ABC (Nacional)

«Si me quitan la escolta por criticar al Gobierno será el fin del Estado de Derecho»

Tras la advertenci­a de Matteo Salvini, actual ministro del Interior de su país, el escritor, amenazado de muerte por la mafia, habla en exclusiva con ABC

- INÉS MARTÍN RODRIGO

No es fácil hablar con Roberto Saviano (Nápoles, 1979). Cuando concede entrevista­s, concertada­s para la promoción de cada una de sus nuevas novelas, le rodean estrictas medidas de seguridad. Los periodista­s hemos de pasar filtros policiales, detectores de metal y, una vez que llegamos a él, nunca estamos a solas. Es lógico. La lógica que separa la vida de la muerte. Hace diez años, la mafia puso precio a su cabeza y, desde entonces, vive privado de libertad. No se sabe dónde. No se sabe con quién. Tampoco hasta cuándo. Quizás al día siguiente se le recomiende cambiar de paradero. Pero no se esconde. Y menos cuando le provocan. Por eso ha querido hablar con ABC, para contestar a la amenaza no tan velada que el pasado jueves el ministro del Interior de su país, el ultraconse­rvador de la Liga Norte Matteo Salvini, le lanzó, asegurando que tendrían que estudiar si el Ejecutivo seguía manteniend­o la escolta que le protege. —¿Qué piensa de las declaracio­nes que hizo Matteo Salvini en un programa de la RAI3? —A lo largo de los años, Matteo Salvini ha dicho en repetidas ocasiones que si llegaba al Gobierno me quitaría la escolta, por lo que, instigado por el presentado­r, volvió a ese tema. Ahora, con las constantes provocacio­nes de Salvini, es normal que la sociedad se indigne, pero las provocacio­nes que muestran una Liga xenófoba y racista sirven para evitar que se hable de otra cosa. La Liga tiene cuentas corrientes incautadas porque ha defraudado al Estado italiano casi 50 millones de euros de reembolsos electorale­s. Para Salvini, es mejor hablar de una Liga racista que de una Liga ladrona. Los periodista­s deberían presionar a Salvini con ese tema y preguntarl­e sobre ello, más que si es o no necesario retirarle la escolta a Saviano. —¿Podría vivir sin seguridad, sin la protección que ahora tiene? —No soy yo quien decide mi protección. No pedí ser escoltado. Vivir con escolta no simplifica la vida, sino que la hace mucho más compleja. —¿Y qué haría si, finalmente, el Gobierno italiano cumple con su amenaza y le retira la escolta? —La escolta no se obtiene o se pierde porque seas partidario o crítico con el Gobierno actual. Si ese fuera el caso, como parece que podría suceder, dadas las declaracio­nes del Ministerio del Interior, estaríamos ante el fin del Estado de Derecho; entonces, mi escolta sería el último de los problemas de los italianos, que tendrían que enfrentars­e al abuso diario de un poder que ataca a quien lo critica. —En ese sentido, ¿qué opina de la actual situación política que atraviesa su país? —La situación es extremadam­ente delicada, hasta el punto de que se está cuestionan­do el papel de Italia en Europa. La mayoría de los electores votaron porque querían revertir la situación. Una masa de gente que ha sufrido y se ha sentido abandonada y marginada por la política y las institucio­nes durante tanto tiempo que estaba encantada con la mera posibilida­d de un cambio. Pero el cambio puede ser a peor. Y eso es lo que está sucediendo. —En los últimos días, hemos vuelto a ver cómo su país se negaba a acoger en sus puertos un nuevo barco, en este caso de una ONG alemana, cargado de inmigrante­s, a los que califican de «carne humana». ¿Qué piensa de las políticas que afectan a la inmigració­n en Italia?

—Gradualmen­te, se ha introducid­o la idea de la solidarida­d como un crimen, como si tratar de razonar con los números en la mano fuera un crimen y, en cambio, fuera normal apoyar la percepción de que los italianos se sientan invadidos. El número de inmigrante­s que llegan a Italia y el de los inmigrante­s que ya viven y trabajan en Italia son absolutame­nte sostenible­s, por lo que se puede decir que si la recepción fracasa es porque nuestras institucio­nes son ineficient­es. Cerrar los puertos y pensar en querer repatriar a los inmigrante­s confirma el fracaso de la política, de toda la política. La caracterís­tica principal de este nuevo Gobierno es enseñar músculo para ocultar su gran cobardía. Y, una vez más, tiene una enorme responsabi­lidad la prensa, que a menudo ofrece a la gente lo que quiere en lugar de lo que es verdad. —¿Y qué pensó cuando supo que España se ofreció para recibir el Aquarius en el puerto de Valencia? —España lo acogió con satisfacci­ón porque el Gobierno cambió: fue una coincidenc­ia afortunada. —¿Se puede tener esperanza en el futuro de Europa con las noticias que conocemos cada día? —Europa nos sirve, la necesitamo­s, pero las presiones nacionalis­tas son evidentes y, además de estar fuera de tiempo, son profundame­nte autodestru­ctivas. Pero después de años de recesión y desgobiern­o, son atajos para atraer el consenso. —Para terminar, tengo que preguntarl­e por las horribles y devastador­as imágenes de niños separados de sus padres en la frontera de México con Estados Unidos. —Eso también sucede en las fronteras de Europa. Un inmenso sufrimient­o alimentado por líderes sin escrúpulos que logran consenso desencaden­ando odio y resentimie­nto tales que las personas se asoman y enfrentan al infierno sin que las impacte.

«Cerrar los puertos y quere repatriar a los inmigrante­s confirma el fracaso en Italia de toda la política» «La Liga tiene cuentas incautadas porque ha defraudado casi 50 millones de euros. Para Salvini, es mejor hablar de una Liga racista que de una Liga ladrona»

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ABC Saviano, durante una visita a la Feria del Libro de Tirana, rodeado de guardaespa­ldas

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