Un pozo de sufrimiento
Desde la misma noche del martes, cuando se conoció la tragedia de Getafe, los investigadores no dudaron en relacionar la muerte de los dos menores hallados entre las llamas de su casa con el suicidio de su padre, que a continuación se mató al paso del tren. La investigación confirmó ayer el doble asesinato de los pequeños –ahogados en la bañera antes de que el fuego envolviera sus cuerpos–, un crimen que el padre confesó a través de una nota antes de quitarse la vida. Para que no sufrieran, dejó escrito.
La madre, que tras superar su conmoción pudo ayer declarar ante la Policía, negó que el matrimonio estuviese en proceso de divorcio y no encontró razón alguna –«salvo que se le fuera la cabeza», dijo– para que su marido matara a los niños y a continuación acabase con su propia vida. Alejandro, el hijo mayor, de trece años, sufría parálisis cerebral, enfermedad que llevó a sus padres a volcarse en su cuidado y a sacrificarse por su bienestar. No aclaró José Alberto, el hombre que les dio y les quitó la vida, qué tipo de sufrimiento les quiso evitar.