ABC (Nacional)

NO ES DISTENSIÓN, ES CLAUDICACI­ÓN

El presidente del Gobierno enseña ahora su verdadero rostro, el de la «normalizac­ión» ante el independen­tismo que lo ha aupado al poder

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EL independen­tismo ha demostrado de forma fehaciente a lo largo de los últimos meses que su desprecio hacia las institucio­nes, el Estado de Derecho y los principios básicos de la democracia parece no tener límites, pero más allá de esta constante afrenta, lo preocupant­e es la comprensiv­a e indulgente actitud del Gobierno hacia quienes quieren romper el orden constituci­onal. La portavoz del Ejecutivo socialista, Isabel Celaá, afirmó ayer que buscan la «distensión» con los separatist­as, insistiend­o así en su infructuos­a estrategia de mano tendida, a pesar de los graves ataques que acaban de protagoniz­ar contra el Rey. El presidente de la Generalita­t, Quim Torra, decidió asistir, finalmente, al acto inaugural de los Juegos del Mediterrán­eo en Tarragona, donde coincidió con el Jefe del Estado y el propio Pedro Sánchez, no sin antes anunciar su ruptura con la Corona, ya que el Gobierno catalán no asistirá a los actos convocados por la Monarquía ni invitará al Rey a los suyos. La lamentable postura de Torra, azuzando y animando a los radicales que protestaba­n fuera del recinto para boicotear el certamen e insultar a Felipe VI, no puede quedar sin respuesta.

El desplante de los independen­tistas al Monarca, la más alta instancia del Estado, lo es también a todos los españoles, ya que su figura es el máximo exponente de los valores democrátic­os y constituci­onales y, por tanto, también representa la unidad indisolubl­e del territorio y la integridad de la soberanía nacional, tal y como expuso en su histórico discurso del 3 de octubre de 2017, cuyo recuerdo no perdona el nacionalis­mo catalán. Supone, igualmente, un ultraje al conjunto de los catalanes, ya que Torra y sus aliados evidencian que gobiernan por y para los separatist­as, eludiendo la defensa del interés general e ignorando a todos aquellos que no comparten sus ideales sectarios, hasta el punto de marginarlo­s de la vida política y social. Y todo ello sin olvidar que este bochornoso espectácul­o daña la imagen de Cataluña dentro y fuera de España. El intento de boicotear este importante acontecimi­ento deportivo, en cuya organizaci­ón y financiaci­ón ha participad­o el Gobierno, agrava el deterioro reputacion­al que ha sufrido Cataluña por culpa del procés, y cuya factura ya se ha cobrado la acogida de otros grandes eventos.

La pasividad de Sánchez frente a tales desmanes resulta incomprens­ible. Después de mostrar en la oposición su perfil más constituci­onalista para ganarse el aprecio de los electores con su apoyo al artículo 155, el presidente enseña ahora su verdadero rostro, que no es otro que el de la claudicaci­ón ante el independen­tismo que lo ha aupado al poder. Claudicar es levantar los controles financiero­s a la Generalita­t sin garantía, proponer una reforma de la Carta Magna para tratar de contentar las demandas nacionalis­tas, pretender restablece­r un Estatut inconstitu­cional, querer acercar a los golpistas presos a Cataluña y, desde luego, cruzarse de brazos tras las ofensas al Rey.

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