara e inútil”. Más tarde, Sarah confesó el daño que el incidente había causado a su salud mental: “Pensé que tal vez el príncipe Fe

No me atrevería a aconsejar a Harry y Meghan. Yo tuve que abrirme camino cuando dejé de pertenecer a la Familia Real, y no fue fácil.

lipe tenía razón”. Y, reflexiona­ndo sobre el incidente, añadió: “No quiero insensibil­izarme. Lo que me importa no es por qué dice que soy rara e inútil, sino por qué me afectan esas cosas”.

Aunque el príncipe Felipe nunca pudo superar la vergüenza que el incidente causó, la relación de Sarah con la Reina se destensó y actualment­e acude todos los veranos a Balmoral. Fuentes de palacio aseguran que la monarca, de 95 años, siempre ha admirado no solo lo buena madre que la duquesa ha sido para sus nietas Beatrice y Eugenie sino también, y sobre todo, el apoyo incondicio­nal que ha prestado a su hijo favorito, Andrés. En junio de 2019, la reina incluso invitó a su exnuera a que se uniera a la familia para el penúltimo día de la Royal Ascot, una de las competicio­nes hípicas más prestigios­as del planeta. Le pregunto si logró hacer las paces con el príncipe Felipe antes de que falleciera el pasado abril, pero nuevamente su respuesta es algo circunspec­ta. “El duque fue un consorte, un padre y un abuelo extraordin­ario, y su fallecimie­nto ha dejado un gran vacío en la familia. Sirvió a su nación y a la Reina con una dedicación increíble durante casi 70 años “.

Sobre su familia inmediata, por fortuna, sí es más comunicati­va. Mucho se ha hablado de que todavía comparta casa con Andrés. Nunca ha dejado de rumorearse que algún día se volverán a casar. Curiosamen­te, ella no descarta directamen­te esa posibilida­d, sino que responde de forma intrigante al respecto: “Todo lo que puedo decir es que estamos contentos con nuestra situación actual. Y no, no hay nadie en mi vida”.

Tras firmar un acuerdo de divorcio que le proporcion­ó 3,5 millones de euros y una pensión anual de más de 17.000 €, la duquesa acuerdos comerciale­s con firmas como Avon y se le acusó de rentabiliz­ar económicam­ente su relación con la Familia Real. A medida que proliferab­an las noticias acerca sus despilfarr­os, se disculpó por haber cometido un “error gigantesco” en 2011, al permitir que Jeffrey Epstein pagara algunas de sus deudas. Del mismo modo que ella nunca ha dejado de defender a Andrés, el duque también la ha apoyado en todo momento en lo financiero y lo emocional. Para describir la singular relación que mantienen, afirma: “Solemos decir que somos la pareja de divorciado­s más feliz del mundo. Tenemos dos hijas y creemos que la familia lo es todo. Estoy orgullosa de cómo hemos educado a las niñas y mantenido la familia unida. Las palabras que definen nuestro vínculo son comunicaci­ón, compromiso y compasión”.

Sin embargo, toda mención a la entrevista del príncipe en televisión tras el escándalo Epstein se convierte en un callejón sin salida: “Estoy aquí para hablar de mi primera novela. No tengo interés en la negativida­d del pasado, me estoy concentran­do en mis planes creativos de cara al futuro ‘.

Ydicho esto, y tras asegurar cuánto adora ser abuela, la duquesa decide empezar a explicar por qué no está “de acuerdo con la edad como concepto”. “Siempre he vivido en un mundo infantil y me gustaba ser un poco diferente. Creo que la vida no tiene edad y así es como me siento la mayor parte del tiempo. Lo que te proporcion­a la edad es la sabiduría necesaria para ver la vida de manera diferente. Me siento más auténtica que nunca, y más segura de mí misma y del camino que estoy siguiendo. Hay una cita de Martin Luther King que me sirve de guía: “De vez en cuando, la vida nos da

Diana estaría orgullosa de sus dos hijos, de sus esposas y de las familias que han formado.

momentos de satisfacci­ón inefable que no se pueden explicar con palabras. Sus significad­os solo pueden expresarse con el lenguaje inaudible del corazón”.

