AMOR ES AMOR
El amor romántico es una trampa”. “El amor romántico nos esclaviza”. “El amor romántico es consecuencia de la sociedad patriarcal”. Estas afirmaciones las venimos escuchando en las últimas décadas como una alerta para que escapemos de cualquier atisbo de romanticismo. Creo que no deberíamos confundir romanticismo con sumisión. Una relación basada en el amor solo puede funcionar si es entre iguales, de otra manera se convertirá en un trampantojo.
La cuestión es discernir qué significa realmente el amor romántico y la diferencia con un supuesto “amor” que exige la subordinación de las mujeres. Durante siglos, era parte del papel al que nos habían asignado. Dicho esto, el “amor romántico” existe y por eso tienen un éxito arrollador las novelas románticas. Son súper ventas, aunque no aparezcan en las listas de los libros más vendidos y en muchas librerías las tengan medio escondidas.
En la última Feria del libro de Madrid, una tarde en la que yo firmaba en una librería generalista, me sorprendió comprobar la cantidad de novelas románticas que vendían. También que las lectoras que las requerían eran de todas las edades. Pregunté al librero, y días después a otros libreros y a amigos editores, si las novelas románticas estaban en auge y la respuesta fue unánime: se venden como rosquillas y tienen un público fiel que, semana tras semana, aguarda impaciente la última novedad. Y no es un fenómeno español, sino mundial.
Lo cierto es que el amor es, además de un sentimiento, una emoción. Conoces a alguien y te gusta, y el simple roce de su mano te provoca un sobresalto. Sin olvidar que el cortejo forma parte del encuentro. Quedar para ir a cenar, mirarse en los ojos del otro, desear que la noche no se acabe nunca, sentir que se te altera el pulso...
Nada de esto es malo y, sin embargo, se teoriza sobre sus inconvenientes. La verdad es que se me escapa cómo puedes tener una relación con alguien si no sientes ese vuelco en el corazón. No quiero imaginar una relación que consista en quedar para intercambiar fluidos corporales dejando de lado el flirteo, las emociones.
Otra cosa distinta es que tengamos grandes expectativas, creamos que ese amor será para el resto de la vida y nos empeñemos hasta sufrir lo que no está escrito. O que nos sacrifiquemos en el altar de ese amor de ensueño y nos culpemos cuando se evapora y la relación deja de funcionar. Las emociones y los sentimientos tienen fecha de caducidad. Cuando llega ese momento, lo mejor es decir adiós y escapar del dolor.
En cualquier caso es interesante que, aunque el discurso oficial sea en contra del amor romántico, millones de mujeres en todo el mundo lean novelas románticas. Y no, no me digan que es que están alienadas o que son tontas de remate por ser románticas. La respuesta no es nada simple. Pensemos en ello.
Es interesante que, aunque el discurso oficial sea en contra del amor romántico, millones de mujeres en todo el mundo lean novelas románticas