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Diana “QUIERO DIRIGIR ESE MOMENTO EN EL QUE UN ASTRONAUTA VUELVA A PISAR LA TRUJILLO SUPERFICIE DE LA LUNA”

Fue la jefa de la misión Perseveran­ce, el vehículo espacial que busca vida en Marte, pero tiene la vista puesta en la Luna. Recién nombrada directora de vuelo de la NASA, la colombiana es todo un referente.

- Por Ixone DÍAZ LANDALUCE

Suele ocurrir. Las grandes lecciones vitales llegan en el momento y el lugar más inesperado­s. A Diana Trujillo le pilló en una piscina. Tendría 16 o 17 años y todavía era una estudiante de instituto en Colombia. Practicaba natación y estaba participan­do en una competició­n local. Iba en cabeza. “En la recta final, me dediqué a mirar debajo del agua a la nadadora que llevaba detrás. Perdí la carrera por uno o dos segundos de diferencia. Estaba furiosa”. Su entrenador le explicó rápidament­e lo que había pasado: “Te estabas comparando y es un error. No debes darlo todo para ganar a otro, sino por ti misma”. Siempre vuelvo a aquel momento”, explica Trujillo, que después de haber sido una pieza clave en la llegada de la misión Perseveran­ce a Marte acaba de ser ascendida a directora de vuelo de la NASA.

La moraleja de aquella mañana en la piscina está clara: la competició­n es con una misma. Pero para eso, también hace falta ser una persona apasionada. Y Trujillo lo es. “¿Has visto las fotos del telescopio James Webb? –pregunta de pronto–. Cuando veo esas imágenes solo pienso en el reto de entender toda esa belleza. Conocemos tan poquito... Creo que seríamos mejores

personas si fuéramos capaces de entenderlo. Cuando veo esas imágenes me entra un afán .... ¡Hay tanto que hacer!”.

Trujillo creció en Cali, Colombia, durante los años más duros y violentos del conflicto armado. El espacio se convirtió en su refugio. También cuando los problemas eran domésticos. “Mirando a las estrellas, observando el cielo, pensaba: “Ahí fuera tiene que haber un lugar mejor que este”, recuerda. El futuro no era mucho más halagüeño. “Crecí escuchando a mi mamá, mi abuela y mi tatarabuel­a. Solían hablar de las cosas que les hubiera gustado hacer si hubieran podido. No lo decían con amargura; lo recordaban como algo entrañable”, explica. Su madre estudiaba Medicina cuando se quedó embarazada y tuvo que dejar la carrera para cuidar de ella. Cuando 12 años después se separó, no tenía nada. “No contaba con ir a la universida­d. Era carísimo e imposible. Lo mejor que podía hacer era casarme y formar una familia. Hasta que decidí que eso no podía ser”, relata.

Lo que vino después forma ya parte de una leyenda que ha inspirado, incluso, un cuento infantil. Con 17 años, Trujillo hizo la maleta y se fue a Estados Unidos. “Solo tenía 300 dólares y no sabía inglés. Pero, no tenía nada que perder. Me di cuenta de que tampoco tenía tiempo para dudar de mí misma”, explica. Mientras estudiaba inglés en un community college de Miami, trabajaba limpiando casas para pagar las facturas. Llegó a tener tres trabajos de manera simultánea. “Cuando ahora tengo algún momento complicado, vuelvo a ese instante de mi vida y pienso: “¿Por qué me quejo tanto? Si pudiste cuando comprobaba­s si había monedas en los teléfonos públicos para reunir suficiente dinero para comer, ¿cómo no voy a ser capaz de hacer esto ahora?”.

A los tres años, se matriculó en la Universida­d de Florida para estudiar ingeniería aeroespaci­al y uno de sus profesores le animó a solicitar el ingreso en la academia de la NASA. Tras pasar por la universida­d de Maryland, donde trabajó diseñando robots para operacione­s espaciales, en 2009 ingresó en la NASA.

Allí empezó trabajando en Curiosity, la misión robótica que llegó a Marte en 2012, un proyecto en el que terminó siendo jefa adjunta del equipo de operacione­s de ingeniería. Su siguiente misión fue Perseveran­ce. Además de jefa de misión, ejerció de directora de vuelo de superficie en las primeras operacione­s del rover en Marte, incluyendo la puesta en servicio y el despliegue de Ingenuity, el primer helicópter­o que ha operado en otro planeta. También puso voz a la llegada de Perseveran­ce al planeta rojo en febrero de 2021, que pretende averiguar si en algún momento hubo vida en Marte. “Si somos capaces de descubrir vida en otro planeta, creo que llevaremos a cabo nuestro trabajo con más respeto todavía. Si no nos podemos entender entre nosotros, ¿cómo vamos a comprender una sociedad galáctica? Ojalá una noticia como esa dé lugar a un proceso de instrospec­ción colectiva que nos lleve a vivir mejor en sociedad”.

Ahora Trujillo inicia una nueva etapa que la alejará de Marte, pero la acercará a la Luna. En junio, fue nombrada directora de vuelo de la NASA, y participar­á en Artemis, la misión para regresar al satélite que debería culminar en 2025. “Todo lo que aprendí en la superficie de Marte ahora lo puedo aplicar en la Luna y quizá, en el futuro, de nuevo en Marte”, explica.

Sin embargo, sus misiones van más alla. “Hay mucho por hacer: desde cómo mantener la estación espacial internacio­nal y llevamos a cabo actividade­s extravehic­ulares con los astronauta­s hasta cómo establecer una estación espacial que orbite a su alrededor o cómo explorar la Luna”. ¿Y con cuál de ellas sueña Trujillo? “Quiero dirigir el momento en el que un astronauta vuelva a pisar la superficie de la Luna”.

“Si no nos entendemos entre nosotros, ¿cómo vamos a comprender una sociedad galáctica?”

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