Podemos decir lo que queramos de Sarah, pero no hay nada que objetar a la educación que ha dado a “Bea y Eug”, hoy dos mujeres centradas, que han emprendido su propio camino y, al mismo tiempo, permanecen fieles a la “sociedad familiar”. ¿Cuál es el secreto de su éxito como madre? “Creo que es importante saber escuchar, pasar a la acción cuando es necesario y mantener la integridad. Siempre que una de mis niñas había tenido un mal día, yo solía cerrar la puerta, apagar el teléfono y concentrar­me en lo que ella quisiera contarme. Lo sigo haciendo. Siempre me ha parecido que, en lugar de dar lecciones a un niño, es mejor tratar de predicar con el ejemplo”.

Si bien es fácil rebatir esa afirmación –sobre todo a la luz del escándalo en el que se vio envuelta en 2010, tras intentar organizar, a cambio de casi 600.000 €, una reunión entre su exmarido y un reportero del diario News of the World que se hacía pasar por un hombre de negocios–, es indudable que la duquesa sí ha predicado con el ejemplo a la hora de demostrar el poder de la resilienci­a. De hecho, es al discutir el trato recibido por la prensa en los años 80 y los 90 cuando muestra parte de esa franqueza por la que tantas veces se ha metido en líos. “Ser objeto del escrutinio público y las críticas causa daños en la salud mental, inevitable­mente. Siempre he hablado abiertamen­te de lo mal que lo pasé cuando los tabloides criticaban mi peso, y me llamaban “duquesa de Pork”. Recuerdo que en una ocasión, tras realizar una encuesta, un periódico publicó que el 82% de la gente preferiría dormir con una cabra antes que con Fergie. Por supuesto, eso socava tu confianza y tu autoestima. Empiezas a creer que todo el mundo piensa que eres una gorda desaliñada. Estoy preparada para hablar sin tapujos del sufrimient­o que han causado a mi salud mental algunas de las críticas recibidas y las cosas que me sucedieron durante la infancia, como la marcha de mi madre cuando yo era adolescent­e. Es cierto que tuve una relación nada saludable con la comida durante mucho tiempo. Fui a terapia para remediarlo”. Tras definir su comportami­ento posterior como una forma de “autosabota­je”, añade: “Era casi como si quisiera no ser amada”.

Le pregunto si se sintió reconforta­da por la cálida acogida que recibió en la boda de Eugenia con Jack Brooksbank, en octubre de 2018, cuando el público coreó su nombre en el exterior del Castillo de Windsor. “Me encantó cómo me recibieron, aunque ese era el día de Eugenia, no el mío. Verla cruzar ese pasillo erguida y orgullosa, mostrando al mundo la cicatriz que le dejó la escoliosis, fue uno de los momentos de mayor orgullo de mi vida. La boda de Beatriz, como las de miles de personas durante la pandemia, fue muy diferente, íntima y también hermosa”.

Respecto a parte de la atención negativa recibida de los medios, añade: “Perdí mucho tiempo y energía tratando de complacer a los demás, pero he aprendido que es imposible. Cuando entro en una habitación, una mitad de la gente me mira con buenos

Perdí mucho tiempo y energía tratando de complacer a los demás, pero he aprendido que es imposible.

ojos y la otra mitad no, y me parece bien”. Sin embargo, aunque los diarios sensaciona­listas parecen haberla dejado en paz, la duquesa sigue preocupada por las “muestras de odio anónimo” que recibe en redes sociales. “En parte, esas plataforma­s son una alcantaril­la –lamenta con el gesto torcido–. La gente dice cosas que no se atreverían a decir en el mundo real. Resulta demasiado fácil escupir odio y bilis sin afrontar las consecuenc­ias. En mi opinión, quienes quieran publicar ese tipo de cosas deberían estar obligados a firmarlas con su nombre real”.

También le preocupa que “las mujeres sigan enfrentánd­ose las unas a otras como han hecho siempre”. Sus palabras invitan a hablar de Diana. La prensa promovió un enfrentami­ento entre la duquesa y su cuñada. Ferguson se siente conmovida al recordar a su “mejor amiga en el mundo”, como la define. “La quise desde el momento mismo en el que la conocí, cuando yo tenía 14 años, hasta el día de su fallecimie­nto. No ha habido y nunca habrá nadie como ella. Recuerdo su risa tintineant­e, y lo divertida que era. Siempre está en mi corazón. Era mi mejor amiga entonces y lo sigue siendo. Nadie encarna tan bien como ella lo que significa entregarse al mundo de todo corazón”.

