AIRBUS, BMW Y LA REALIDAD DEL BREXIT
EL Gobierno de Theresa May debería tomarse muy en serio la advertencia del consorcio europeo Airbus sobre las consecuencias que tendría una salida desordenada del Reino Unido de la UE. Y debe entenderla como una denuncia de la evidente falta de talento con la que Londres está negociando un proceso con repercusiones vitales para su país y para el conjunto de la UE. En el mismo sentido, la alemana BMW, que emplea a 8.000 personas en sus factorías británicas, ha dado tres meses de plazo al equipo de May para que aclare de una vez sus planes. No es la Unión la que obliga al Reino Unido a salir del club, sino que es una decisión suya, de la que debería hacerse responsable.
Airbus es una empresa construida bajo la premisa de que sus principales sedes se mantendrían dentro de la unión aduanera que forma la UE. Si el Reino Unido quiere abandonar esta unión aduanera y el mercado único, las operaciones de Airbus en su territorio –como las de las filiales de BMW– se volverán más complicadas. Los responsables de Airbus pueden evaluar los costes que supone operar en un país tercero, porque también tienen factorías en Estados Unidos y China, pero no pueden hacerlo sin saber cuáles serán las reglas –o si habrá reglas– una vez que el país salga de la UE automáticamente. En el caso de la compañía aeronáutica, están en juego casi 15.000 empleos.
No es el primer mensaje de alarma que le envían a May, y probablemente no será el último, porque se acumulan las evidencias de que con el Brexit el Reino Unido ha cometido el mayor error de su historia. Lástima que, en estos momentos, su primera ministra esté preocupada en exclusiva por sobrevivir a las maniobras de los sectores más demagógicos de su partido, en lugar de abrir un debate sereno sobre el fondo del asunto, ahora que aún está a tiempo de evitar la catástrofe.