MACHOS ALFA,
ESOS NUEVOS FEMINISTAS
La serie de Netflix Machos Alfa, que se ríe del machismo casero, es como una hamburguesa de razonable calidad: fácil, popular, poco exigente y de digestión a veces contundente. Si la han visto, ya se habrán despachado los 10 episodios en poco más de un par de sentadas y habrán soltado más de una carcajada con esos personajes que intentan curarse de su tendencia a ser señores insufribles y que lidian como pueden, pobres, con el abandono, el fracaso, el divorcio o los hijos odiosos.
¿Es Machos alfa y su modelo del antimachito un ejemplo de nuevo feminismo en streaming? Pues qué sé yo, igual es mucho decir, pero acompañando a la hamburguesa hay un buen puñado de patatas fritas en forma de señoras bregando también con unos cuantos tópicos: la ambición profesional, el modelo de pareja, la construcción de una influencer, el lío con el entrenador personal… Y francamente, si lo es o no, da bastante igual. Yo venía aquí a recomendarles que se echen unas risas con cosas que nos afectan a todos: las inseguridades, las relaciones que no salen como querríamos, los prejuicios… Y, sobre todo, a recomendarnos que nos riamos también de nosotras mismas, señoras. De nuestras propias rigideces, de nuestra solemnidad, de las voces impostadas que nos dicen qué hacer o no hacer con corrección. Una hamburguesa le parecería bien hasta a la propia Gloria Steinem. Una hamburguesa, de vez en cuando, es una forma de entender la vida.
Hay que reírse de nuestras rigideces, de las voces impostadas que nos dicen qué hacer o no
LA CHICA DE ROSA
Inmortalizada por Jurgen Teller en 1998, la Kate Moss de pelo rosa que protagoniza la campaña de la colección crucero 22/23 de Marc Jacobs ha recuperado una imagen y una relación que fue trascendental en la moda de los 90.
El arranque de los 90, con Ghost como la película más taquillera del año y Cheers como la serie más vista, dejaba entrever, según Chuck Klosterman, que “el futuro parecía preprogramado”. Y sin embargo, 1992 “fue la edad de oro de clasificar cualquier cosa de posiblemente posmoderna”. En la música, el disco de Nirvana Nevermind fue “el punto de inflexión en el que acaba un estilo de cultura occidental y comienza otro”, años antes de que internet acabase con “los obstáculos institucionales que tradicionalmente solo podían superarse con dinero o estatus. Ese proceso democratizaría la cultura en su conjunto”. Y mientras, el teléfono fijo “ejercía un control mucho mayor sobre su propietario” del que ahora vivimos con los móviles, porque “si estabas esperando una llamada importante, tenías que sentarte en el salón de tu casa” a que llamasen.
En Los Noventa, que la editorial Península acaba de publicar en España, Chuck Klosterman se embarca en un profundo viaje por una década que, tras su aparente intrascendencia, define mejor que ninguna otra las obsesiones que marcan el presente.
Dcha. imagen de la muestra en el museo de la capital polaca (hasta el 19 de febrero).
Basta con echar un vistazo a la agenda cultural para corroborar la vigencia de esta máxima, con museos que recuperan algunas de las figuras más relevantes de la época, como Versace o la escena musical alternativa de la época, y películas que engordan la saga noventera por excelencia, Scream. Fue entonces cuando el fotógrafo Juergen Teller inmortalizó a una veinteañera Kate Moss teñida de rosa, un look que la británica ha recuperado en la última campaña de Marc Jacobs. Los 90 solo fueron 10 años, pero dieron para tanto...
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