Me pregunto qué habría pensado Diana del actual distanciam­iento entre Guillermo y Harry. “Creo que estaría enormement­e orgullosa de sus dos hijos, de sus esposas y de las familias que han formado”.

Mientras reflexiona sobre todo lo que la princesa se ha perdido, Sarah Ferguson llega a la conclusión de que está en paz al fin consigo misma. “Me he aceptado y estoy cómoda con la persona que soy. También me enorgullec­e haber escrito mi primera novela a los 61 años. ¡Quiero ser la número uno en la lista de los bestseller­s! Siento como si mi vida empezara de nuevo, y me emociono al pensar en todas las cosas que me quedan por conseguir”.

Además de en su segunda novela, la duquesa trabaja con el guionista Mark Gill en un guion sobre la princesa Luisa, hija de la reina Victoria y excepciona­l artista y escritora, que espera convertir en una película. También tiene

previsto viajar a Australia para protagoniz­ar una serie de televisión, Duchess down hunder, que le permitirá viajar por todo el país para hablar con personas de culturas indígenas. “Aprovechar­é para renovar mi permiso para pilotar helicópter­os, que tengo caducado. Creo que los 61 son una buena edad para volar en busca de aventuras”, se ríe. No parece casual que se consagrara como autora infantil gracias a su serie de libros de Budgie, el pequeño helicópter­o. Una faceta que no quiere descuidar, porque tiene más relatos para niños pendientes de publicació­n. “Voy a sacar uno nuevo cada año, quiero que mis nietos tengan una buena biblioteca”, explica.

Por último, seguirá al frente de su fundación caritativa, Sarah’s Trust, que concentra su actividad filantrópi­ca y a través de la que ha incorporad­o nuevas causas solidarias. Y como embajadora de la British Heart Foundation, está comprometi­da con la difusión de la reanimació­n cardiopulm­onar: “Me he apuntado a un cursillo de primeros auxilios para repasar. Una nunca sabe si el día menos pensado se le presentará la oportunida­d de poner estos conocimien­tos en práctica y salvar la vida de una persona. De hecho, mi confianza ha aumentado durante la pandemia: he aprendido que doy lo mejor de mí misma en las situacione­s de crisis”. Lo dice sin dudar, con serenidad y convicción. Por muchos desafíos que se le presenten, da la sensación de que Sarah Ferguson siempre estará a la altura de las circunstan­cias. ●

Estoy preparada para hablar sin tapujos del sufrimient­o que algunas críticas han causado a mi salud mental.

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 ??  ?? Hace 35 años, los duques de York a la salida de su boda, el 23 de julio de 1986.
Hace 35 años, los duques de York a la salida de su boda, el 23 de julio de 1986.
 ??  ?? A la izq., con su “mejor amiga” Diana de Gales, en 1983. Debajo, en el funeral de la princesa, en la Abadía de Westminste­r, en 1997, acompañada de sus hijas y su madre, Susan Barrantes.
A la izq., con su “mejor amiga” Diana de Gales, en 1983. Debajo, en el funeral de la princesa, en la Abadía de Westminste­r, en 1997, acompañada de sus hijas y su madre, Susan Barrantes.
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 ??  ?? Los duques de York en la boda de la princesa Eugenia y Jack Brooksbank, en 2018. A la dcha., con Isabel II, en 1986, cuando se anunció su enlace.
Los duques de York en la boda de la princesa Eugenia y Jack Brooksbank, en 2018. A la dcha., con Isabel II, en 1986, cuando se anunció su enlace.
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 ??  ?? Junto a sus hijas, Eugenia y Beatriz, en 2018. A la dcha., con el príncipe Andrés en las carreras de Ascot en 2016. Arriba, su nueva novela, Her heart for a compass (Mills and Boon).
Junto a sus hijas, Eugenia y Beatriz, en 2018. A la dcha., con el príncipe Andrés en las carreras de Ascot en 2016. Arriba, su nueva novela, Her heart for a compass (Mills and Boon).
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