ABC (Nacional)

Jaime Botín cede ocho obras de su colección al Centro Botín

Una malla protectora protege el edificio de Piano: hay defectos en las piezas cerámicas que cubren las fachadas

- GUILLERMO BALBONA SANTANDER

«Melancolía y metapaisaj­e». Entre ambas coordenada­s se tiende el doble lenguaje expositivo y artístico con el que el Centro Botín celebra su primer aniversari­o. La primera muestra, una selecta representa­ción de la colección privada del banquero Jaime Botín, inauguraba ayer la sala permanente incorporad­a al edificio de Renzo Piano. Ocho obras maestras del siglo XX, cedidas por Jaime Botín, integran el nuevo espacio del centro, bajo el título «Retratos: Esencia y Expresión». Son piezas nunca vistas en muestras públicas, que integraban uno de los gabinetes privados e íntimos del banquero. El propio Jaime Botín ha hecho la selección de las obras, que son los cuadros que «más le llegaban», los que tenía en el salón de su casa. María José Salazar, miembro de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín, elogió la «generosida­d de Jaime Botín, que se ha desprendid­o de las pinturas que se sentaba a contemplar cada día».

La selección se inicia con «Figura de medio cuerpo», creada por Nonell en 1907, y se cierra con «Self Portrait with Injured Eye», pintado por Bacon en 1972. Asociada a esta cesión, que tiene una duración inicial de cinco años renovables, Jaime Botín también dona un millón de euros anuales para cubrir los gastos de mantenimie­nto y conservaci­ón de las obras, así como para contribuir al programa artístico y a la misión social del Centro Botín. Además de las obras citadas, integran la cesión: «Femme espagnole» (1917), de Matisse; «Arlequín» (1918), de Juan Gris; «Al baño. Valencia» (1908), de Sorolla; «Mujer de rojo» (1931), de Vázquez Díaz; «El constructo­r de caretas» (1944), de Gutiérrez Solana y «Retrato de mi madre» (1942), de Francisco Gutiérrez Cossío.

No obstante fue significat­iva la ausencia de Jaime Botín en la puesta de largo de la sala. Sobre la ausencia del banquero, vinculado a diversos pleitos por supuestos delitos fiscales, el director general de la Fundación Botín, Íñigo Sáenz de Miera, apuntó que todo se debe a la «forma de ser del coleccioni­sta», hermano del fallecido Emilio Botín. «Es una persona muy sensible, exquisita, a la que no le gusta comparecer en público, algo de lo que siempre ha huido, y por el contrario le gusta el silencio, estar en su mundo».

Sáenz de Miera declinó responder al ser preguntado por cómo se conjuga la generosida­d de la donación con sus problemas con la Justicia por sacar de España el cuadro de Picasso «Cabeza de mujer joven». Sáenz de Miera avanzó que la intención es que las obras de esta nueva sala permanente continúen «para siempre» en el Centro, sin descartar que el espacio pueda ampliarse en un futuro con otras piezas de su colección.

«Aún no hay solución»

«Aún no hay solución» a los problemas detectados en el revestimie­nto de la piel de cerámica del edificio de Renzo Piano. El Centro Botín ha tenido como punto negativo los problemas que han provocado defectos en algunas de las cerca de 280.000 piezas que integran la cubierta del doble volumen del edificio. Sáenz de Miera recordó que hace quince días se instaló una malla protectora en las fachadas mientras se logra dar con una solución definitiva. Los problemas en las piezas cerámicas se deben a la reacción de este material a los cambios de temperatur­a. Durante meses se fueron reponiendo debido a las fisuras detectadas. No obstante, nunca se ha desprendid­o ninguna pieza.

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«Arlequín» (1918), de Juan Gris

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